La Sobre-Dramatización del “Dilema” de Israel. Por Dr. Max Singer


Israel NO se enfrenta a un dilema sobre cuántas tierras de Cisjordania (Judea y Samaria) debe renunciar, si es que las hay, porque los palestinos no se pondrán de acuerdo en tomar dichas tierras y no se les puede obligar a hacerlo. La comunidad palestina ve en la paz con Israel como una derrota tras sus 100 años de lucha. La “continua ocupación israelí” es una de las mejores armas de los palestinos en contra de Israel y no la abandonarán mientras continúe su guerra para eliminar a Israel. Los israelíes deberían reconocer que ya que los palestinos están obligando a Israel a continuar su ocupación temporal a largo plazo, los israelíes necesitan de lo siguiente: a) Cooperar para reducir los costos morales y de otra índole de dicha ocupación; y b) Dejar de decirle al mundo que Israel pudiera elegir poner fin a la ocupación. La ocupación, al igual que la necesidad de poderío militar y el absorber las bajas, es parte del precio que Israel tiene que pagar por vivir aquí. La madurez en dicha situación significa poder avanzar sin contar con una solución a la vista.

Ehud Barak recientemente hizo una extensa revisión en el diario Haaretz del importante nuevo libro de Mijah Goodman, ‘Catch 67’, al que Goodman respondió una semana después. Goodman argumenta que la victoria de Israel en 1967 creó una “triquiñuela” o una trampa reflejada en el actual dilema de Israel, en el que ambas partes (la izquierda y la derecha política israelí) están en lo correcto. Barak no está de acuerdo. A su manera de ver, la elección es clara: la izquierda es la correcta.

Tanto la propia opinión de Barak como su propia versión de Goodman ignoran hoy día la realidad de las decisiones actuales de Israel. Nosotros no nos estamos enfrentando a un dilema sobre el renunciar o no a un territorio. Estamos enfrentando una tarea bastante desagradable y tenemos la necesidad obligada de tener paciencia por un período de décadas.

Israel no posee ahora la opción de darles a los palestinos tierras o de crear un estado palestino; Por lo tanto Israel no se enfrenta a un dilema.

Mientras que, sin lugar a dudas, existen palestinos que buscan la paz, como comunidad, los palestinos ni siquiera han comenzado a discutir la posibilidad de hacer una paz que acepte a Israel y ponga fin al esfuerzo palestino de obtener toda la tierra “desde el río hasta el mar”. Tampoco han iniciado una discusión pública sobre la posibilidad que la mayoría de los “refugiados” sean establecidos fuera de Israel. Sin debate entre los palestinos, no existe manera que puedan renunciar a su determinación de destruir a Israel y realizar una paz genuina.

No existe ninguna posibilidad que pueda haber un acuerdo de paz verdadero ahora, independientemente de cuánta tierra Israel estuviese dispuesto a entregar. Una verdadera solución de dos estados finalmente derrotaría los esfuerzos palestinos y árabes de un siglo (para destruir a Israel) y todavía estos no están listos para aceptar la derrota. Cualquiera que sean los desacuerdos entre los israelíes sobre cuánto territorio, si es que existe alguno, que Israel debería renunciar para obtener la paz, ese desacuerdo no es lo que se interpone en el camino a la paz.

Teóricamente, existen otras dos posibilidades que podrían crear un dilema para Israel sobre la entrega de territorio. El primero sería un acuerdo con los palestinos para hacerse cargo de parte de Judea y Samaria sin hacer una paz total con Israel. La segunda sería una acción unilateral por parte de Israel a fin de separar a los pueblos y poner fin a la ocupación sin un acuerdo palestino.

Por las razones expuestas a continuación, ninguna de estas es una posibilidad realista, independientemente de cuánto de Judea y Samaria Israel estaría dispuesta a ceder. De nuevo, ningún dilema es realista.

Los palestinos tienen voz y voto en lo que sucede. La elección que han hecho es obligar a Israel a “ocuparlos”, porque desean mantener la lucha para destruir a Israel. Ser víctimas, un “pueblo ocupado”, mejora su postura diplomática, le causa dolor a Israel y provoca un conflicto interno dentro de Israel. Estos efectos son malos para Israel y buenos para los palestinos. De hecho, cuanto más perjudiciales son para Israel, más deseables son para los palestinos.

Tendrían que existir muchas más desventajas al estatus quo de los palestinos antes de que renuncien a tal arma contra Israel para mejorar sus condiciones de vida. Esto es especialmente cierto para el liderazgo palestino, que sufre menos por el estatus quo que la mayoría de los palestinos y se beneficia aun más por la continuación del conflicto.

Pero si los palestinos no realizan un acuerdo que sacrificara la ventaja de obligar a Israel a ser un “ocupante”, ¿existe alguna manera que Israel pueda obligarlos a hacerlo tomando acciones unilaterales para separar a los pueblos? Esta idea atrajo a Sharon y de esta manera organizó la “retirada” de Israel de la Franja de Gaza. Algunos israelíes argumentan que la retirada fue una buena idea que sólo funcionó mal porque se hizo de manera unilateral. ¿Pero por qué deberíamos pensar que los palestinos hubiesen aceptado arreglos que hubieran sido mejores para Israel? Estos se consideran a sí mismo en guerra con nosotros. Ellos desean causarnos dolor y colocarnos en desventaja y están dispuestos a aceptar bajas y sufrimientos para hacer tal cosa.

Gaza fue simple, pero Cisjordania es complicada. No existe manera que Israel no pueda separarse a sí misma de la población palestina en Cisjordania sin un acuerdo palestino. Esto se debe a la necesidad militar de Israel de acceder al Valle del Jordán, lo cual sería cierto incluso si no existiesen los bloques de asentamientos.

Incluso si todos los asentamientos ideológicos y los puestos de avanzada en las colinas desaparecieran, ninguna retirada unilateral israelí podrá producir un nuevo estatus quo más estable que pudiésemos imponerle a los palestinos. Además, Israel sigue siendo considerado internacionalmente como la ocupante de Gaza aunque este se haya retirado por completo. Lo mismo sería cierto para Judea y Samaria luego de una retirada unilateral israelí. Los palestinos insistirán en que todavía están ocupados y que tomaran medidas para obligar a Israel a actuar en las zonas evacuadas.

Así que los palestinos nos tienen atrapados. Aunque nos hayamos comprometido con el principio que la ocupación en Judea y Samaria es temporal, nos encontraremos atados a esto durante mucho tiempo. También tenemos que seguir aceptando las bajas y enviar a nuestros hijos a que se conviertan en soldados y que maten gente. No se nos ha dado nuestra patria en una bandeja de plata.

Esta realidad significa que la pregunta acerca de cuál tierra debemos renunciar es una pregunta para un futuro bastante lejano. Cuando haya una posibilidad real de mejorar las cosas a través de ceder tierras, las condiciones en nuestra región y tal vez el mundo serán impredeciblemente diferentes de lo que son hoy día. Nuestros desacuerdos sobre cuánto terreno, si es que existe alguno, al cual renunciar no hace ninguna diferencia ahora. No estamos ante un dilema práctico. No existe ninguna razón por la que debamos seguir golpeándonos unos a otros sobre qué tierras, si es que existe alguna, deberíamos estar dispuestos a ceder y por cuales beneficios.

Una sólida mayoría de israelíes y nuestro gobierno han decidido que Israel debería estar dispuesto a renunciar a la mayor parte de Judea y Samaria con el propósito de obtener paz y tal vez incluso separarnos de los palestinos sin ninguna paz. Una mayoría aún mayor se opone a cualquier retirada mientras la comunidad palestina se encuentra en la condición actual. Por lo tanto, no es cierto que nuestro conflicto con los palestinos sea el resultado de una obstinada o egoísta insistencia de apoderarse de toda la tierra de Israel. Pero no existe nada que podamos hacer en la actualidad para implementar nuestra voluntad de abandonar la mayor parte de Cisjordania.

¿Qué podemos hacer para mejorar las cosas mientras vivimos con el estatus quo? Primero, si reconocemos que los palestinos no nos darán nada en absoluto para que dejemos de ser “ocupantes”, podemos trabajar juntos, izquierda y derecha, a fin de reducir el daño moral y otros daños que surgen de la “ocupación”. Y podemos poner fin a los insultos y a las duras acusaciones de unos contra otros por no esforzarse lo suficiente para poner fin a la ocupación. No deberíamos estar peleando por algo sobre el cual no tenemos el poder de cambiar. La energía utilizada para tales querellas debería ser dirigida hacia el hacer de la ocupación algo menos perjudicial.

Nuestra postura diplomática también mejorara si hubiese menos israelíes culpándose unos a otros por la continuación de la ocupación cuando Israel no tiene ninguna otra opción en el asunto.

A largo plazo, deberíamos hacer todo lo posible para que los palestinos y el mundo árabe estén más dispuestos a renunciar a su determinación de destruirnos. Ser más agradables con ellos pudiera ayudar, aunque generalmente no es una estrategia muy eficaz en el Medio Oriente. Puede ser más útil que ellos vean que no estamos separados por divisiones internas o que somos incapaces de soportar la carga moral de ser ocupantes, por lo que estamos tan dispuestos como lo están ellos a seguir viviendo con el estatus quo indefinidamente. Los Estados Unidos pudieran ayudar reemplazando la así llamada falsa “imparcialidad” con una estrategia de revelar la verdad que le muestre al mundo árabe que los Estados Unidos no les ayudarán a destruir Israel.

Muchos israelíes argumentan que tenemos que encontrarle una solución a nuestro conflicto con los palestinos y algunos insisten en que el problema es urgente. (“Paz Ahora”). Pero la experiencia de los primeros sesenta años de Israel debería enseñarnos que la paciencia es una ventaja y tal vez incluso una necesidad.

Esto no es para argumentar que el estatus quo no tiene peligros. Israel no está a salvo. Somos fuertes pero también vulnerables y lo suficientemente capaces de cometer errores decisivos. Pero el afán de resolver nuestro conflicto con los palestinos no nos hará más seguros. Tampoco lo harán otras cosas. Mantener nuestro hogar aquí requiere que aceptemos los peligros y costos humanos de todo tipo.

El Sr. Singer, fundador y miembro principal del Instituto Hudson, es investigador principal en el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat de la Universidad Bar-Ilan en Israel.

Fuente: http://hatzadhasheni.com