RECORDATORIO A 128 DESCONECTADOS DE LA REALIDAD. Por Ana Jerozolimski


Este jueves, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas se reunía para votar sobre la moción palestina contra la reciente decisión del Presidente de EEUU Donald Trump de reconocer a Jerusalem como capital de Israel, pasamos un rato en el centro comercial Malha de Jerusalem. Como siempre, judíos y árabes se cruzaban, hacían compras, estaban sentados en los cafés y compartían las atracciones del lugar. Mientras 128 países se creían con derecho a determinar que la capital de Israel no es la que es, en la capital de Israel -esa misma, sí, Jerusalem- la vida podía más. Como siempre, como desde hace añares.
Desde el piso superior del Malha, donde se oía el fuerte volumen de lo que evidentemente era un espectáculo para niños, nos acercamos a la baranda a observar lo que ocurría en el piso de abajo. Decenas de niños chicos sentados sobre una alfombra junto a sus madres-también había algunos padres en el medio - observaban atentamente a dos payasas que cantaban a viva voz. En los costados, paradas, había varias madres jóvenes con cochecitos de bebé. De repente divisamos desde arriba una escena singular: una joven mujer policía, de uniforme, con el carrito de su bebé y a su lado, una mujer musulmana (identificable como tal por su cabeza cubierta), con el suyo. Al ver que yo sacaba la máquina de fotos y enfocaba hacia allí, mi hijo menor, nacido hace 19 años en Jerusalem, me preguntó: “Mamá ¿por qué sacas una foto? ¿Qué tiene de especial una mujer musulmana al lado de una judía?”.
El primer sentimiento al oírlo fue de orgullo. La educación no cayó en saco roto, pensamos. Pero la alegría se arruinó en parte, al recordar lo que estaba ocurriendo en esos precisos instantes en las Naciones Unidas.
Claro que la normalidad de la vida diaria en Jerusalem, no quita que haya discrepancias a nivel político y necesidad de resolverlas. Como ya hemos escrito en otras oportunidades, quisiéramos ver a los barrios árabes de la parte oriental, del lado palestino, porque nada tienen que ver con la milenaria historia judía de Jerusalem. Eso deberá decidirse en la mesa de negociaciones. Pero ninguna negociación tendrá éxito, si se cree que puede basarse en la negación del singular vínculo israelí y judío en general con la ciudad y con su estatuto como capital del Estado de Israel.
Mientras en la ONU aseguran que Trump se equivoca y que Jerusalem no es capital de Israel, en la capital de Israel , bajo soberanía israelí, se vive como jamás se vivió cuando la ciudad estuvo dividida a raíz del ataque jordano. En aquellos años en que por culpa del ataque árabe contra Israel en la guerra de independencia, Jerusalem quedó dividida entre el Este bajo gobierno jordano y el oeste bajo gobierno israelí, no se veía a judíos y árabes compartiendo un mismo espacio como nosotros vimos este jueves en Malha y todos los días por tantos otros lados en Jerusalem. En aquel período, entre 1949 y 1967, la ciudad quedó dividida y los árabes impedían el acceso de los judíos a su santuario más sagrado , el Muro de los Lamentos, que había quedado del otro lado de las líneas de armisticio. Más de 50 sinagogas que quedaron del lado jordano, fueron destruidas total o parcialmente.
Cuando Israel conquistó la Ciudad Vieja en junio de 1967-en el frente jordano al que entró recién como respuesta a los cañoneos jordanos hacia Jerusalem- reunificó la ciudad. La libertad de cultos que caracteriza a Jerusalem desde entonces, no se conocía en la ciudad en la época de gobierno jordano.
Lo que más molesta en la votación de 128 países en favor de la resolución de este jueves en la ONU, no es solamente que todos ellos se consideren con derecho a decidir cuál es la capital de Israel. Lo que más molesta es que en muchos casos, representantes oficiales a muy alto nivel de varios de los países que levantaron su mano a favor de la resolución, estuvieron en Jerusalem, vieron que funciona claramente como capital de Israel, vieron con sus propios ojos la libertad de todos y cómo eso no va en desmedro del respeto a los lugares sagrados del Islam. Lo peor es que en su fuero íntimo probablemente tienen claro que si Israel no fuera el soberano, la situación de la ciudad sería otra totalmente distinta.

Otro punto preocupante es que quienes votaron a favor de la resolución que declara “ilegal” el reconocimiento de Jerusalem como capital de Israel, presentándolo como “violación del Derecho internacional”, no calificaron como tal los ataques que Jerusalem sufrió , ya antes mencionados, como parte de ofensivas árabes contra Israel.
Y es peligroso que los 128 países que votaron contra Israel-ese es el sentido- crean por un momento siquiera que con ello están aportando a una solución de paz. Con sus votos contra Jerusalem como capital de Israel, no hacen menos que envalentonar a los extremistas, a todos aquellos que siguen desmintiendo el vínculo histórico judío con Jerusalem. No es casualidad que tras los “días de ira” proclamados por Hamas y Al Fatah, el jefe de Hamas en Gaza, el terrorista Yehia Sinwar, se sintió hoy suficientemente fuerte como para llamar a “un día de sangre”.
Dicho sea de paso, Sinwar también habló del acuerdo de unidad palestino que “se está desmoronando y es ciego el que no lo ve”. Eso, tan sólo unas semanas de las dramáticas noticias sobre la supuesta reconciliación. ¿Por qué no funciona? “Porque hay quienes quieren que Hamas renuncie a las armas y a los túneles”, dijo Sinwar sin nombrar a Fatah. O sea...como quieren quitarles las herramientas del terrorismo, esto no funciona.

Eso debería preocupar al mundo. Y las amenazas e incitación virulentas en las redes sociales palestinas. No que Jerusalem sea capital de Israel....que es lo mejor que le ha pasado a Jerusalem en su milenaria historia.

Fuente: Facebook Ana Jerozolimski