Un camino inesperado hacia la paz. Por Sergio Pikholtz


Kerem Shalom es el paso fronterizo por el cual ingresan la mayoría de los suministros que llegan a Gaza desde Israel.

Sin embargo, los palestinos, en lo que puede definirse como instinto suicida, decidieron incendiarlo y destruirlo hace unos días. Tres veces lo hicieron en el último mes.

Pero si el lector desprevenido cree que en esto terminan las intenciones autodestructivas, debe saber que el paso fue reacondicionado por Israel, en una noche, para permitir el ingreso de mercancías a Gaza, a pesar de que los funcionarios palestinos se negaron a recibir las mercancías de 14 camiones. Solamente aceptaron suministros médicos, pero devolvieron comida y pañales luego de demorar los camiones casi por diez horas.

Ese mismo día, en Jerusalén quedó inaugurada la Embajada de Estados Unidos y, cuarenta y ocho horas más tarde, el presidente de Guatemala Jimmy Morales hacía lo propio con la representación de su país en Israel. Por si fuera poco, anunció que tiene intenciones de suscribir un tratado de libre comercio entre los dos países.

Cuando Donald Trump confirmó su decisión de trasladar la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén enumeró una serie de razones por las cuales consideraba que se trataba de un acto de justicia histórica y, ahora, puedo definir sin lugar a dudas que se trata de una medida pragmática y de enorme utilidad para la evolución en la resolución del conflicto que provoca cientos de muertos especialmente entre la población palestina, rehén de una banda de forajidos y terroristas dementes que no duda en mandar a sus compatriotas a una muerte segura al intentar traspasar la frontera de un país soberano.

La decisión de Estados Unidos, Guatemala, Paraguay, y otros países que con certeza trasladarán sus Embajadas en el corto plazo, constituye una prueba irrefutable de la posición que el mundo empieza a tomar: Jerusalén es la capital del Estado Judío sin discusión alguna a la vista y tal reafirmación despeja de una buena vez uno de los motivos de controversia, ya que define por la vía de los hechos concretos lo que la ONU en su momento promovió como punto de conflicto pretendiendo instalar que Jerusalén era una especie de limbo internacional. Nunca lo fue. Desde los tiempos del rey David, hace más de tres mil años, la ciudad fue la capital de un reino judío y, aunque debiéramos partir al exilio, la presencia hebrea en el lugar nunca se interrumpió hasta nuestros días.

Con el reconocimiento del derecho de Israel a definir su capital donde más le plazca también se asegura que la ciudad santa sea un lugar de culto libre para todas las religiones recordando que hasta 1967 los judíos no podían acceder a sus lugares de rezo, especialmente al Kotel, el muro occidental del antiguo Templo de Jerusalén mal llamado Muro de los Lamentos.

Por otra parte, los incidentes producidos en la frontera, motorizados por los fanáticos de Hamás que no dudan en mandar a la muerte a sus propios compatriotas, no hace más que desnudar lo insostenible de un liderazgo tenebroso y macabro. Todo eso bajo la influencia de la mudanza de las Embajadas.

Más de sesenta palestinos murieron en esta última etapa de violencia que Hamás incentivó y, según manifestó el líder político terrorista Salai Bardabuil, cincuenta de los fallecidos eran combatientes de la banda terrorista y no manifestantes indefensos. Esta instancia también queda a la vista en este momento histórico.

Creo que se abre una magnífica oportunidad de caminos abiertos a la paz porque cuando se empiezan a establecer alianzas estratégicas para establecer la toma de posiciones respecto de diferendos que fueron creados artificialmente, no queda más alternativa que sentarse y dialogar sobre la base del acuerdo.

El pueblo palestino merece tener su estado y para ello es necesario que un liderazgo democrático los conduzca en esa dirección reconociendo la existencia de Israel y su continuidad en el tiempo porque esa vieja idea de tirar a los judíos al mar no es posible, ni será posible nunca.

Inesperadamente los mejores socios de los palestinos para la paz son los países que han reconocido que Jerusalén es la capital del Estado Judío y, por sobre todo, Israel, que aunque destruyan una y otra vez Kerem Shalom, una y otra vez volverá a reconstruirlo.

Sergio Pikholtz

Presidente de la Organización Sionista Argentina