El codiciado tesoro de los judíos en Yemen


El mes de mayo del año 2016, un pequeño grupo de 17 exhaustos judíos yemeníes finalizaron exitosamente una de las aliyót (inmigración judía) a Israel más complejas y peligrosas de las últimas décadas. Entre las escasas pertenencias con las que aterrizaron en el aeropuerto de Ben Gurion había un pergamino de la Torá de unos 800 años de antigüedad. La huida de esta familia de Saná –la capital de Yemen– a Israel enfureció a las autoridades locales y a sus aliados iraníes, y como represalia arrestaron y encarcelaron al joven judío yemení Levi Marhabi, acusado de ayudar a escapar a la familia llevándose consigo el antiguo texto sagrado, que definieron como “tesoro nacional de Yemen”. El muchacho ha sido condenado a dos años de prisión, y sobrevive en condiciones infrahumanas rodeado de peligrosos criminales.

Moti Kahana, israelí residente en EE.UU., fundó la organización Amalia, dedicada esencialmente al rescate de refugiados sirios. Su meta es salvar a los pocos judíos atrapados en los bombardeos de la guerra civil siria, pero también asiste a otras minoritarias comunidades judías dispersas por Oriente Medio, como la de Yemen.

La comunidad judía de Yemen es de las más antiguas de la historia: se cree que se remonta al periodo del Primer Templo judío. Entre 1949 y 1950, tras la independencia de Israel, la mayoría de judíos yemeníes emigraron al Estado judío en la operación Alfombra mágica. Los pocos que decidieron quedarse fueron sometidos a pogromos y persecuciones.

Según relata el voluntario hebreo, que se infiltró en un Yemen devastado y dividido por una brutal guerra civil, existe un pequeño grupo de judíos en el pueblo de Raida, al norte de la capital, y el resto –unos cinco clanes, todos conectados a la familia Marhabi a la que pertenece el joven arrestado– viven encerrados y atemorizados en el complejo amurallado. “El rabino Yosef Marhabi, el último que queda en Saná, está manteniendo unida a la comunidad con extrema dificultad”, asegura Kahana.

Yemen está sumido en el caos. El aeropuerto internacional está cerrado, bandas armadas patrullan las calles y batallan sin escrúpulos casa por casa. Saná sufre constantes bombardeos aéreos. Tzemach, uno de los últimos 23 judíos que quedan en el país, le dijo a Kahana: “Queremos emigrar a Israel, esto es muy peligroso y necesitamos ayuda urgente, que alguien organice nuestra aliyá”. De hecho, esta misma semana fue secuestrado Josef Marhabi, de 30 años, por milicianos hutíes proiraníes. El gran temor es que empiecen a secuestrar a las chicas para supuestamente casarlas, es decir, realizar matrimonios exprés que permitan violarlas y convertirlas al islam, al estilo del Estado Islámico.

El hermano de Tzemach, Naftali, llegó hace años a Israel y hoy sirve en el ejército. Naftali asegura que su familia, atrapada en Yemen, quiso hacer la aliyá y emigrar con los 17 que aterrizaron en Tel Aviv, pero tuvieron que esperar porque no lograron vender sus propiedades. “Teníamos buenas relaciones con los vecinos, pero una mañana todo cambió –relató Musa, otro judío atrapado en Saná–. Dejaron un papel bajo la puerta. Decía que si no nos marchábamos de inmediato, seríamos asesinados. Afirmaban que somos espías sionistas, herejes y que vendíamos alcohol, algo prohibido en el islam”.

Cuando los iraníes y los hutíes vieron la noticia de los yemeníes que aterrizaron en Israel se enfurecieron”, dice Kahana, quien cree que hay opción de rescatar a los judíos de Yemen a cambio de retornar el sagrado pergamino de la Torá. Los pocos que quedan dicen que “quieren huir del infierno, pero no quieren dejar atrás a uno de los suyos en prisión”. La incógnita es si la ancestral Torá servirá para liberar al joven Levi Marhabi y salvar a los últimos judíos de Yemen.

Fuente: Hebreos.net