Los palestinos protestan: “El BDS nos perjudica”


“La campaña de boicot amenaza nuestra subsistencia, ¿Por qué el mundo continúa contribuyendo a la Autoridad Palestina cuando ella no nos proporciona empleos?”. Ese tipo de declaraciones la hacen ciudadanos palestinos que viven en Cisjordania.

Nadia Allouche, Nabil Basharat y el Prof. Mohammed Dajani Daoudi, palestinos de Jerusalén y sus alrededores, piden dejar a un lado la política y los boicots que los perjudican. “El BDS usa tácticas de Hamás”.

En días en que una nueva administración estadounidense está formulando un plan diplomático destinado a fracasar, desde el terreno empieza escucharse una historia diferente. Nadia Allouche, Nabil Basharat y el Prof. Mohammed Dajani Daoudi son tres árabes palestinos que viven en Jerusalén y sus alrededores. Hasta hace unos meses, no sabían nada de la existencia del otro y aún hoy la conexión entre ellos es débil. Pero el denominador común que tienen, que no es necesariamente familiar, justamente es lo importante.

Dajani, Basharat y Allouche, junto con un periodista palestino independiente de nombre Khaled Abu Toameh y el Prof. Ali Calive, le están pidiendo a su pueblo, a los israelíes y al mundo – que dejen de organizar boicots, que dejen la política a un lado y se concentran en medidas prácticas para mejorar la situación de los árabes en Judea y Samaria.

“El camino entre israelíes y palestinos pasa por la prosperidad”, así se llama un nuevo estudio del Centro de Jerusalén para las Relaciones Públicas, en donde se presentan los cinco palestinos citados, y con ellos algunos escritores israelíes, que dicen que en su opinión, el camino correcto para lograr la paz en este país pasa por la cooperación. Hace unos meses, se publicó una versión en inglés del documento y el lunes se presentará la versión en hebreo. En cuanto a la versión en árabe, su publicación en público puede ser delicada pero ya llegaremos a ese tema. “¿Por qué no intentamos una vez, el lado israelí y la parte palestina vivir un período de silencio? ¿Por qué no intentamos dos, tres, cuatro años de normalización y convivencia? Siempre se puede luchar”, dice Nabil Bisharat.

¿Esclavos? Es una mentira

Esta semana nos encontramos con Basharat en Jerusalén. Tiene 44 años, es padre de siete niños y vive en Giba que se encuentra el norte de Jerusalén. Todas las mañanas, a las cuatro, lo viene a buscar un autobús para llevarlo a Rahat en donde trabaja en la famosa fábrica de SodaStream. Tarda tres horas el camino hacia la fábrica incluyendo 45 minutos de espera, todas las mañanas, en el paso fronterizo de Kalandia. Hace nueve años que trabaja en SodaStream, va avanzando de puesto en puesto, hasta llegar a jefe de sección y de equipo.

Hasta hace dos años él trabajaba muy cerca de su casa ya que la empresa SodaStream funcionaba en la zona industrial de Mishor Adumim, que queda a 20 minutos de su ciudad Giba, pero debido a razones comerciales la directiva de la empresa decidió cerrar las diferentes sucursales en el país y levantar una sola fábrica más grande en la zona del desierto del Neguev. El cierre de la fábrica que está ubicada más allá de la línea verde jugó a favor del movimiento BDS, que combatió durante años contra  SodaStream, y que mostró el cierre de la fábrica en Mishor Adumim como si se tratase de un éxito propio. Basharat de repente se quedó sin trabajo y quedó muy enfadado con los del BDS. “La campaña mundial del BDS perjudica justamente al público palestino. El movimiento BDS amenaza la seguridad laboral y mi posibilidad de mantener a mi familia. Ellos perjudicaron el alimento de cientos de trabajadores en la fábrica de SodaStream, los cuales fueron despedidos cuando la empresa abandonó su sucursal en Mishor Adumim”.

“El movimiento BDS perjudicó los esfuerzos de Daniel Birenbaum, el director general de la empresa, para poder conseguir los permisos de trabajo para los trabajadores palestinos de SodaStream, para que éstos puedan pasar la línea verde llegando a la nueva fábrica ubicada en el Neguev. Si no hubiese sido por los del BDS, podríamos haber ampliado la fábrica de Mishor Adumim y volver a nuestros puestos anteriores en vez de perder el permiso de trabajo durante 18 meses, el tiempo que pasó hasta que nos permitieron volver el trabajo”, nos cuenta Basharat.

“Tanto mi departamento en Mishor Adumim, como en la actualidad en Rahat, trabajan juntos palestinos, judíos y árabes de Jerusalén oriental. El movimiento BDS presentó a los trabajadores palestinos de SodaStream como si fuesen esclavos explotados por los dueños y eso es una mentira. Los trabajadores palestinos están muy felices en sus trabajos y trabajamos en buenas condiciones con un buen sueldo”.

“SodaStream para mí es como una familia, a pesar de la distancia y del tiempo que me tomó el viaje estoy feliz ya que regresé allí. Por contrapartida, cientos de mis amigos que no recibieron permiso para trabajar en Israel se han quedado sin trabajo. Y no son solamente hechos, también todos los que estaban por los alrededores de la fábrica. Es decir, los conductores, los proveedores y todos los demás. Miles de personas fueron perjudicadas por el cierre de la fábrica en Mishor Adumim”.

En vez de BDS y de la política, Basharat propone una normalización. “Yo tengo fe que podemos vivir juntos, yo vivo eso durante nueve años. A pesar  que cada uno viene de una zona diferente nosotros trabajamos juntos. Nosotros dialogamos, comemos juntos, y hablamos abiertamente de nuestras vidas e incluso de aspectos políticos. Hemos pasado juntos días difíciles, por ejemplo las dos guerras en la Franja de Gaza y la ola de atentados que comenzó en otoño del 2015. Nosotros hablamos sobre esas cosas”, cuenta.

El temor hacia  Hamás

También Nadia Allouche experimenta la coexistencia en el terreno y cree en ella como una forma de vida. Ella tiene cerca de 50 años y habita en El-Azaria, está casada con un árabe-israelí y desde hace años es la directora de la sucursal del supermercado Rami Levy en Mishor Adumim. Al igual que las otras sucursales del supermercado ubicadas más allá de la línea verde, también este que se encuentra ubicado al lado de la ciudad de Maale Adumim, llegan compradores tanto judíos como árabes y entre los trabajadores también hay judíos y árabes, en resumen… Coexistencia.

Nadia Allouche considera que la forma en la que está viviendo debería servir como modelo para los otros. “Siempre creí en la coexistencia”, escribió en aquel documento. “A mí me gusta estar en contacto con los dos lados, con los judíos y con los árabes. El problema es que los extremistas en los dos lados, y en especial los dirigentes de Hamás, intentan prevenir las relaciones. Ellos amenazan a los que estamos en contacto con los israelíes e incluso asesinaron a personas y eso nos provoca miedo”. Ella rechazó sacarse una foto para esta entrevista.

Allouche no duda en utilizar las palabras que se merecen los del BDS. “Se trata de la nueva amenaza del trabajador palestino, ellos utilizan las mismas tácticas que Hamás. Los activistas del BDS en Estados Unidos y en Europa están en contra de la coexistencia, ellos especialmente se centran en los israelíes que comercian con  Jordania pero que les dan trabajo a los palestinos en las zonas industriales compartidas. Ellos están en contra de personas como Rami Levy argumentando que sus negocios explotan a los palestinos y perjudicar sus derechos”.

Ellos quieren que Rami Levy cierre sus negocios pero yo me pregunto ¿Quién en su lugar o quien otro le va ofrecer trabajo a los palestinos que están trabajando en dichos supermercados? La Autoridad Palestina ha fracasado a la hora de ofrecer empleo a esos trabajadores que se habían quedado sin trabajo cuando cerró SodaStream. Yo no comprendo cómo es que el mundo les sigue donando dinero a la Autoridad Palestina cuando ellos no nos ofrecen empleos ni a nadie de su pueblo”, dice Allouche.

La solución: Un camino intermedio

El estilo de vida que implementan cada día Basharat y Allouche, es algo que el Prof. Mohammed Dajani Daoudi ha denominado desde tiempo en una propuesta ordenada a la que llama “Wasatia” (un camino intermedio o el tercer camino). Dajani Daoudi vive en Beit Janina y es el director del Instituto de estudios americanos en la universidad de Al-Quds de Abu Dis. El término Wasatia lo tomó del Corán. “Significa desde el punto de vista religioso tolerancia y aceptación del otro”, nos explica en nuestra entrevista de esta semana en Jerusalén.

También Dajani Daoudi, de 72 años, llegó a creer en la coexistencia a causa de su experiencia personal. Durante los años 90’ sus padres necesitaban, por distintas razones, el tratamiento del sistema de salud de Israel. “Cuando fui con mi papá al hospital israelí y el doctor lo trató de manera amable eso fue todo para mí, eso me abrió los ojos y el corazón. Ésa fue mi experiencia personal que me permitió ver la parte humana del distinto”.

¿Qué propone Dajani Daoudi? Alejarse de la política, dejar a un lado los enfrentamientos y las peleas y buscar soluciones concretas para problemas concretos de la vida cotidiana. “Nuestra aspiración no es solamente crear un movimiento islámico palestino moderado que pida paz, sino también modificar el clima que produzca un entendimiento y relaciones buenas que nos lleven a una solución de paz”, nos dice acentuando que no está renunciando a las inspiraciones nacionales palestinas pero que si piensa que la normalización y la coexistencia son anteriores a los acuerdos. “Se trata de un proceso largo de construcción de la paz que tiene que comenzar ahora, y no solamente luego de solucionarse los problemas políticos”.

“La visión que está proponiendo Dajani Daoudi es una clásica Bottom Up, y es el camino concreto para llevarnos a una normalización entre los pueblos y a un progreso”, nos explica quien desarrolló la investigación, Dan Deiker. “El público palestino desea la colaboración y tener oportunidades económicas profesionales con sus vecinos israelíes. Las voces que has escuchado en tu entrevista son las de la clase media Palestina que esté interesada en una colaboración con sus pares israelíes. Los líderes palestinos en los poblados y las aldeas, en especial en las zonas C, hablan abiertamente de su deseo de colaborar y de obtener una buena vecindad con sus vecinos judíos”, afirma Deiker, que desde hace años trabaja en el tema del BDS.

En camino a un cambio de concepción

Lo que sucede es que Deiker, como tantos otros, conocen perfectamente el principal obstáculo para las ideas de coexistencia y esa es la violencia. El vehículo de Dajani Daoudi fue explotado en el 2014 por alguien no identificado ya que se había atrevido a llevar a sus estudiantes de visita a Auschwitz. Como contamos antes Allouche se niega a sacarse una foto para la entrevista y Nabil confiesa que cierta vez fue interrogado por el servicio de inteligencia palestino. “Eso sucedió luego que participé en un encuentro de coexistencia patrocinado por Shimon Peres”, cuenta.

Deiker, quien ha publicado el informe, se cuida mucho al utilizar palabras que puedan perjudicar la causa. “La palabra árabe para definir una normalización es Mutbaain. El problema es que tiene un significado suplementario y es el de “colaboración” y ese significado tiene una connotación negativa por los soplones que colaboran con Israel. Por lo tanto hemos establecido la palabra “Un camino económico compartido hacia la paz”, dice Deiker. A pesar de la sensibilidad este documento también va a ser traducido dentro de poco al árabe.

El Dr. Dori Gold, presidente del Instituto de Jerusalén explica que el estudio está destinado para ser leído en el extranjero, en la comunidad internacional, no menos que hacia dentro, en las sociedades árabes y judías. “Debemos traer un cambio de concepción, no solamente en el público palestino sino también en la comunidad internacional. Allí tienen que entender que toda solución entre nosotros y los palestinos pasa por una colaboración entre las partes y no vía el camino de los boicots y del BDS”.

“Eso es lo que tenemos que decir y es el objetivo de nuestra publicación. No menos que eso, también entre las comunidades judías del extranjero hay quienes piensan que el BDS es lo que se necesita ahora. Nosotros debemos decir claramente que se trata de una perspectiva equivocada y que la solución pasa por una colaboración. Ya que si no lo decimos vamos a perder la batalla y por ende la importancia de hacerlo”.

Traducido por Hatzad Hasheni
Fuente: Israel Hayom / Por Israel