AMIA presenta “Rosa y Sebastián”, el testimonio de una madre que perdió a su hijo

Por pedido de la institución, Rosa, la mamá de la víctima más joven del ataque terrorista, grabó un conmovedor relato en el que cuenta los últimos minutos que compartió con su hijo de 5 años.


A una semana de conmemorarse los 24 años del atentado terrorista perpetrado por el fundamentalismo islámico, AMIA presentó hoy, a través de sus redes sociales, el proyecto audiovisual “Rosa y Sebastián”, el tercer video dedicado a la memoria de Sebastián Barreiros (5 años), la víctima más joven de la masacre del 18 de julio de 1994.

Se trata de una conmovedora realización en la que su madre, Rosa, relata cómo fue la última mañana que compartió con su hijo, quien ese fatídico día comenzaba las vacaciones de invierno, y pidió no viajar en colectivo para conocer los túneles de la red de subterráneos. ¿La razón? Sebastián había escuchado que esos pasadizos eran muy parecidos a los túneles que veía cuando se sentaba frente al televisor a disfrutar de uno de sus dibujos animados preferidos. En la mañana del 18 de julio de 1994, Sebastián y su mamá compartieron el trayecto de la Línea B, desde la estación Lacroze hasta la estación Pasteur.

En su compromiso permanente por mantener viva la memoria, y renovar el pedido de justicia, AMIA decidió este año lanzar seis acciones de recordación. De las seis iniciativas creadas, tres fueron dedicadas a recordar a Sebastián. “Valoramos el compromiso y el testimonio de Rosa. Su voz da la dimensión del accionar inhumano del terrorismo islámico, y nos pone en contacto directo con las marcas y las heridas que el atentado dejó en los familiares que perdieron a sus seres queridos, y en las personas que pudieron sobrevivir”, remarca Agustín Zbar, presidente de AMIA.

La narración en primera persona que acompaña al video “Rosa y Sebastián”, además de ser el estremecedor relato de una madre que perdió a su hijo, representa también la valiosa palabra de una sobreviviente. En el preciso momento de la explosión de la bomba, Rosa y Sebastián, quienes habían llegado a la ciudad de Buenos Aires desde Villa Bosch, caminaban por la vereda de la AMIA, en la calle Pasteur. De la mano, se dirigían hacia el Hospital de Clínicas, ubicado a 200 metros de la institución.

“Tres de las seis acciones artísticas de este año tuvieron a la historia de Sebastián como protagonista,” explica Elio Kapszuk, realizador y productor general del proyecto. “Por un lado, la canción infantil creada por Pedro Aznar y Piñón Fijo, que estuvo pensada y dirigida al público infantil y a sus padres. Luego, desde la ficción, convocamos a Eduardo Sacheri para que nos ayudara a pensar qué hubiera sido del futuro de Sebastián si el atentado terrorista no hubiera terminado con su vida. Pero algo seguía faltando. Y ese algo era la voz de su mamá, Rosa. Sólo su testimonio directo, sus palabras de primera mano, logran transmitir el conocimiento y la emoción justa para volver a vivir con ella esa mañana”, concluye Kapszuk.

Con música original compuesta por Leo Sujatovich, el video “Rosa y Sebastián” contó con la dirección general de Sebastián Mignona, y fue dirigido por Cecilia Atán. La animación estuvo a cargo de Estudio Tres.

La realización del proyecto fue posible gracias al apoyo de Fundación IRSA, Grupo Insud, DESA Desarrolladora Energética S.A., Laboratorios ELEA, y la productora “El Perro en la luna”.

“Rosa y Sebastián” cierra la trilogía de piezas audiovisuales realizadas por AMIA en recordación a Sebastián Barreiros, y que estuvieron conformadas por “Ronda de la paz”, canción infantil creada por Piñón Fijo y Pedro Aznar, y “Futuros negados”, cuento escrito por Eduardo Sacheri y narrado en un emotivo video por el actor Diego Peretti.


“ROSA Y SEBASTIÁN”, EL TESTIMONIO DE UNA MADRE

Bueno, ese día, lo desperté, lo levanté, le di la leche…

Lo cambié, cambié a la hermanita, y salíamos para el lado del Hospital de Clínicas.

Cuando llego a la puerta, llegó mi mamá. Le dejé la nena y digo:  Bueno, como era el primer día de vacaciones de invierno, bueno lo llevo, lo llevo a un Mc Donalds, a algún lugar, para que el primer día de vacaciones saliera.

Cuando llegamos a la estación le digo: “Sebi, vamos en colectivo. Llegamos a Chacarita y tomamos el colectivo”.

(Sebastián) “No, yo quiero ir en subte porque a mí me dijeron que los túneles son como los túneles de las Tortugas Ninjas”.

Así que fuimos en subte. Salimos del subte. Pregunté dónde quedaba el Hospital de Clínicas. Me dijeron: “Seguí por Pasteur derecho; te chocás con el Hospital de Clínicas”. Yo era la primera vez que iba, no sabía dónde quedaba.

En el camino íbamos jugando al “veo-veo” y sí recuerdo que (en) un negocio antes de AMIA, vendían ropa, y me paré a mirar algo que me había gustado. Miro hacia la calle, vi parado un patrullero vacío, solo.  Lo agarro de la mano a Sebi, y empezamos a caminar hacia el Hospital de Clínicas.

No sé la cantidad de pasos, porque fueron pasos los que hice, y de pronto un ruido muy fuerte, un viento muy, muy fuerte nos levantó, y me arrancó al nene de las manos.

Cuando el viento me suelta, empecé a buscar a mi hijo porque no estaba al lado mío; no sabía para dónde había ido a parar. Me levanté, me acuerdo que estaba descalza, me acuerdo que pisaba cosas que me pinchaban, y yo no sabía qué era, tampoco me importaba, y cuando lo vi al nene lo quise levantar, y no lo podría levantar.

No podía levantarlo y empecé a gritar, empecé a gritar, empecé a gritar… Un hombre, un muchacho, entró a la cuadra y agarró al nene, y se lo llevó al hospital. Esa fue la última vez que vi a Sebastián.

Cada 18 de julio es otra bomba porque siguen pasando los años, y yo sigo igual que en el `94.