El encare terrorista


Así como ellos adoran la vida, nosotros adoramos la muerte”.

Así nomás. Esta frase la dijo años atrás Fathi Hamad, en aquel momento ministro del Interior en el gobierno de Hamas en la Franja de Gaza. No se trataba de un tema puntual pasajero sino de una concepción de mundo. Fue una terrible confesión, porque se hizo con orgullo, con convicción, con certeza de parte de este dirigente de Hamas, acerca de qué está bien y qué está mal.

No fue un elogio a Israel sino casi una burla.

El problema es que no se trató de un exabrupto aislado de un islamista extremista que no representa a sus pares, sino la manifestación de una política de fondo, del encare de Hamas y quienes se le asemejan.

Y eso se sigue traduciendo también hoy en la realidad de todos los días en la compleja dinámica israelo palestina y también la interna propia de la Franja de Gaza. Es que lo de “vida” y “muerte” no se refiere solamente a balas, no es sólo una expresión literal, sino una actitud.

Israel desarrolla, apuesta a futuro y a cuidar a su gente, construye nuevas escuelas y más viviendas inclusive en las zonas adyacentes a la Franja de Gaza, mientras Hamas, que gobierna la Franja desde hace 11 años, no dedica sus recursos al desarrollo de la población, sino al fortalecimiento de su infraestructura armada. No ha renunciado aún a los túneles ni a los cohetes y cada día es más sofisticado en el envío de su nueva arma (suena a broma, pero lamentablemente no lo es), las cometas y los globos incendiarios y explosivos, que por el viento que sopla desde Gaza hacia territorio israelí, ya han arrasado decenas de kms2.

Los imaginamos horas y horas dedicándose a sus globos y cometas convertidos en amenaza. Otra forma de tirar abajo los normales sueños de los niños. Horas y horas viendo cómo llegar a lo que llegaron ayer, el lanzamiento de varias decenas a la vez. Los imaginamos disfrutando cuando oyen de los incendios que provocan en Israel. Hace semanas, cuando comenzó todo esto, eran varios por día. Hace pocos días, ya fueron 31 en una sola jornada. Ayer, 21, al menos hasta el momento de escribir estas líneas.

Los bomberos israelíes, acompañados por el personal de seguridad en Eshkol, corren tras las llamas para apagar los incendios. Y en los kibutzim vuelven a plantar. No, claro que lo que plantan no sustituirá rápidamente lo quemado. Pero es un mensaje. Yo creo que no sólo a Hamas. Es un mensaje a sí mismos, a la gente de la zona, un mensaje que recalca: no nos van a doblegar.

Y pensamos en todo lo que podrían hacer los palestinos por sí mismos en las horas dedicadas a destruir, a escuchar a sus líderes que los vuelven a llevar una y otra vez a la tragedia.

En estos días se habla nuevamente, mucho, de los programas especiales que se necesita desarrollar para la Franja de Gaza, para que salga de su situación actual. Por esas latitudes se habla de “arreglo”, una exigencia de Hamas, hallar una fórmula que alivie la presión en Gaza. El Premier israelí se reúne con el enviado especial de la ONU a la región, la ONU elabora un plan que necesita la ayuda internacional y que costaría en una primera etapa entre 80 y 100 millones de dólares, Chipre confirma que Israel se dirigió a Nicosia para ver la posibilidad de una salida de Gaza al exterior a través suyo….y cabe preguntarse si no falta aquí un elemento clave: la disposición de Hamas a cambiar totalmente de rumbo.

O sea: claro está que una mala situación económica en Gaza, no aporta estabilidad ni tranquilidad de ningún tipo. Y cabe suponer que si a nadie le falta trabajo, hay menos probabilidades de que la gente participe en tumultos violentos y en provocaciones sobre la frontera con Israel que les pueden costar la vida. Por eso Israel recalca repetidamente-y no es de ahora- que no tiene interés ninguno en una Gaza en crisis. Por eso, aunque se retiró de Gaza hace casi 13 años, Israel continúa introduciendo mercaderías, así como también gas y combustible.

¿Pero acaso alcanza con serios planes de desarrollo, mientras quienes gobiernan Gaza continúan santificando la muerte por sobre la vida, la destrucción por sobre el desarrollo de su propia gente?

Paralelamente al intento de idear nuevas fórmulas para ayudar a la población palestina de la Franja de Gaza, es imperioso que la comunidad internacional comprenda que la presión central debe ser ejercida sobre Hamas. La organización que roba desde hace años los recursos de su pueblo, optando por sus cohetes y túneles en lugar de la lucha contra la pobreza y el hallazgo de fuentes de trabajo, debe saber que carga con la responsabilidad.

Fue por su terrorismo que Israel tuvo que cerrar las puertas de Gaza y prohibir el ingreso de los miles de trabajadores que antes podían mantener dignamente a sus familias con el sustento ganado en Israel. El mundo debe tenerlo presente y aclarar a Hamas que eso debe cambiar si quiere una verdadera ayuda.

El gran dilema, claro está, es cómo maniobrar entre el deseo de no agravar la situación en Gaza y el de no darle premios a Hamas.

Y eso se siente en forma inmediata también en lo relacionado al péndulo de violencia, no sólo a planes económicos a futuro.

Hace tres meses que Hamas intenta con mayores energías violar la frontera con Israel, irrumpir a su territorio y cometer atentados. Acompaña esos esfuerzos, frustrados por ahora, con crecientes y exitosos envíos de globos y cometas incendiarias. En los últimos días, Israel ha comenzado a abrir fuego hacia células de Hamas involucradas en el envío de los globos, en varios casos mientras intentan lanzarlos desde puestos de Hamas. Y ahora, Hamas intenta imponer una nueva ecuación: cada vez que Israel dispare, ellos responden con cohetes.

O sea: Hamas lanza globos y cometas incendiarias a los poblados civiles israelíes, Israel responde disparando hacia los miembros y puestos de Hamas relacionados a ello, y Hamas se considera con derecho a volver a responder lanzando cohetes y morteros, nuevamente, hacia la población civil.

Ningún plan de la ONU ni de nadie ayudará a mejorar la situación palestina, mientras no cambie esta mentalidad, incapaz de apuntar a la vida sino a la muerte, incapaz de pensar en mejorar la situación de su pueblo. Ellos, prefieren concentrarse en arruinar la del vecino.

Autor: ANA JEROZOLIMSKI
Fuente: SEMANARIO HEBREO