La carta escondida: Historia de una familia árabe-judía


Por Vladimir Maktovic

A los libros verdaderos los encuentras de alguna manera casual. No hay grandes campañas publicitarias, no hay titulares sensacionalistas que nos informan que ese es el libro del año, ni hay similares trucos de marketing. Los libros verdaderos encuentran a sus lectores de manera tímida y silenciosa. Eso exactamente me pasó a mí, cuando llegó a mis manos el libro de un serio analista de política internacional, el argentino Julián Schvindlerman. (Todo lo que el señor Schvindlerman hace puede verse en su sitio oficial www.julianschvindlerman.com.ar). Él escribió varios libros sobre la problemática de Medio Oriente, que es su especialidad particular. Recientemente, la editorial uruguaya Linardi & Risso publicó su primera novela La carta escondida; esperemos que no sea la última.

La protagonista principal, Leila, pidió al autor que en forma de novela contase la verdadera historia de su vida y de su familia mixta árabe-judía a la que pertenece. Leila por casualidad, leyendo una de los cartas de su padre se enteró que éste seguía siendo un musulmán, [a pesar de] que se había casado con una judía y se convertido al judaísmo. A sus suegros, el padre de Leila prometió que los niños iban a ser educados como judíos, pero él nunca renunció al islam, y lo prácticó en secreto. Todo se complica más porque él nunca, desde que emigró a Uruguay, anunció a su familia libanesa que se convirtió al judaísmo. Leila y sus hermanos fueron educados como judíos ortodoxos.

Esta historia es híper-textual y hay varios niveles de narración, hábilmente mezcla una historia familiar con el contexto político-social en que acontece. Leila está arraigada a la fe de su madre, en varias ocasiones partió desde Uruguay a Israel y, a su manera individual, contribuyó con la consolidación de Israel como estado del pueblo judío. Las descripciones de su labor en los kibutzim y su percepción de la fe están narradas de manera estupenda y muy interesante. Leila también viaja al Líbano para conocer a la parte árabe de su familia, a quienes no puede revelar su verdadera, propia identidad. Descubre que su tío era un terrorista y uno de los miembros prominentes de Hezbolá. Los parientes árabes de Leila le muestran con alegría y orgullo el Museo de Hezbolá. Por otro lado, es contada la historia de los abuelos de Leila que sobrevivieron el genocidio del Nacional-Socialismo y alcanzaron a salvarse al escapar hacia América Latina.

En 300 páginas, el autor nos cuenta esta historia tensa y difícil, pero al mismo tiempo no juzga, sino que intenta explicar y entender. Respeta la dignidad de la persona que quería contarle su historia. Surgen una multitud de cuestiones sobre la identidad, la fe, la pertenencia a un pueblo, a una nación, a un colectivo, y a la vez sobre la emigración, el exilio y la responsabilidad histórica. El escritor combina la narrativa, el ensayo, los acontecimientos personales y los datos históricos. El autor es exitoso en algo más, que suele acontecer en general cuando se escribe este tipo de sagas familiares: escapó a lo redundante y evitó lo patético. A los lectores les contó una historia que es árabe, que también es judía, pero que es por sobre todo universal. Y nos interpela a nosotros mismos, que hemos sobrevivido [en Serbia] todo tipo de situaciones similares, en esta, nuestra parte del mundo, en las últimas décadas.

Este libro nos enseña cómo se puede escribir sobre este tipo de cosas.

Danas (Serbia) – 13/9/18
https://www.danas.rs/kolumna/vladimir-matkovic/skriveno-pismo/