Se conmemoran 77 años de la masacre de Babi Yar


Esta semana la tragedia de Babi Yar (Ucrania), una de las masacres judías más monstruosas de la Segunda Guerra Mundial, ha cumplido 75 años. En Kiev, igual que en otras ciudades ucranianas, se celebraron misas de réquiem. Defensores de derechos humanos, familiares de las víctimas y miles de personas acudieron a los monumentos dedicados al holocausto para hacer ofrendas florales y recordar la tragedia. Según subrayó el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich: “El tiempo nos aleja cada día más de aquellos acontecimientos trágicos, pero la memoria sigue viva”.

Sin embargo, la parte oficial de los eventos conmemorativos, con la participación de las autoridades, empezará a realizarse a partir del 3 de octubre. La decisión fue tomada bajo la petición de las comunidades judías: el aniversario de Babi Yar ha coincidido este año con las celebraciones de Rosh Hashaná, el Año Nuevo judío.

En Babi Yar, una zona de barrancos al noreste de Kiev, durante los días 29 y 30 de septiembre de 1941 fueron fusiladas 33.771 personas, casi toda la población judía de la capital ucraniana. La víctima más joven de la masacre tenía 3 días de edad; la más anciana, 103 años.

El primer fusilamiento, ‘de prueba’, tuvo lugar el 27 de septiembre de 1941. Los nazis aniquilaron a los 752 pacientes de un establecimiento psiquiátrico cercano. El 27 de septiembre anunciaron que dos días después toda la población judía de la ciudad, con todos sus papeles y objetos de valor, debía presentarse en Babi Yar. Según la versión oficial, debían ser desplazadas a otro destino. En caso de no obedecer la orden, les amenazaron con el fusilamiento.

Al final de la calle que desembocaba en la zona se levantó un punto de control. En cada sesión hacían entrar a entre 30 y 40 personas. Les confiscaban sus cosas y les hacían desnudarse. Luego, los policías con palos les obligaban a colocarse al borde del barranco y les disparaban. Cada dos o tres capas de cadáveres se ‘tapaban’ con tierra.

El procedimiento no se veía desde la calle. Los disparos no se oían debido a la música y el ruido del avión que volaba por encima del barranco. La cola estaba esperando su turno con cierta tranquilidad. Los nazis no lograron fusilar a toda la cantidad de gente en tan solo un día y por la noche les colocaron en garajes militares. Solo 29 personas pudieron sobrevivir al fusilamiento.

En los días posteriores, el 1, el 2, el 8 y el 11 de octubre de 1941, fueron fusilados los judíos que llegaron de localidades cercanas a la capital ucraniana. El saldo mortal de estos otros cuatro días fue de 17.000 judíos más.

Las ejecuciones masivas duraron hasta noviembre de 1943, cuando los nazis fueron expulsados de Kiev. En dos años se acabó con la vida de entre 70.000 y 200.000 personas entre judíos, cinco campamentos gitanos, presos de guerra y sacerdotes. Los fascistas estaban diseñando en Babi Yar una planta para fabricar jabón con los cadáveres, pero no tuvieron tiempo suficiente para finalizar su ‘obra’.

Cuando empezó la ofensiva de las tropas soviéticas contra la ciudad, los nazis sacaron del suelo decenas de miles de cuerpos y los quemaron en hornos abiertos. Los huesos los molieron en máquinas especiales que habían llevado desde Alemania. Las cenizas las esparcieron en el aire.

La noche del 29 de septiembre se rebelaron los 329 presos judíos que trabajaban en los hornos. 311 de ellos fueron fusilados y 18 lograron salvarse para testimoniar los crímenes nazis en el juicio internacional después de la guerra.

Tras acabar la Segunda Guerra Mundial, se edificó en Babi Yar: desarrollaron un parque, dos carreteras, una torre televisiva y almacén de residuos de la planta vecina de ladrillo, entre otras construcciones. No fue hasta el 50 aniversario de la masacre, en 1991, que colocaron un monumento en honor de los judíos fusilados. En julio de 2011 la fecha de la masacre entró a formar parte del calendario conmemorativo de Ucrania. Una gran parte de los archivos relacionados con la tragedia sigue clasificada.

Fuente: Diario Judío