Séptimo día de Pesaj. Cuando caiga tu enemigo, no te regocijes


Por rabino Yerahmiel Barylka

Entre las diferentes preceptos de Pesaj, se destaca la enseñanza que indica: “Cuando caiga tu enemigo, no te regocijes; y cuando se le haga tropezar, no esté gozoso tu corazón” (Mishlé 24:17). Los estudiosos de la Torá se preguntan por el significado del mismo. “¿Y éste no se acercó a aquel durante toda la noche?” (Shemot 14:20) -Responde rabí Yonatán que cuando los ángeles ministrantes quisieron elevar sus cántigas, el Bendito Sea les dijo: ‘Las obras de mi mano (los egipcios y sus carruajes) se hunden en el mar y ¿ustedes cantan?’”.

El cruce por el mar Rojo forma parte de la memoria histórica de nuestro pueblo. En tiempos de Yehoshúa (2:10-11) se sabía en Jericó “cómo el Eterno secó las aguas del mar Rojo de delante de ustedes cuando salieron de Egipto”.

Los estudiosos también se interrogan acerca de la aparente contradicción de Mishlé de Shlomó (17:5) que no enseña que: “El que hace escarnio de la persona de escasos recursos ha vituperado a su Hacedor, el que está gozoso por el desastre [ajeno] no quedará libre de castigo”, pero, también afirma que: “Cuando perecen los inicuos hay alborozo” (Mishlé 11:10). ¿Cómo se resuelven estas aparentes contradicciones?

Hay quienes intentaron contestar diciendo que no es lo mismo alegrarse por la caída de un enemigo personal que cuando se celebra la desaparición del mal. Hay que congratularse con la extinción de la perversidad.

La recomendación para restringir la alegría por la desgracia ajena se descubre cuando, respecto a Pesaj a diferencia de otras festividades de Peregrinación, no aparece la instrucción de estar alegres. Y ello se debe a que en esos días murieron egipcios. Por eso tampoco se leen completas las laudes del Halel.

Cuando Moshé entonó el Canto del Mar que repetimos todos los días y con más fuerza en el final de Pesaj, rememoramos una situación como la descrita poéticamente por el midrash: “Una paloma huía de un halcón y buscó refugio en la hendidura de una roca donde encontró un nido de serpientes. No podía ingresar al refugio por la amenaza de las serpientes pero tampoco salir por la presencia del halcón. ¿Qué hizo? Comenzó a lamentarse y a agitar sus alas, esperando la oiga el dueño del palomar y salga y la salve”. En similar situación se encontraban los que salían de Egipto, no podían avanzar por el mar ni regresar por la persecución del Faraón, por lo que no les quedó más remedio que elevar su voz al Señor de Israel que los salvó. El llamado y el canto son dos expresiones de la misma desesperación.

Tenemos el derecho y la obligación de recordar los fenómenos que acompañaron al Éxodo. Ese es el motivo central de la memoria del séptimo día de la fiesta. Pese a ello, la exteriorización de la alegría debe ser medida. No sólo para no envanecernos y vanagloriarnos, que de por sí son actitudes sumamente negativas para quien las emprende, sino porque profundamente debemos educarnos a no alegrarnos con la caída de nuestros oponentes. Se puede encontrar un equilibrio.

.A. reprendió a los ángeles que deseaban cantarle. Nosotros somos muy lejanos de parecernos a ellos, pero, podemos aplicar su reconvención a la ligereza que tenemos en alegrarnos no siempre con causa.

La libertad en sí nos da suficientes razones de regocijo.

No necesitamos sumarle más.

Significados místicos

 El Séptimo Día de Pesaj, se considera como una fiesta completa: “Y en el día séptimo deben celebrar una convocación santa. Ninguna clase de trabajo laborioso deben hacer” (Bemidbar 28:25). 

La santidad de este día se asocia con uno de los eventos más grandes de la historia judía que es la Partición de las Aguas del Mar Rojo.

Muy bien podríamos preguntarnos ¿Por qué el Séptimo día de Pesaj se considera una fiesta, mientras que los días anteriores de Jol Hamoed, no, y son exclusivamente días de media fiesta?

El Ari z”l (1534 – 1572)] ha enseñado que la luz de la libertad que se ha manifestado en la noche del Éxodo (en la noche del Seder), fue una revelación superior que llegó del Supremo Emanador, que permitió un cambio de conciencia por parte de una nación de esclavos, una transformación que les permitió alzarse y abandonar su esclavitud, y a su residencia de tantos años en Egipto. La luz del Éxodo causó la transformación, y no únicamente el despertar de los Hijos de Israel tratando de ganarse la libertad. Pero esa luz se difuminó después de esa jornada. Ya no tenía función al día siguiente. Después de que nuestros abuelos hubieron probado el sabor de la libertad, volvieron a tener conciencia de esclavos.

Sin embargo, la caída no fue tan profunda, ya que el sabor de la libertad todavía estaba grabado en sus mentes y en sus corazones, debido a su grandeza y fuerza. Durante los días, en los que hoy se cuenta el Omer, los israelitas trataron de componer los elementos que todavía conservaron de la esclavitud traída desde Egipto. Aunque eran libres, los atributos de los esclavos se mantenían en la mayoría de ellos.

Si recorremos el texto de la Torá comprobamos que sufrieron de estrés, miedo, aprensión, culpa, ira, irritación, cinismo, crítica, frustración, y se quejaban de todo. Lo mismo que hacían durante su vasallaje. Cada una de las siete semanas que tardaron hasta recibir la Torá, los israelitas tuvieron que componer esa herencia, para que al final de los 49 días, pudieran reconectarse a la libertad.

En el Séptimo día de Pesaj, el trabajo de reparación derivado del sentimiento de la libertad del primero, se completa y se revela nuevamente con toda la luz de la primera semana, y eso es lo que convierte el séptimo día en una fiesta bíblica, mientras que los días previos se consideran semi festividad. No por accidente, este es también el día de la mayor prueba en la historia del Éxodo. Este es el día en que los israelitas llegaron al Mar Rojo, perseguidos por el ejército egipcio. Es bastante obvio que la primera reacción de los israelitas fue miedo y duda.

El recelo, la incertidumbre y la vacilación fueron el resultado de la conciencia de los esclavos de ayer. Sin embargo, el miedo fue reemplazado por coraje, y la fe superó la vacilación. Las oraciones al Creador, descubrieron un nuevo camino hacia el lugar más elevado que cualquier ser humano haya alcanzado; se conectaron al Pensamiento de Creación. Los israelitas descubrieron el secreto de cambiar la naturaleza y gobernarla. Moshé divide el Mar Rojo con su bastón y Najshón, el hijo de Aminadav salta al agua demostrando que a veces el ímpetu de un solo hombre puede ser la llave de un proceso ya que el resto de la gente lo sigue. Las holganzas del Séptimo Día de Pesaj (y del octavo en la Golá) son una gran oportunidad para conectarse con la capacidad de superar las dudas y los límites de la lógica humana, la capacidad de conectarse con la fuente de la Creación y extraer de allí el conocimiento, la certeza y la fe de que todo sucede de la mejor manera posible.

Los rituales del Séptimo día de Pesaj – LA MIMUNA

El Séptimo día de Pesaj se celebra como las otras tres fiestas de peregrinación (Pesaj, Shavuot, Sucot); que incluye oraciones y comidas festivas. Muchas personas tienen la costumbre de permanecer despiertos toda la noche anterior al séptimo día de la Pascua, estudiando la Torá como una forma de agradecer a .A. por el milagro que hizo en ese momento. En el Octavo día de Pesaj en la Golá, aquellas personas que tienen la costumbre de asegurarse de que la matzá no entre en contacto con la humedad, por temor a que la harina sobrante se fermente relajan esta y mezclan la matzá con agua y otros líquidos para crear los platos favoritos de los que se abstuvieron durante la fiesta. Durante los servicios de la mañana del octavo día, askenazíes e integrantes de otros grupos, incluyen las oraciones conmemorativas de Yizcor que recitan por la memoria de parientes fallecidos, las víctimas de la Shoá y los soldados del Ejército de Defensa de Israel.

El Baal Shem Tov [Israel (Yisroel) Ben Eliezer, (c. 1698, Okopy, Ucrania –1760, Medzhybizh, Ucrania), considerado fundador del judaísmo jasídico] notó que en el último día de la Pascua, se asoman los rayos de la redención mesiánica, e instituyó que una comida especial se lleve a cabo durante las últimas horas del día. (En Israel, esta comida y el Yizcor se observan en el séptimo día). En la noche del último día de Pesaj se lleva a cabo la Mimuna, una fiesta de origen marroquí con comida típica. La Mimuna marca el fin de la prohibición de comer jametz, como el pan y otros productos que contienen masa fermentada, prohibidos durante toda la semana de Pesaj. En la Mimuna la costumbre es comer dulces y pastas rellenas, y festejar hasta la madrugada, pasando de casa en casa visitando a la familia y a los amigos. El origen de la fiesta es discutido, pero posiblemente tiene que ver con el nombre Maimón, padre de Maimónides, el gran filósofo judío español que murió en la fecha de la Mimuna. Otra teoría es que el origen de la palabra deriva del árabe, “mimun”, que significa “suerte”. Además también marca el inicio de la primavera, de manera parecida a la fiesta persa-turcomana del Navruz y a la fiesta bereber de Yennayer. En Israel la Mimuna se ha popularizado, no sólo entre los judíos marroquíes, sino también entre los judíos mizrajim y es un día semi-feriado. La conexión especial con el Séptimo día de Pesaj y la división del Mar Rojo se manifiesta en la lectura de la Torá en la mañana del Séptimo día de Pesaj. Esta es la lectura de la historia de la división del Mar Rojo, en el libro de Shemot. La misma que leemos todos los días, porque debemos recordar esta acción permanentemente. La práctica de la libertad es obligatoria si deseamos mantener ese sentimiento en nuestros corazones y aplicarlo en nuestras vidas.

Shevií Shel Pesaj  – ¿Dónde se llevó a cabo la división del mar? ¿Qué significado tiene el Cántico del Mar?

Como sabemos, la canción del mar (hebreo: Shirat Hayam, también conocido como Az Yashir Moshé “En aquella ocasión Moshé y los hijos de Israel procedieron a cantar esta canción a .A.”) es uno de los tres grandes poemas que aparecen en la Torá (Shemot 15: 1-18).

Le sigue un breve himno, cantado por Myriam y las otras mujeres que empezaron a salir con ella con panderetas y en danzas… Expresa el agradecimiento de los hebreos a Dios por sacar a los hijos de Israel de Egipto y rescatarlos de los egipcios que los persiguieron a las orillas del Mar Suf.

El poema está incluido en los libros de oración judíos, y se recita diariamente durante el servicio de la mañana. La canción del mar se canta tradicionalmente en una melodía diferente y en los pergaminos de los cuales se lee la Torá está escrita   con un distintivo motivo de “ladrillo” en el rollo de la Torá… destacándose gráficamente del resto del texto.

El nombre hebreo Yam Suf, Mar de las Cañas, (nombre genérico de diferentes especies de plantas tropicales, sarmentosas, de tallos delgados, largos y flexibles), dio lugar a distintas especulaciones para determinar con exactitud el espacio geográfico del que nos habla la Torá. También los traductores de la Septuaginta o Biblia de los Setenta y la Vulgata y tras ellos los traductores de las Escrituras a otros idiomas contribuyeron a la confusión.

Si aceptamos que se trata del Mar Rojo, tampoco la Torá nos da una ubicación más exacta por lo que debemos buscar ese sitio a partir de otras fuentes.

            Para comprender la ubicación geográfica de la División del Mar, merece la pena mencionar el nombre Etham, “que está al borde del desierto”, donde Israel acampó antes de la División del Mar. Desde allí, la gente viajó a Pi hajirot, Migdol y Baal-Tzefón, hasta que finalmente marcharon al mar en tierra seca. En la lista de las marchas del pueblo de Israel en Bemidbar 33, dice que después de cruzar el mar “hicieron un viaje de tres días en el desierto de Etham y acamparon en Mara”. Estas informaciones combinadas demuestran que Etham se encontraba en el borde del Mar de Suf, en la frontera entre “el desierto” y “la tierra” aparentemente en el lugar donde se encuentra la moderna ciudad de Suez. Esto demuestra que la división del mar tuvo lugar justo al sur de Suez.

          Un intento de explicar el milagro científicamente en este lugar fue realizado por un hidrólogo llamado Moshé Dayán (sin relación con el famoso general). Dayán examinó los datos sobre el mar en el período anterior a la construcción del Canal de Suez, de acuerdo con los mapas y diagramas que utilizaron las excavadoras del canal a mediados del siglo XIX. Llegó a la conclusión de que el área contenía una terraza elevada que podía exponerse durante un cierto período de tiempo en condiciones extremas, tanto de marea baja como de vientos fuertes, y luego inundarse con grandes cantidades de agua inmediatamente después.

Uno de los primeros preparativos que los miembros de la delegación de Ferdinand de Lesseps emprendieron antes de excavar el Canal de Suez fue inspeccionar el rango de marea (la diferencia entre la marea alta y la marea baja) en los diversos cuerpos de agua que el canal conectaría. El rango de marea en los lagos amargos fue de 0,66 metros; en el mar mediterráneo era de 1,10 metros; ¡Pero en el Golfo de Suez era de 3.24 metros!

            Para concluir, ya sea que estemos convencidos o no por la veracidad del análisis de Moshé Dayán, el Mar de Suf es, de hecho, el Mar Rojo, y no ningún lago al norte o en las orillas del Mar Mediterráneo. El pueblo de Israel cruzó el mar cerca del borde norte del Golfo de Suez.

Aun sabiendo el lugar, la Torá optó por no conmemorar el pasaje por el Mar Rojo, y no dio un nombre especial a la fecha como festividad separada de Pesaj ya que el significado principal de este milagro fue su impacto en el concepto de la fe que trascendió el evento que lo antecedió y no en el cruce milagroso del mar.

La Shirá, el Canto del Mar que engendró, no fue menos importante que la salvación física. De hecho, es apropiado que el último día de Jag Hamatzot, incluya el reconocimiento a la Divina Providencia que se encuentran en el centro de la epopeya del Éxodo de Egipto.

La selección de la lectura de Haftará para esta fecha, ignora por completo lo que ocurrió ese día. En cambio, refleja el tema más amplio de la Shirá: la fe y la gratitud.

Shirat Hayam está escrito en una forma especial en la Torá, subrayando su singularidad. Al mismo tiempo, su relevancia queda atestiguada por su inclusión en las oraciones diarias. Mientras se busca conmemorar un evento singular, hay indicios de que su importancia trasciende sus orígenes.

El hecho de que no haya habido ningún cántico inmediatamente después de las Macot (plagas) o incluso del éxodo de Egipto parece subrayar que no fue solo una respuesta a una experiencia sobrenatural.

Además, la doble introducción a la Shirá- “vayiru haam… vayaminu” de fines del capítulo 14 de Shemot (“y la gente temía… y creyó”… “Israel también alcanzó a ver la gran mano que .A. puso en acción contra los egipcios; y el pueblo empezó a temer a .A. y a poner fe en .A. y en Moshé su siervo”) requiere una aclaración. La mención del nombre de Moshé Rabenu junto con el de Dios, también es desconcertante. Habiendo articulado su fe en .A., ¿no es superfluo o incluso inapropiado afirmar su creencia en Moshé?

El término “Az” (“entonces”), que implica una transición y una conexión con lo que lo precedió, sugiere que la inspiración para la Shirá constituye una coyuntura importante en el desarrollo incipiente de Israel.

Al comentar sobre el tiempo futuro de “yashir” (“cantará”), Jaza”l considera este momento también como una base para la fe en el futuro destino de la nación: “‘shar’ lo neemar ela ‘yashir’… mican letjiyat hametim min hatorá “(“no dice “cantó”, sino “cantará”… de aquí tenemos una fuente en la Torá para la futura resurrección de los muertos”).

Quizás lo que diferencia a este milagro y la respuesta de la Shirá fue lo que engendró precisamente el momento, así como el orden y  el énfasis, delineado en la Torá que reflejaron un momento de claridad espiritual para Am Israel.

El hecho de que la nación no haya respondido previamente con Shirá a pesar de que con frecuencia se encontraron con manifestaciones sobrenaturales, demuestra que la Shirá fue más que una reacción a un estímulo superficial. La doble introducción en la que el tema de yirá (aprensión, temor reverencial) precedió a la Emuná (fe), después de un período de deliberación y reflexión implícitos en esta serie de psukim, proyecta, al menos momentáneamente, la madurez espiritual de Clal Israel, de hecho, fue “Az”, un momento de importancia, con implicaciones para la aplicación del concepto de Emuná para el futuro – “shar lo neemar” (no dice canta). Así, de acuerdo con el Rambam, el verso de “Az yashir” constituye no solo la introducción, sino también el comienzo de la Shirá. Además, es consistente con esta perspectiva más reciente recién descubierta de que en ese momento, la nación finalmente comprendió completamente el papel crítico y sutil de Moshé Rabenu. Una comprensión de la relación entre observar las mitzvot- “Ze Eili veanvehu” (“este es mi Señor y lo glorificaré”), especialmente como se expresa en la doctrina de Jaza”l de “hidur mitzvá” (embelleciendo y engalanado de la mitzvá), y reconociendo la intervención divina – “ashirá la.A. ki gaó gaá” fue crítico en ese momento especial del cruce del Mar de Suf, pero no es menos decisivo en la oración diaria, en la que todos los días renovamos nuestra fe.

Fuente: https://ravbarylka.com/2019/04/24/septimo-dia-de-pesaj/