Por: Marcos Peckel
El número de incidentes antisemitas en el mundo, incluyendo actos de violencia contra instituciones judÃas, se ha incrementado significativamente en los últimos años. Pittsburgh, San Diego, ParÃs, Bruselas, Copenhague y Tolosa han sido escenario de ataques que han dejado vÃctimas mortales en la comunidad judÃa.
Históricamente, el antisemitismo, uno de los odios mas antiguos del mundo, se exacerba en perÃodos de ansiedad económica, polÃtica y social. Un odio cuyo origen es de naturaleza religiosa, reflejado en persecución por no aceptar los nuevos dioses, mesÃas o profetas y acusaciones de deicidio.
Se transforma en un odio étnico, sin ser los judÃos una raza, cuando ideologÃas que promueven la superioridad racial excluyen a los judÃos de su seno. A partir del medioevo, judÃos adoptaron el prestamismo, incluso forzados por regentes cristianos y musulmanes ávidos de capital, que por su fe tenÃan prohibido prestar a interés. Gracias en parte al “dinero judÃo” se llevaron a cabo expansiones industriales, campañas militares y patronazgo de las artes, para luego ser los judÃos vilipendiados por “usureros”.
La presencia judÃa en los movimientos progresistas, socialistas, comunistas, sindicalistas, feministas, por los derechos LGBT y de los emigrantes ha sido desproporcionada respecto a su pequeña demografÃa. Esto ha servido de plataforma para teorÃas conspirativas de “dominio del mundo” y atacar a los judÃos por “comunistas” y por la “decadencia moral”.
En el siglo XXI la mayor expresión de antisemitismo, sin que las anteriores hayan desaparecido, es el odio nacional, el odio al Estado judÃo, a Israel.
Aunque existÃa antes, fue en Durban, en la Conferencia de Naciones Unidas contra el Racismo, 2001, cuando este nuevo antisemitismo irrumpió con fuerza. Negar el derecho del pueblo judÃo a su autodeterminación nacional y negar el derecho de Israel a existir como Estado-Nación del pueblo judÃo es el antisemitismo del siglo XXI. El uso de la palabra “antisionismo” solo buscar darle un carácter polÃticamente correcto.
Si se hace un diagrama de Venn en que los cÃrculos fueran la extrema derecha, la extrema izquierda y el islam radical, el punto de intersección de las tres es el odio a Israel y a lo judÃo.
El movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que propende por la aniquilación del Estado judÃo, amenaza a actores, cantantes, deportistas y académicos que planean visitar Israel, en una de las expresiones más virulentas del antisemitismo de hoy. La misión diplomática de Palestina en
Colombia organiza eventos de “solidaridad con el pueblo palestino”, en el que paneles titulados “lobby sionista en Colombia” son ocasión para atacar con falacias a las instituciones judÃas representativas del paÃs. Mentir descaradamente, acusando a Israel de ser como los nazis, relativizar el terrorismo palestino y negar el Holocausto son expresiones recurrentes del antisemitismo moderno.
DecÃa Sartre en una frase lapidaria: “Si el judÃo no existiera el antisemitismo lo inventarÃa”. El virus muta, pero es el mismo virus y no afecta solo a los judÃos.
Fuente: El Espectador
