El New York Times utiliza un artÃculo de opinión en el que se denuncia aumento de antisemitismo en Europa como una oportunidad para intentar acusar al primer ministro israelÃ. En un editorial titulado «El viejo azote del antisemitismo se levanta de nuevo en Europa», el Times escribe: «El primer ministro BenjamÃn Netanyahu no ha ayudado a encontrar una causa común con lÃderes nacionalistas como el primer ministro húngaro Viktor Orban o el presidente Trump mientras no apoyen a un Estado palestino».
El antisemitismo europeo existÃa antes del moderno Estado de Israel. Existe independientemente antes de las polÃticas de cualquier primer ministro israelÃ. Culpar a los judÃos, o a un judÃo en particular, por el antisemitismo es inexacto. Es un error lógico. PodrÃa decirse que es un acto de antisemitismo en sà mismo, ya que sugiere que Israel, el único de todas las naciones, deberÃa ser incapaz de llevar a cabo una polÃtica exterior basada en sus intereses nacionales por temor a provocar un odio latente y esencialmente irracional.
Después de todo, si Netanyahu se negara a reunirse con Trump u Orban, eso también podrÃa provocar antisemitismo. ¿Qué se supone que haga el Ministerio de Asuntos Exteriores israelà o la oficina del Primer Ministro? ¿Pesar todas y cada una de las decisiones de polÃtica exterior sobre la base de lo que algunos enfermos que odian a los judÃos puedan pensar al respecto? No tiene sentido. Quiero decir, la única manera en que tiene sentido es si uno asume que lo que el Times está haciendo realmente no es promover los intereses de los judÃos o oponerse a la intolerancia en todas sus formas, sino más bien promover la polÃtica de izquierdas mientras se intenta apaciguar a los muchos lectores justificadamente indignados por su publicación de una caricatura antisemita.
No me lo tomes a mÃ: tómalo de Michael Oren, el historiador y ex-embajador israelà en Estados Unidos, quien tweeteó, «Toda el hipocrismo que encaje. El editorial del NY Times sobre el creciente antisemitismo cita a Netanyahu como fuente, pero omite a Omar, Tlaib e, increÃblemente, al NY Times y sus caricaturas nazis y sus interminables artÃculos que vilipendian al único estado judÃo y a sus partidarios.
En el caso Orban, el Times publicó a principios de este mes un artÃculo en primera plana con una anécdota sobre cómo hacerlo:
una revista controlada por el abogado del Sr. Orban dedicó su portada a una imagen que representaba a Andras Heisler, el lÃder de la organización judÃa más grande de HungrÃa, llena de billetes de banco. Grupos judÃos de todo el mundo denunciaron rápidamente que la portada era antisemita.
El Sr. Orban se negó a criticar la revista. Fue un vÃvido ejemplo de cómo el lÃder húngaro se ha opuesto al antisemitismo y lo ha tolerado implÃcitamente, a veces en la misma semana.
«Hay un doble juego», dijo el Sr. Heisler en una entrevista.
Pero la Agencia Telegráfica JudÃa -no exactamente un apologista de los antisemitas- cubrió la misma noticia a principios de este año con un artÃculo que señalaba que la revista «fue reivindicada a los ojos de al menos algunos judÃos húngaros porque los ladrones robaron 437.000 dólares en dinero del gobierno a Mazsihisz[el grupo judÃo húngaro encabezado por Heisler]. Los culpables estaban sospechosamente versados en los procedimientos internos de Mazsihisz». Reportó la JTA.
Para algunos, el caso fue un ejemplo de cómo ciertos grupos judÃos de Europa del Este evitan o desacreditan el escrutinio de sus turbios asuntos financieros al calificarlo de antisemita.
«El montaje fotográfico de Figyelo no fue agradable, pero no fue antisemita», dijo Ferenc Olti, ex miembro de la junta directiva de Mazsihisz, a la Agencia Telegráfica JudÃa…
En la cercana Polonia, el periodista Nissan Tzur tiene una impresión similar sobre la comunidad judÃa de ese paÃs.
«Quejarse del antisemitismo es una práctica habitual de las instituciones de la comunidad judÃa siempre que hay un intento serio de los medios de comunicación de investigar cómo se maneja la restitución de los bienes», dijo Tzur, que es judÃo.
El sitio web israelà Ynetnews cubrió la situación de HungrÃa como un conflicto entre Heisler y el rabino local de Chabad, Shlomo Koves. Ynet citó a Koves diciendo de Orban: «Orbán está tratando de arrancar el antisemitismo de la identidad derechista en HungrÃa. Cualquiera que conozca la historia húngara sabe que parte de la identidad derechista es el antisemitismo, y que está tratando de limpiarla apoyándose abiertamente en Israel, preocupándose por la vida judÃa y haciendo declaraciones que apoyan a Israel y a la comunidad judÃa».
El mismo artÃculo del Times sobre HungrÃa se referÃa a Lubavitch de HungrÃa como «un grupo judÃo pro-orbano: un pequeño capÃtulo de Chabad, una red global de judÃos jasÃdicos que llegaron a HungrÃa después de la caÃda del comunismo». Este «pequeño» capÃtulo tiene diez rabinos, según su página web. Y también habÃa judÃos jasÃdicos en HungrÃa antes del comunismo.
Todo esto quiere decir que no tiene sentido culpar al antisemitismo europeo por el encuentro de Netanyahu con Orban o Trump. La «causa común» que están encontrando es un Israel seguro que puede llevar a cabo su polÃtica exterior sin tener que preocuparse mucho por cómo podrÃan reaccionar los antisemitas. Es una causa a la que el Times es, tristemente, indiferente o incluso, a juzgar por este último editorial, totalmente opuesto.
Ira Stoll fue editor jefe de The Forward y editor norteamericano de The Jerusalem Post.
Por: Ira Stoll / En: Algemeiner / Traducción de Noticias de Israel