Crece la tensión en la guerra subsidiaria entre Israel e Irán


La confirmación norteamericana de que el reciente ataque a una base militar iraní en Irak fue obra de aviones de combate israelíes demuestra hasta qué punto alarmante se ha intensificado la guerra subsidiaria entre Teherán y Jerusalén.

Según fuentes de alto nivel de la seguridad israelí, que hablaron off the record, se atacó la base, en la provincia iraquí de Salahedín, porque se pensó que estaba siendo utilizada para ensamblar misiles iraníes de medio alcance con capacidad para alcanzar objetivos en Israel.

La amenaza se consideró tan importante que los mandos israelíes decidieron lanzar un audaz bombardeo que requería que aviones de combate F-35 israelíes penetraran furtivamente en el espacio aéreo saudí a fin de alcanzar el objetivo. Se desconoce si los saudíes, que se oponen a las injerencias iraníes en Irak pero no tienen relaciones diplomáticas con Israel, dieron permiso a los aviones israelíes para entrar en su espacio aéreo.

Se dice que el ataque, que se produjo el 19 de julio y tuvo por objetivo una base de las milicias chiíes Fuerzas de Movilización Popular, patrocinadas por Irán, provocó la muerte de dos comandantes de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) y de varios combatientes de Hezbolá, milicia respaldada por Irán.

Hasta la fecha, no ha habido ninguna confirmación oficial desde Jerusalén de que Israel haya sido el responsable del ataque, aunque el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que se encuentra en plena campaña para la reelección, lo ha insinuado de forma bastante clara. Se ha publicado que Netanyahu dijo en una reunión de planificación en Jerusalén hace unos días: "Vamos a reforzar nuestras raíces y a atacar a nuestros enemigos".

Sea como fuere, el alcance de la implicación israelí ha sido confirmado por EEUU, que tiene 5.000 soldados destinados en Irak.

Es es la primera vez que aviones de combate israelíes atacan objetivos en Irak desde la célebre Operación Babilonia de 1981 contra el reactor nuclear de Osirak, que estaba construyendo el dictador iraquí Sadam Husein en su afán por hacerse con armamento atómico.

El hecho de que Israel haya considerado necesario atacar objetivos tan alejados de su tradicional área de operaciones militares, más próxima a sus fronteras inmediatas, da cuenta de la alarmante escalada que está registrando la amenaza iraní contra la seguridad israelí en los últimos meses.

Israel está llevando a cabo operaciones militares en numerosos frentes para atajar dicha amenaza. Hace unos días se informó de que un dron israelí bombardeó una base palestina en el Líbano supuestamente financiada por Irán. También se ha dicho que aviones de combate israelíes han bombardeado bases militares en las afueras de la capital siria, Damasco.

El aumento de la actividad militar israelí refleja hasta dónde está dispuesto a llegar el Estado judío para defenderse de la amenaza, cada vez más potente, que representa Irán para la seguridad de sus ciudadanos.

Por otro lado, todo esto socava de alguna manera la insinuación que se hizo en la cumbre del G7 en Biarritz de que Irán está participando en unas conversaciones secretas para retomar las negociaciones sobre su controvertido programa nuclear.

Las especulaciones sobre un avance diplomático en el agrio enfrentamiento entre Washington y Teherán se basaban en la aparición por sorpresa del ministro de Exteriores iraní, Mohamed Javad Zarif, en la localidad francesa, al parecer invitado por el presidente galo, Emmanuel Macron, anfitrión de la cumbre. Esto llevó a Donald Trump a decir que estaba dispuesto a reunirse con su homólogo iraní, Hasán Ruhaní, si las circunstancias eran las apropiadas.

Cualquier posibilidad real de que dicha reunión se celebrara fue desechada rápidamente después de que el líder iraní dijera que sólo llegaría a producirse si Washington ponía fin a su régimen de sanciones contra su país, condición que probablemente nadie en la Administración Trump vaya a consentir.

La sola idea de que Washington se siente a negociar con los iraníes mientras éstos siguen amenazando la seguridad de su más estrecho aliado de Oriente Medio es inconcebible.

La realidad es que no puede haber ningún diálogo significativo entre Washington y Teherán mientras Irán siga empeñado en su vieja política de buscar la destrucción total del Estado judío.

Por Con Coughlin, Responsable de Defensa del 'Daily Telegraph' y autor de 'El fantasma de Jomeini'.

Traducción del texto original: Israel Faces a Serious Escalation in its Proxy War with Iran
Traducido por El Medio