Cómo Estados Unidos puede ganar su guerra de “máxima presión” contra Irán


Por: Ken Abramowitz

El presidente estadounidense Donald Trump ha prometido imponer una campaña de “máxima presión” sobre Irán, con el fin de obligar a esta tiranía teocrática islámica a convertirse en un Estado nacional normal. También ha dicho que no está buscando un cambio de régimen, e incluso estaría dispuesto a reunirse con Hassan Rouhani, presidente de Irán.

No es de extrañar que Irán esté tratando de cambiar las cosas y, de hecho, de ejercer la máxima presión sobre los Estados Unidos, en particular durante el período previo a nuestras próximas elecciones nacionales.

El 3 de noviembre, uno de los medios de comunicación del gobierno iraní, PressTV, publicó extractos de una entrevista con un alto comandante militar, el general de brigada Abolfazl Shekarchi, que contiene amenazas directas a Estados Unidos, sus aliados y sus intereses en todo el mundo:

Cuando se le preguntó sobre la reacción de Irán en caso de una agresión por parte de Estados Unidos y sus aliados, Shekarchi dijo: “Cualquier lugar y cualquier punto territorial que proteja los intereses de Estados Unidos y sus aliados se vería amenazado [en caso de agresión contra Irán] y la República Islámica de Irán ha demostrado que es capaz de hacerlo”.

“Incluso si un país no está directamente involucrado en una posible guerra [contra Irán], pero su territorio es utilizado por el enemigo, consideraríamos a ese país territorio hostil y lo trataríamos como a un agresor”, señaló el alto oficial militar iraní.

La pregunta clave ahora es: ¿Quién ganará esta carrera de “presión máxima”?

Cada lado posee numerosas ventajas y desventajas. Por ejemplo:

Estados Unidos se ha centrado en aumentar la presión económica sobre Irán a través de sanciones y restricciones al uso de dólares por parte de Irán en todos los sistemas bancarios del mundo.

Nuestras sólidas capacidades en cibertecnología pueden dirigirse a la infraestructura militar y civil de Irán.

Poseemos un poder militar abrumador, pero el presidente Trump ha reiterado públicamente su aversión por la guerra física, especialmente cuando ésta conduce a enfrentamientos “interminables”, de los que nos ha costado separarnos.

El pueblo iraní, muchos de los cuales se oponen a los totalitarios teocráticos que los gobiernan y buscan relaciones pacíficas con el mundo, están arriesgando sus vidas para levantarse en protesta y, con la ayuda del gobierno de Estados Unidos y de blogueros privados, sus voces están siendo escuchadas, hasta tal punto que los gobernantes iraníes cierran todos los portales de medios sociales.

Pero, aunque en una desventaja aparentemente enorme, Irán también posee ciertas ventajas:

Irán es una dictadura y puede tomar decisiones rápidas.

Los líderes de Irán son despiadados en su intención declarada de apoderarse del mundo, empezando por destruir a los Estados Unidos (a los que llaman “el Gran Satán”) e Israel (“el Pequeño Satán”). Nada los detendrá, hasta que sean detenidos o vayan a la bancarrota.

Irán ha pasado los últimos 20 años invadiendo el Medio Oriente y expandiendo su influencia en Europa, África y América Latina.

Irán es adepto a la subversión cultural y a la guerra demográfica, junto con fuertes capacidades cibernéticas.

Estados Unidos y el resto de Occidente han apaciguado a Irán durante 40 años y han eliminado gran parte del miedo de Irán a las represalias.

Irán quiere calentar la situación para obtener alivio de las sanciones e interferir en las campañas electorales de Estados Unidos, para presionar al presidente Trump.

La cuestión clave es que la campaña de “presión máxima” de Estados Unidos sólo está en el equivalente de la tercera entrada. Los Estados Unidos deben aumentar la presión aún más, para acelerar esta campaña hasta la 9ª entrada.

El objetivo debería ser llevar a Irán a la bancarrota en el plazo de un año, de modo que simplemente se quede sin fondos para gestionar sus cuatro operaciones terroristas distintas: el terror físico, el ciberterrorismo, el narcoterrorismo y el terror cultural.

Esta presión acelerada también reducirá la posibilidad de una guerra física y todas las ramificaciones políticas involucradas.

Fuente: Israel Noticias