El mito de la Palestina progresista. Por Petra Marquardt-Bigman


Privar al mundo de su único Estado judío para crear un Estado de Palestina “desde el río [Jordán] hasta el mar [Mediterráneo]” es una ambición supuestamente “progresista” para la grey antiisraelí. Pero la idea de que los palestinos estén de algún modo interesados en establecer un paraíso progresista es francamente absurda, pues una miríada de encuestas de opinión documentan que los puntos de vista extremistas y fundamentalistas son mayoritarios en la sociedad palestina.

Es de esperar que webs radicales como Electronic Intifada o Mondoweiss oculten esta evidencia a los activistas antiisraelíes a los que pastorean. Pero, por desgracia, Foreign Affairs también anda promoviendo el mito de la solución del Estado único como modelo de convivencia pacífica e igualdad de derechos para todos. Al dar una tribuna a Yusef Munayer, director ejecutivo de la US Campaign for Palestinian Rights, la prestigiosa revista publicó a un propagandista profesional que se dedica a demonizar a Israel mientras comercializa la idea de que los derechos palestinos incluyen la eliminación del Estado judío.

Los promotores del Estado único tipo Munayer no pueden en realidad permitirse ser sinceros sobre la clase de Estado que quieren los palestinos de la Margen Occidental y Gaza, so pena de poner en peligro la generalizada fantasía de que la causa palestina merece el apoyo acrítico de los progresistas.

Como documentó una encuesta del Centro Pew en 2013, en la que participaron casi 40.000 musulmanes de 39 países, los palestinos de la Margen Occidental y Gaza se encuentran entre las poblaciones musulmanas con unos puntos de vista más extremistas sobre el rol del islam en la sociedad: el 89% de los palestinos dijo que quería la instauración de la sharia, el 66% estaba a favor de la pena de muerte para los musulmanes que se convirtieran a otra religión, el 76% apoyaba la mutilación de los ladrones y un impresionante 84% abogaba por muerte por lapidación para los adúlteros.

Cuando se les preguntó sobre el grado de influencia política que debían tener los líderes religiosos, el 29% de los palestinos dijo que debían tener bastante, y otro 43% que tuvieran al menos alguna. Estos puntos de vista están reflejados en el borrador de la Constitución palestina, que estipula que “los principios de la sharia son una fuente primordial de legislación”.

Lo que la influencia política de los líderes religiosos significa para la convivencia pacífica promocionada por Munayer se puede vislumbrar reparando en las palabras del gran muftí de Jerusalén, el máximo líder religioso de la Autoridad Palestina, que parece considerar la incitación incesante una parte fundamental de su trabajo. Dice el muftí:

Palestina en su totalidad es una revolución, desde que vino [el califa] Omar [a conquistar Jerusalén, 637 e.c.] (…) y hasta el fin de los tiempos. El fiable hadiz [tradición atribuida a Mahoma] (…) dice: “La hora [de la resurrección] no llegará hasta que combatáis a los judíos. Los judíos se esconderán detrás de las piedras o los árboles. Entonces, las piedras o los árboles dirán: “Oh, musulmán, siervo de Alá, aquí hay un judío, detrás de mí, ven y mátalo”.

Por lo tanto, no es de extrañar que, de entre los musulmanes encuestados por el Pew, los palestinos fueran también los más firmes partidarios de los atentados suicidas contra civiles “con el fin de defender el islam de sus enemigos”. El nivel más alto de apoyo se registró en 2007, cuando el 70% de los palestinos expresó la opinión de que los atentados suicidas contra civiles en defensa del islam podían estar justificados.

A raíz de los atentados del 11-S, el Pew sondeó a la opinión pública sobre Al Qaeda y su líder, Osama ben Laden, durante varios años, y los resultados documentan que los palestinos estaban entre los más fervientes admiradores del saudí; de hecho, a Ben Laden le habría ido bastante en unas elecciones palestinas. A los participantes en las encuestas del Pew se les preguntó si tenían “confianza” en que Ben Laden “hiciera lo correcto en los asuntos internacionales”, y en 2003 un estupefaciente 72% de los palestinos respondió de forma positiva. En 2011, cuando las fuerzas especiales estadounidenses mataron a Ben Laden, el 34% de los palestinos seguía expresando “confianza” en él; la organización terrorista islamista Hamás condenó a EEUU por asesinar a “un guerrero santo árabe”.

Además de ignorar meticulosamente el fanatismo bien documentado de los palestinos en la Margen Occidental y Gaza, los activistas antiisraelíes como Munayer generan la falsa impresión de que hablan en nombre de los ciudadanos árabes de Israel. Pero, una vez más, las encuestas muestran una imagen muy distinta a la presentada por los partidarios del Estado único que quieren que desaparezca Israel.

Según un sondeo publicado este año, una mayoría de árabes de Israel se identifica como árabe-israelí (46%) o como palestino-israelí (19%), mientras que una minoría prefiere identificarse sólo como árabe (22%) o palestino (14%). Aún peor para Munayer y los de su clase: otra encuesta reciente muestra que “el 65% de los árabes israelíes están orgullosos de ser israelíes”.

Como acertadamente ha recalcado el académico israelí Alexander Yakobson, encuestas similares han demostrado durante años que los ciudadanos árabes de Israel han desarrollado una perceptible identidad israelí; esos mismos sondeos dan cuenta “no sólo de un aprecio de las ventajas de Israel”, también el “temor a las desventajas de un régimen palestino”. Según Yakobson, está claro que “una inmensa mayoría de árabes israelíes no sólo no quiere vivir en la pequeña Palestina”, es decir, en un Estado palestino en la Margen Occidental y Gaza, “tampoco quiere hacerlo en la gran Palestina desde el mar Mediterráneo hasta el río Jordán. Quieren vivir en Israel”.

Eso no significa que los ciudadanos árabes de Israel no tengan multitud de críticas que hacer al Gobierno israelí, pero, al contrario de lo que algunos sedicentes “progresistas” quisieran hacernos creer, no tienen ningún interés en la llamada “solución de un solo Estado”, que reemplazaría Israel con otro Estado de mayoría árabe-musulmana. Ahora bien, entre los árabes israelíes existe un abrumador apoyo a un Estado palestino en la Margen Occidental y Gaza. Una encuesta realizada hace un año muestra que el 82% está a favor de una solución de dos Estados, y los encuestadores señalaron que este resultado era “típico del alto nivel de apoyo de los árabes israelíes en encuestas anteriores”.

Puesto que seguramente Munayer esté familiarizado con los resultados de estas encuestas, miente a conciencia cuando pretende hablar en nombre de los árabes israelíes.

Siempre ha sido muy fácil vender mentiras a los activistas antiisraelíes. Mientras Israel es constantemente demonizado como un mal monstruoso, el apoyo al terrorismo y las opiniones extremistas de los palestinos son amablemente ignoradas para poder comercializar su causa como digna de la atención del activismo progresista.

© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio