Hutíes de Yemen buscan venganza en nombre de Irán por la muerte Soleimani

Aunque la muerte del comandante de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani, ha desatado la ira, la confusión y la incertidumbre en Irán, Irak y Estados Unidos, lo más probable es que Yemen también se vea afectado por su muerte. Con Irán prometiendo vengar la muerte de Soleimani atacando los intereses estratégicos de EE.UU. y posiblemente los aliados de Estados Unidos, sin duda recurrirá a los Hutíes para responder al llamado..


Aunque Soleimani nunca haya visitado Yemen, o incluso se haya reunido con el líder de la milicia Hutí, Abdul-Malik Al-Hutí, éste último prometió vengar al “mártir” y juró que su sangre “no será desperdiciada”. El lunes, los Hutíes organizaron un mitin en el que la multitud llevaba fotos de Soleimani y Abu Mahdi Al-Muhandis, el líder iraquí de Hashd que murió con él. La manifestación condenó el ataque aéreo estadounidense y pidió que se pusiera fin a la intervención estadounidense en la región.

La retórica hutí en torno a la venganza por la muerte de Soleimani es preocupante, no sólo porque corre el riesgo de enredar al grupo en la búsqueda de una venganza del régimen iraní contra Estados Unidos, sino también porque corre el riesgo de causar más inestabilidad al aplastar las perspectivas de un acuerdo de paz negociado para Yemen, así como entre Yemen y sus vecinos.

La relación entre el régimen de Teherán y la milicia hutí ha sido a menudo subestimada y mal entendida. Gran parte de esto se debió a que Irán prefirió apoyar a los hutíes de manera encubierta, escondiéndose detrás de una negación plausible de sus acciones malignas en Yemen.

Aunque Soleimani no era un nombre muy conocido en Yemen de la misma manera que lo era en Irak o en el Líbano, desempeñó un papel fundamental en el avance de los intereses iraníes allí y en asegurar que los hutíes mantuvieran su poder entrenándolos con métodos no convencionales, conectándolos con las milicias de la región y dándoles experiencia en la guerra asimétrica, tácticas con las que estaba muy familiarizado. Soleimani dejó un cuadro de milicianos tanto del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica como de Hezbolá para entrenar a los hutíes, siendo el principal de ellos el comandante de la Fuerza Quds, Abdul Reza Shahla’i, buscado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos y que actualmente opera con la milicia hutí en Sanaa.

Sin duda, el talento táctico y estratégico de Soleimani impulsó la posición y la estatura de los hutíes en Yemen al desarrollar su experiencia militar, proporcionarles estrategia política y suministrarles el último armamento de Irán. Como cerebro dedicado a servir a los objetivos nacionalistas y expansionistas de su país, Soleimani se aseguró de que los hutíes tuvieran los medios para poder permanecer en el poder, incluso a través de los procesos de paz patrocinados por la ONU, que los hutíes negociaron meticulosamente.

Por sus esfuerzos y apoyo, los dirigentes hutíes lo trataron con un gran sentido de gratitud y lealtad. Cumplieron su visión convirtiéndose en uno de los principales actores de la red del “Eje de la Resistencia”, que se compone de una alianza transnacional de milicias pro-iraníes en Palestina, Irak, Líbano y Siria. El problema, sin embargo, es que esta alianza considera a Occidente y a todos sus afiliados como una coalición que debe ser expulsada. Esto no se detiene en los EE.UU. o Israel, sino que incluye a Arabia Saudita y a los Emiratos Árabes Unidos debido a su cooperación con los EE.UU.

Esta estricta ideología, que los hutíes han respaldado, pone en peligro cualquier oportunidad de paz y reconciliación en Yemen y en la región. Es difícil ver a los hutíes buscando una paz genuina dentro del país o con Arabia Saudita mientras sigan apoyando un sistema de creencias basado en la idea de derrocar el orden existente en la Península Arábiga y reemplazarlo por una alianza geopolítica y una doctrina sectaria de carácter absolutista.

Aunque Soleimani nunca haya visitado Yemen, o incluso se haya reunido con el líder de la milicia hutí, Abdul-Malik Al-hutí, éste último prometió vengar al “mártir” y juró que su sangre “no será desperdiciada”.

Irónicamente, los hutíes siempre se han jactado de que su movimiento es soberano, afirmando que sus asuntos internos están libres de interferencia extranjera. En realidad, sin embargo, están persiguiendo objetivos que sirven a sus patrones iraníes y no a su propio pueblo.

En estas circunstancias, será difícil llegar a un acuerdo de paz si la comunidad internacional no reconoce los obstáculos que se interponen en el camino hacia un proceso de paz resistente. Para poder negociar la paz en medio de la actual actitud tóxica de venganza, la ONU tendrá que abordar los desafíos del dogma ideológico de los houthis y reconocer la excesiva influencia que Irán ejerce de manera encubierta sobre los houthis. Es de suma importancia que la ONU mitigue estos desafíos para lograr una idea realista de cómo se puede asegurar la paz mientras un lado está bajo la influencia de un saboteador imprudente.

En general, el enviado especial de la ONU a Yemen tendrá que trabajar el doble de duro que el año pasado para garantizar que los Hutíes no intensifiquen su conflicto con Arabia Saudí como consecuencia de la muerte de Soleimani. En última instancia, los Hutíes tendrán que tomar una decisión sobre si quieren seguir siendo una milicia con una visión y objetivos estrechos o un actor estatal con identidad yemení, capaz de gobernar su país. Esta será la prueba definitiva de su soberanía e independencia.

Fuente: Israel Noticias