Qué deja Israel en el 2019 de cara al 2020. Por Bryan Acuña

Si bien el calendario hebreo marca que nos encontramos en el año 5780, es evidente que muchos quisieran leer qué ha quedado atrás y qué podría ocurrir con el comienzo de un año convencional completamente nuevo.


Para comenzar podría responder a la pregunta retórica del artículo sobre qué deja Israel en este año 2019 que deba resolver durante el 2020. Sin duda lo primero será lidiar con un país polarizado por la política, a las puertas de una tercera elección consecutiva, con un parlamento que no se decide en crear una coalición que permita gobernar tantos asuntos, lo cual por supuesto trae un poco de desconfianza en algunos sectores de inversión y esto podría afectar económicamente al país en algunos puntos porcentuales por la incertidumbre.

Quizás marzo sea el límite para llegar a conformar un gobierno que ayude a no disparar mucho más el gasto público y que permita que haya al menos dos años de gobierno como suele pasar antes de llamar a nuevas elecciones.

A lo anterior se debe sumar el crecimiento en el gasto público estatal, así como discusiones internas de integración de los grupos minoritarios; principalmente árabes que en ocasiones son señalados como “quinta columna”, pero que a la vez la desconfianza genera que no sean integrados plenamente como ellos quisieran.

Pese a esto, la comunidad árabe musulmana ha crecido en sus aportes al Estado, pero siguen estando junto con la comunidad ultraortodoxa en los percentiles más bajos de desarrollo económico, ubicándose los árabes en el 20% de la población más pobre del país y los ultraortodoxos en el 10%, siendo ambos colectivos los que tienen menor acceso a algunos servicios importantes, entre los que destaca la salud y educación.

Israel además deja en este año un acercamiento con países de la región que se pensaría inimaginable tres décadas atrás. Por supuesto que este acercamiento tiene un componente bien claro; la República Islámica de Irán, que se ha transformado en el principal tema de temor de la zona, considerando además que Estados Unidos ha vuelto su mirada con sanciones contra el gobierno de Teherán, mientras que el propio gobierno de Moscú le ha cortado las alas al expansionismo iraní que ya había logrado posiciones elementales en Irak, Siria, Yemen, el Líbano e influencia política en los territorios palestinos de Gaza.

El país persa sigue siendo una de las principales amenazas a la seguridad israelí, en especial por el apoyo económico que brindan a grupos subversivos que desean atacar a Israel, tales son los casos de Hezbollah en el sur libanés y los grupos palestinos de Hamas y la Yihad Islámica.

A pesar de lo anterior, Israel debe tener claro que la amenaza a su existencia proveniente de Irán no lo puede llevar a entrar en una guerra por debilitar completamente a este país, porque sencillamente debe considerar que lo que logre en estos momentos con países árabes se traduciría en un contrato temporal (hudna) que aseguraría un período de tranquilidad que dependerá del poderío que las fuerzas árabes posean en comparación con los israelíes.

Esto mencionado, es seguro que Israel lo tenga claro y sabrán manejar la situación por cuanto su estabilidad depende de mantener a Irán lo más alejado de sus fronteras, pero lo más cerca que pueda de otros competidores regionales como Arabia Saudita; verdadero opositor del régimen iraní, y en cierto modo tercerizando a otro actor que busca retomar protagonismo en la zona, como lo es Turquía.

Otro elemento que Israel ha logrado en este 2019, que sin duda tendrá que ampliar en visión para el 2020, son las relaciones con Estados Unidos. En estos momentos hay una bonanza política como hace años no existía, las relaciones que enfrió el presidente Obama, están siendo exageradamente positivas con el presidente Trump, y esto podría durar lo que el Republicano se mantenga en el poder, y entendiendo el escenario de la lógica estadounidense en temas políticos, puede que eventualmente terminado este gobierno, entraría a liderar un presidente demócrata, por lo cual uno de los retos más importantes para Israel es conversar con los líderes no radicales de dicha agrupación política.

Los movimientos en este aspecto que debe hacer Israel deben ir encaminados a neutralizar el efecto Sanders, Omar, Tlaib entre otros que han sido poco amistosos en este acercamiento de Trump con Netanyahu. De igual manera; indiferente de quien sea el próximo Primer Ministro israelí, esta labor será determinante para mantener a un aliado de la magnitud que representa Estados Unidos del lado israelí.

El fortalecimiento de las relaciones israelíes con otros países tanto latinoamericanos como europeos y asiáticos ha sido un efecto importante en la agenda internacional israelí. La validez de la capitalidad de Jerusalén en manos de Israel se hace más evidente con los movimientos políticos de los últimos países que han dado guiños de movilizar sus embajadas hacia la ciudad disputada políticamente (pero en manos israelíes desde hace más de 50 años).

Quizás un gran movimiento que se ha presentado por parte de Israel es la política de mirar más hacia Oriente (Looking East) logrando importantes acuerdos con países del Este y Sur de Asia con los cuales mejoran sus relaciones e intercambios en diversas áreas como educación, tecnología, servicios, etc. Tales son los casos de China, India, Singapur, Japón entre otros con quienes ha logrado tener un mercado alternativo producto de las políticas occidentales; principalmente europeas de intentar boicotear productos israelíes provenientes de los territorios disputados de Judea y Samaria (Zona C de Cisjordania)

También de este modo Israel ha podido derrotar en el campo económico al movimiento de Boicot Desinversión y Sanciones (BDS) que ha demostrado que su existencia, más que el altruismo favorable a la causa palestina es el de lograr dividendos políticos y económicos para una cúpula que no ha demostrado mayores favores para la mejora en la calidad de vida de dicha población.

Y ya que he mencionado el tema palestino, sin duda este es un apartado que no carbura nada, está en un estado catatónico sin mayores avances en las últimas casi tres décadas, lo que es peor; aún para los propios intereses israelíes es que ha quedado cada vez más desplazado de las agendas internacionales, al existir temas mucho más graves que deben ser atendidos, y han confinado la situación palestina a foros internacionales donde el abordaje ha sido poco eficiente y de donde salvo resoluciones sin un fondo realista, no pasará a resolverle nada a temas sustanciales del conflicto.

Temas como la definición territorial, la creación de un eventual Estado palestino, la conformación de un gobierno legítimo (el que está en estos momentos es “temporal” desde hace ya varios años), el tema de los refugiados, entre otros, son los que se supone deben resolverse y en estos momentos se encuentra sin avance, casi muerto, donde se están planeando darle otro tipo de salida, menos soberana y más “autonómica” que sería un fuerte retroceso a los intereses que pretendían los palestinos desde que el discurso independentista tomó mucha más fuerza en la década de los 70s ante el fracaso del panarabismo consumado en la guerra de 1967.

Estos son a grandes rasgos algunos de los temas más importantes que Israel tendrá presentes en el año convencional que comienza, tomando en consideración sencillamente, que el cambio de año es solo el inicio de un nuevo calendario, no el borrón y cuenta nueva con el que idílicamente marcamos estas fechas con cada cierre de un ciclo y que no es más que el romanticismo de esperar un mejor porvenir, pero este no se da por generación espontánea, si no se trabaja en lograrlo, los resultados seguirán siendo exactamente los mismos o peores que los existentes.

Fuente: ©EnlaceJudío