Corona: un virus comunista. Por Julián Schvindlerman

¿Alguien conoce el CUIT de la República Popular China y su condición ante el IVA?


Según informó Infobae, la firma norteamericana The Berman Law Group inició una demanda colectiva federal contra la República Popular de China, la provincia de Hubei, la ciudad de Wuhan y varios ministerios del gobierno chino, en busca de compensaciones por lesiones personales, muertes por negligencia, daños a la propiedad y otras secuelas atribuidas a la responsabilidad de Pekín en diseminar primero, y en no contener luego, el Coronavirus. “Los funcionarios chinos sabían antes del 3 de enero que el COVID-19 se transmitió de humano a humano y los pacientes comenzaron a morir unos días después. Sin embargo, seguían diciéndole a la gente de Wuhan y al mundo en general que todo estaba bien, incluso celebrando una cena pública en Wuhan para más de 40.000 familias el 18 de enero” explicó uno de sus representantes. “Cuando leas sobre el aumento del número de víctimas mortales y veas la detención casi completa de la vida y los viajes normales, recuerda que China esperó diecisiete días críticos antes de compartir la secuencia del genoma COVID-19 con otras naciones, como lo deja en claro nuestra demanda”, declaró.

Josh Rogin coincidió en The Washington Post: “Debemos ser específicos al culpar al Partido Comunista Chino por sus acciones. Fue el PCCh el que ocultó el brote del virus durante semanas, silenciando a los médicos, encarcelando a periodistas y obstruyendo la ciencia, especialmente al cerrar el laboratorio de Shanghái que lanzó públicamente la primera secuencia del genoma del Coronavirus”. Efectivamente, el gobierno chino -que hace poco expulsó del país a los corresponsales del New York Times, Washington Post y Wall Street Journal- cerró las redes sociales locales que primero reportaron noticias del Coronavirus durante la primera quincena de enero. El doctor Li Wenliang, quién en diciembre alertó sobre un posible estallido epidémico similar al SARS, fue censurado por la policía comunista china y acusado de “esparcir rumores”. Forzado a reconocer su “comportamiento ilegal”, murió por Coronavirus en febrero; tenía treinta tres años de edad. También en enero, científicos de un laboratorio en Shanghái mapearon el genoma del virus y pidieron acciones preventivas. El régimen chino respondió clausurando el laboratorio. Con estas medidas negadoras, el gobierno de Xi Jinping limitó seriamente la capacidad de dar una respuesta mundial temprana al Coronavirus. “El resultado ha sido la pandemia global más peligrosa en un siglo” observó John P. Walters, CEO del Hudson institute.

Aun así, algunos parecen más preocupados por la imagen que por las muertes que el Coronavirus está ocasionando. La Asociación de Periodistas Asiáticos Americanos solicitó a las agencias de noticias que no utilicen el término “virus de Wuhan”, pues ello supuestamente estigmatizaría a sus residentes. Cuando el Presidente Donald Trump -en respuesta a la absurda acusación del vocero de la cancillería china de que el ejército estadounidense habría llevado el virus a Wuhan- habló del “virus chino”, Pekín adujo que esa era una postura racista. Esto lo dice un régimen que tiene encarcelados en Xinjiang a más de un millón de musulmanes por motivos étnicos. “Procede de China, por eso lo digo” retrucó Trump, impasible. La Organización Mundial de la Salud le hizo un gran favor a Pekín al denominar al virus COVID-19 en vez de asociarlo al país del cual emanó.

Este organismo de las Naciones Unidas está liderado por el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, un ex miembro del marxista Frente de Liberación Popular de Tigray. Según la BBC, cuando fue Ministro de Salud en Etiopía “era conocido por desalentar a los periodistas de informar sobre casos sospechosos de cólera en el país”. Después de viajar a Beijing, el Dr. Tedros dijo que China había establecido “un nuevo estándar para el control de brotes”. El historiador Walter Russell Mead acotó en The Wall Street Journal que “Pasos tales como excluir a Taiwán de reuniones de emergencia y alabar la respuesta de China al virus han hecho ver a la Organización Mundial de la Salud como un portavoz de Beijing”. Y Mario Noya, en una potente nota en el diario online español Libertad Digital, dedicó este párrafo al Dr. Tedros y la OMS: “[L]a pasmarota OMS, que no fue alertada por Pekín hasta el 31 de diciembre y que no envió delegación alguna al mastodonte asiático hasta el 10 de febrero; la corrupta y obsecuente OMS, pretendidamente comandada por un títere de Pekín, el marxista Tedros Adhanom, que siendo ministro de Sanidad en Etiopía silenció tres mortíferos brotes de cólera en el país africano: cómo no iba a ser bueno para el convento”. La expansión veloz y mortal del Coronavirus, su impacto sobre la economía mundial y la nueva normalidad que se avecina nos tienen bastante ocupados como para pensar sobre qué papel está jugando la OMS y su líder en estos momentos. Con la pandemia contenida a futuro, seguramente la prensa indagará un poco más en ello.

Por todo esto, ver ahora al gobierno chino en su faceta más amable -enviando enormes cantidades de respiradores, mascarillas, guantes, kits de prueba, equipos médicos y doctores a varios países, auto-promoviéndose como benefactor de la humanidad por medio de una diplomacia humanitaria generosa- puede resultar un poco raro. Bienvenida la asistencia que desesperadamente necesitamos, desde ya. Pero no olvidemos dónde brotó este virus letal y desde dónde se desató está pandemia. Como decía uno de esos tantos mensajes que han estado inundando nuestros celulares últimamente y cuya comicidad encierra una dosis de verdad: ¿qué les costaba hervir al murciélago dos minutos más?