Cómo aprovecha Hezbollah la crisis del coronavirus


Desde el estallido del brote de coronavirus en el Líbano, Hezbollah se ha dedicado a mostrar una imagen de organización benefactora, preocupada y ocupada en salvar las vidas de los libaneses.

El secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah dirige más discursos de los que acostumbra a dar, siempre desde el búnker.

Para Nasrallah es importante mostrar que está presente, activo y con la situación bajo control. Especialmente después de la ola de rumores que se esparcieron al comienzo de la crisis, algunos decían que el propio Nasrallah estaba enfermo, otros que todo el liderazgo de Hezbollah se encontraba en peligro de contagio.

Al mismo tiempo, Nasrallah ha encontrado en la crisis del corona una oportunidad para demostrar su patriotismo y cuánto le importan el país y los ciudadanos libaneses. Una oportunidad para demostrar que no es un títere de Irán, y contrarrestar las críticas de quienes afirman que está dispuesto a sacrificar los intereses del Líbano en beneficio de los del régimen de Teherán. Además, al comienzo de la crisis, su bancada parlamentaria fue la que se opuso a que el gobierno suspendiera los vuelos desde Irán, que rápidamente se convirtió en uno de los lugares más golpeados por la expansión del virus y uno de los focos de contagio más graves del mundo.

La negativa de Hezbollah a suspender los vuelos dio lugar a fuertes críticas, teniendo en cuenta que el primer caso de coronavirus diagnosticado en el Líbano fue el de una mujer de 45 años que había regresado al país desde Irán.

Con el paso de los días, y después que no sólo los vuelos a Irán sino todo quedo suspendido y cerrado, Nasrallah adoptó la actitud de “el adulto responsable” del país, que dejó de lado las diferencias políticas y aboga por la unidad de todos los sectores del pueblo para en contra de un enemigo común.

“Nos enfrentamos a un enemigo cuya amenaza es clara, grande y amplia. Se debe cumplir con rigor las instrucciones y medidas de protección, permanecer en casa, aislarse”, aseguró el secretario general de Hezbollah en uno de sus discursos.

Más aún, en el liderazgo de la agrupación hay quienes aseguran, y declaran a medios locales, que Hassan Nasrallah fue el primero en el mundo en detectar y comprender el grado de peligro al que nos estábamos enfrentando a partir de la aparición del COVID-19.

Emergencia y propaganda

El departamento de propaganda de Hezobllah está trabajando horas extra en estos días de crisis y oportunidad. Al tiempo que despliega toda su gente para atender la emergencia, lleva a cabo una campaña mediante la cual se asegura que todo ciudadano libanés sepa de dónde viene la ayuda que está recibiendo buena parte de la población.

El jefe del consejo ejecutivo de Hezbollah, Sayyed Hashem Safieddine, declaró a la agencia de noticias Reuters que su organización ha movilizado unas 25.000 personas como parte de un plan para ayudar a enfrentar el coronavirus en el Líbano.

Safieddine detalló que se trata de 1.500 médicos, 3.000 enfermeras y paramédicos y 20.000 activistas más. También señaló que Hezbollah redestinó un hospital de Beirut para el tratamiento de pacientes con coronavirus, alquiló cuatro hospitales en desuso, preparó 32 centros médicos en todo el país y tres hospitales de campaña. También alquiló hoteles para ser utilizados por personas en cuarentena.

El representante de la organización explicó que el plan de acción de Hezbollah “incluye monitorear a aquellos confirmados como infectados con el virus para asegurar el cumplimiento de las normas y dar seguimiento a quienes deben estar en cuarentena o aislados en el hogar”.

Safieddine dijo que Hezbollah está monitoreando a 1.200 personas que regresaron de Irán, incluidos peregrinos y 220 estudiantes que llegaron desde la ciudad chiita de Qom.

La otra cara de la moneda

El gobierno del Líbano ha declarado el estado de “emergencia médica” y lucha por frenar el colapso de un país que ya antes del brote del virus se enfrentaba a una gravísima crisis política, social, económica y financiera. Las protestas contra la corrupción del sistema político y la extendida desocupación y la falta de servicios básicos no terminaron, sólo están suspendidas por el momento, debido a las normas de prevención y aislamiento.

El primer ministro libanés, Hassan Diab, prometió en su momento responder a las demandas de los manifestantes, y se comprometió a poner en marcha un amplio plan de rescate que incluiría reformas estancadas desde hace mucho tiempo. Pero todo ello también ha quedado suspendido, y las mejoras deberán esperar.

La recesión económica, considerada la peor del Líbano en décadas, fue provocada en 2019 por la disminución de las reservas en dólares, una caída en el valor de la moneda y una fuerte disminución de la inversión extranjera.

El presidente libanés, Michel Aoun, pidió ayuda a la comunidad internacional, pero los países que de alguna manera ayudan en tiempos normales al Líbano se enfrentan ahora a sus propios problemas, en algunos casos con miles de víctimas del coronavirus.

Aoun destacó también que el Líbano ha recibido cerca de un millón y medio de refugiados de la vecina Siria, quienes, junto con decenas de miles de palestinos, ejercen una presión adicional sobre las finanzas del país.

Esta grave crisis económica que vive el Líbano se ha convertido ahora en el contexto apropiado del que Nasrallah quiere surgir como un líder que está más allá de las diferencias que enfrentan a la sociedad libanesa. En este delicado momento que vive el país, Hassan Nasrallah quiere mostrar una imagen de dinamismo y eficiencia para salvar vidas, con la esperanza de que todo ello haga olvidar que en tiempos de rutina su organización se dedica al terrorismo, a manipular la política nacional según su conveniencia y no tiene ningún reparo en poner en peligro las vidas de los libaneses que ahora dice querer salvar, si eso sirve a los intereses de su patrón, la República Islámica de Irán.

Fuente: Foco en Medio Oriente