Coronavirus. La discapacidad en época de pandemia


Las guerras, epidemias y desastres afectan a todos, pero mas aún a personas en situación de riesgo o vulnerabilidad (como ser económica, física, social), y si le sumamos discapacidad y trastorno mental podremos encontrar una afectación desproporcionada.

Estos momentos históricos generan un efecto estresante y desconocido para las personas con discapacidad, y los sistemas de salud. Es un gran desafío lograr mantener la continuidad terapéutica y garantizar los accesos a la salud y a los servicios de atención crítica, en caso de ser necesario.

Muchas personas dentro de este grupo tienen arraigada la frase "pucho y mate", siendo el estado de tabaquismo un agravante en el pronóstico de la infección por el Covid-19.

Los sucesos que ocurrieron en los últimos meses a causa del virus permitieron a los estamentos del estado y de la sociedad en general ir tomando conciencia de enfermedad de especie y acomodar políticas, conocimientos, actitudes, armando un complejo entramado de conductas y decisiones frente a las diferentes situaciones que se avecinan, antes impensadas.

Es aquí donde salen a la luz los diferentes problemas que la sociedad tiene guardada o agrisada, como es la atención a los grupos vulnerables. Se tomó conciencia de cuidarse para cuidar.

Dentro de los sistemas de atención de la salud y de la discapacidad, es necesario contar con las herramientas para acceder a los diferentes métodos de comunicación, y así lograr un correcto entendimiento de la situación.

Las personas con discapacidad y también los involucrados en la salud mental deben recibir información actualizada, precisa, en lenguaje inclusivo sobre los ítems de prevención de enfermedad y reconocimiento de síntomas, para así poder pedir ayuda.

No podemos dejar pasar por alto la falta de formación profesional de los equipos de servidores públicos (profesionales de la salud, bomberos, policías, judiciales, entre otros), frente al abordaje general y comunicacional en particular de estos grupos. Tema que debe subsanarse con prioridad.

Los profesionales de la salud mental y los que trabajan con personas con discapacidad deben ser entrenados en detección y pesquisa de enfermedad o alteración en la salud desde su concepción amplia, puesto que son los primeros y principales en tener contacto con estos grupos. Son los encargados de generar estrategias para mitigar el aislamiento, la falta de rutina de actividad y todo el derrotero que ello conlleva, debiendo también acompañar a esta persona, su familia y médicos en caso de enfermar para evitar el abandono y la estigmatización. En este momento es importante solicitar el acompañamiento de este grupo de profesionales por parte los diferentes organismos.

Las estrategias deben tener como premisa la prevención de la salud bio-psico-social y cultural, los hábitos de cada individuo, dieta y actividad física, el distanciamiento social, el aislamiento y sus consecuencias como la depresión o ansiedad, soledad y marginación, agotamiento de los cuidadores.

Existen grandes desafíos en este contexto. Llegar con la atención e información a todos, generar apoyos para abordar a las personas que lo requieran fuera de ambiente habitual, garantizar la prevención y continuidad terapéutica incluyendo a todos los grupos vulnerables en donde el distanciamiento físico se torna imposible.

Por: Diego Glasbauer
Presidente Fundación para el Cuidado, Atención de la Salud e Integración Social de la Persona con Discapacidad (Casid)

Fuente: La Nación