El Partido Comunista Chino es "la amenaza primordial de nuestros tiempos", afirmó Mike Pompeo en enero. Ya entonces, el coronavirus se esparcÃa por China y el resto del mundo; el intento del PC chino de ocultar la epidemia demostró que Pompeo tenÃa toda la razón. "Mi gran preocupación es que este encubrimiento, esta desinformación en que incurre el PC chino, sigue denegando al mundo la información que necesita para que podamos prevenir que algo asà vuelva a suceder", añadió el secretario de Estado norteamericano la semana pasada.
Si China hubiera respondido al brote tres semanas antes de lo que lo hizo, los casos de coronavirus podrÃan haberse reducido un 95%, según un estudio de la Universidad de Southampton. Pero PekÃn se afanó en ocultar la verdad. Steve Tsang, director del SOAS China Institute de la Universidad de Londres, sentencia que "fue el encubrimiento del Partido Comunista en los dos primeros meses lo que creó las condiciones para generar una pandemia global".
Los lÃderes chinos parecen obsesionados con el sostenimiento de su régimen totalitario, y tan prestos a silenciar cualquier crÃtica como lo han sido en el pasado. Desde enero, la evidencia del encubrimiento por parte de China se ha convertido en una cuestión de dominio público. El Gobierno chino censuró y detuvo a los valerosos médicos y confidentes que trataron de dar la señal de alarma. Uno de los más acaudalados emprendedores del paÃs, Jack Ma, reveló recientemente que China ocultó al menos un tercio de los casos.
China ha conseguido encaramarse a la condición de superpotencia tras haber adoptado prácticas económicas occidentales. Ningún otro paÃs ha conseguido un crecimiento económico y un desarrollo social de tal calibre en un periodo de tiempo tan prolongado. No obstante, las esperanzas depositadas por Occidente en el mercado chino también han alimentado un peligroso espejismo. En Occidente pensamos que una China modernizada con un PIB en auge se democratizarÃa y se comprometerÃa con la transparencia, el pluralismo y los derechos humanos. Pero el espejismo se ha tornado una calamidad y PekÃn no hace sino reforzar su condición de "Estado totalitario".
La naturaleza del régimen chino –la proscripción de la prensa libre y de las voces crÃticas; el absoluto dominio del Partido Comunista sobre los actores sociales, espirituales y económicos del paÃs; el encarcelamiento de minorÃas y la represión de la libertad de conciencia– está igualmente contribuyendo a la emergencia de este desastre sanitario. El coste, en términos de vidas humanas y de merma del PIB mundial, es inmenso.
La complicidad del Gobierno chino con la extensión de la pandemia representa una oportunidad para que Occidente reevalúe sus lazos con PekÃn. El franco-americano Guy Sorman, especialista en China, ha escrito a este respecto:
Como tontos útiles, no solo hemos contribuido a la prosperidad del Partido, sino que, aún peor, al hacerlo hemos renunciado a nuestros valores humanitarios, democráticos y espirituales.
"Ha llegado la hora", sentencia el columnista estadounidense Marc A. Thiessen, de "inmunizar nuestra economÃa y nuestra seguridad nacional para que no dependan de un régimen deshonesto".
China está librando dos guerras informativas, una de puertas adentro y otra de puertas afuera. Parece que ven a Occidente débil y sumiso. Bueno, es que lo estamos siendo.
Por lo visto, China considera que está en auge y que Occidente va para abajo. "Nos encontramos ante lo que los alemanes denominan Systemwettbewerb, una competencia de sistemas entre las democracias liberales y el capitalismo autoritario de Estado chino, que cada vez más proyecta sus demandas absolutas de poder fuera de sus fronteras", afirma Thorsten Benner, cofundador y director del Global Public Policy Institute de BerlÃn. La Guerra FrÃa con Rusia se discernÃa mejor.
Tenemos un antagonista ideológico y de seguridad que no es un competidor económico. En el pasado hubo un muro chino entre las economÃas occidentales y la URSS. Hoy, nos enfrentamos a un rival que es un poderoso competidor económico y que está intrincadamente implicado en la polÃtica económica de Occidente. Al mismo tiempo, dependemos de la cooperación con China en asuntos transnacionales como el cambio climático o las pandemias. El sistema de capitalismo de Estado autoritario de China, con sus ambiciones hegemónicas, es de largo el mayor desafÃo estratégico que tiene planteado Occidente.
Para el historiador Niall Ferguson, "China representa un desafÃo económico mayor del que jamás lo fue la URSS". La Unión Soviética nunca pudo apoyarse en un sector privado dinámico, como sà está pudiendo hacer China. En algunos mercados, como el tecnológico, China está ya por delante de EEUU. No sólo eso: la economÃa china, la segunda mayor del planeta, está más integrada en la occidental de lo que jamás estuvo la soviética. El régimen totalitario de partido único vigente en China consiente más libertades personales de las que permitió la URSS, al menos por el momento. La epidemia de coronavirus es, de hecho, en parte consecuencia de la libertad de movimientos de que disfrutan los ciudadanos chinos.
Además, China ha sido capaz de convencer a muchos en Occidente de que no es un enemigo. Parece que PekÃn ha sido tratar de atraer a Occidente –y al resto del mundo– a su esfera ideológica y económica. China abrÃa mercados en Occidente mientras ofrecÃa a su propia gente una suerte de pacto demonÃaco: renunciad a vuestras ideas y principios y obtendréis mejoras materiales y seguridad ciudadana. Por otro lado, China se ha convertido en un gigante industrial y tecnológico, algo que la URSS sólo consiguió soñar.
Reparemos, por ejemplo, en el sector farmacéutico. Según Yanzhong Huang, experto en sanidad global del Council on Foreign Relations, las compañÃas chinas proveen a EEUU más del 90% de los antibióticos, la vitamina C y el ibuprofeno que consume, asà como el 70% del paracetamol y entre el 40 y el 45% de la heparina. EEUU nunca dependió de la URSS de esta manera.
En un artÃculo publicado en la agencia Xinhua, uno de los voceros del Partido Comunista Chino, PekÃn amenazó con detener las exportaciones farmacéuticas, tras lo cual EEUU "se hundirÃa en un turbulento mar de coronavirus". Por cierto, el artÃculo se titulaba "Seamos audaces: el mundo debe dar las gracias a China".
El comunicador de Fox News Tucker Carlson tiene razón al arremeter contra la élite norteamericana por vender su paÃs a los intereses económicos chinos.
Es probable que los lÃderes chinos confÃen en que no te atrevas a desafiar a una potencia que te vende la mayorÃa de los medicamentos vitales.
Italia, paÃs duramente golpeado por la pandemia del coronavirus chino, está ahora en el centro de una campaña estratégica de propaganda china. PekÃn ha enviado médicos y suministros a Italia, y está haciendo lo mismo en toda Europa. En Italia pueden verse carteles que dicen: "Forza China!". China está tratando de comprar nuestro silencio y complicidad. Por desgracia, lo está consiguiendo. En febrero, mientras algunos polÃticos de la derecha urgÃan al primer ministro, Giuseppe Conte, a poner en cuarentena a unos escolares del norte del paÃs que acababan de regresar de unas vacaciones en China, los más altos funcionarios de Italia estaban afanadÃsimos en tratar de complacer a PekÃn. El presidente del paÃs, Sergio Mattarella; el ministro de Cultura, Dario Franceschini, y el de Exteriores, Luigi Di Maio, asistieron en Roma a un concierto por la "amistad italo-china". El presidente Xi Jinping les agradeció calurosamente el gesto.
China no está ayudando por mor de la solidaridad. Lo que busca ahora es presentarse como el salvador del mundo. Al principio de la pandemia, a PekÃn no le importó la vida de su propia gente: entonces estaba ocupada en censurar las informaciones.
"Bajo las declaraciones de solidaridad, China planea hacerse con nuestras compañÃas e infraestructuras en apuros", advierte Bild, el diario de mayor circulación en Alemania. Italia fue el primer paÃs del G-7 que suscribió con China un acuerdo de inversión global; acuerdo que con razón provocó preocupación en EEUU. China parece decidida a proseguir con su expansión en la economÃa y los intereses estratégicos italianos.
El PC chino también parece estar en guerra contra el libre flujo internacional de la información. En el marco de la mayor expulsión de medios desde la muerte de Mao Zedong, el régimen mostró la puerta a una serie de periodistas norteamericanos. PekÃn ha tratado asimismo de culpar de la pandemia a EEUU diciendo que el coronavirus tuvo por origen en personal militar norteamericano desplazado a Wuhan. Lijian Zhao, portavoz del Ministerio chino de Exteriores, posteó declaraciones al respecto en las redes sociales chinas y en Twitter. La crisis del coronavirus es ahora un campo de batalla para la propaganda china.
La paradoja es que el Global Times, un medio del PC chino, difundió propaganda antiamericana en Twitter, red que está prohibida en China. Mientras, Twitter vetó a la web Zero Hedge por publicar un artÃculo en que se vinculaba a un cientÃfico chino con el brote de coronavirus. Lamentablemente, Twitter ha estimado que el PC chino no viola sus normas de conducta al esparcir mentiras contra EEUU.
Hace solo unos años, en 2013, una directiva secreta del PC chino denominada Documento Nº 9 abogaba por el repudio de siete ideas occidentales, como la "democracia constitucional occidental", la "validez universal" de los derechos humanos, las nociones de independencia mediática y participación ciudadana, el "neoliberalismo" defensor del libre mercado y la crÃtica "nihilista" al cuestionable pasado del Partido. Entre los objetivos a combatir se contaban "embajadas, consulados, medios y ONG occidentales". Huang Kunming, jefe de propaganda del Partido, atacó a "ciertos paÃses occidentales que se sirven de su superioridad tecnológica y del discurso dominante que han acumiulado durante un largo periodo de tiempo para diseminar los denominados valores universales". El ministro chino de Educación, Yuan Guiren, expresidente de la Universidad Normal de PekÃn, clamó: "No permitamos que los libros de texto que promueven los valores occidentales hagan acto de presencia en nuestras clases".
En discursos y documentos oficiales, el presidente Xi habla de una lucha entre el "socialismo con caracterÃsticas chinas" y las "fuerzas occidentales antichinas", con sus "extremadamente perniciosas" ideas de libertad, democracia y derechos humanos. Occidente parece ser el objetivo. Según un nuevo estudio del International Republican Institute:
El Partido Comunista Chino (...) está empleando una serie excepcional de tácticas en los ámbitos económico e informático que socavan las instituciones democráticas y la prosperidad futura de numerosos paÃses en desarrollo, mientras crece su dependencia de China.
Evidentemente, China sabe cómo utilizar los medios occidentales para su propio beneficio propagandÃstico. "El Vaticano y la élite mediática occidental, fundamentales en la victoria de Occidente en la Guerra FrÃa, se han plegado al Partido Comunista Chino", escribe Michael Brendan Dougherty. El régimen de PekÃn ha triunfado donde fracasó el soviético. El pasado diciembre, una niña londinense de 6 años encontró en una postal navideña el siguiente mensaje manuscrito: "Somos prisioneros extranjeros de la prisión Qingpu de Shanghái, y nos vemos forzados a trabajar contra nuestra voluntad. Por favor, ayudadnos y ponedlo en conocimiento de las organizaciones de derechos humanos". El capitalismo occidental se ha hecho cómplice de los esclavistas chinos.
Las marcas occidentales no son los únicos que se han plegado por miedo a "ofender" al PC chino. La cultura occidental se ha apresurado a someterse a la autocensura en lo relacionado con China. "Occidente es tan tolerante, pasivo, acomodaticio e ingenuo con PekÃn...", dice Liao Yiwu, escritor chino exiliado en BerlÃn.
Los occidentales miran a China con incredulidad, quedan seducidos como un anciano ante una joven. Todo el mundo se estremece ante la omnipotencia china. Europa muestra toda su debilidad. No comprende que la ofensiva china amenaza sus libertades y valores.
La embajada china en Chequia financia un curso en la Universidad Carolina, la más prestigiosa del paÃs. Hay universidades británicas que ya dependen en buena medida de su alumnado chino; cifras conservadoras hablan de matrÃculas por valor de 1.750 millones de dólares. Australia es aún más dependendiente, con 200.000 estudiantes: si regresaran a China, o si las donaciones chinas dejasen de llegar, las pérdidas serÃan de 4.000 millones.
Las 1.500 sedes del Instituto Confucio que el régimen chino ha abierto en 140 paÃses ofrecen programas culturales y de aprendizaje de idiomas. Sin embargo, según Matt Schrader, especialista en China de la Alliance for Securing Democracy, esos centros son "instrumentos de propaganda". El pasado octubre Bélgica vetó al director del Instituto Confucio de Bruselas, Xinning Song, luego de que los servicios de seguridad le acusaran de espiar para PekÃn.
Cuando, en 2013, la Universidad de Sidney vetó una charla del Dalai Lama, muchos vieron ahà los vÃnculos de la universidad con intereses chinos. Asuntos como el TÃbet, la independencia de Taiwán o el difunto disidente Liu Xiaobo, premio Nobel de la Paz, son tabú.
Según un informe de Bloomberg, PekÃn se está infiltrando en el panorama polÃtico europeo dando respaldo a determinados partidos e invitando a China a una serie de polÃticos. El presidente Xi donó una estatua de Karl Marx a la localidad natal del pensador (Tréveris) en el 200 aniversario del natalicio del autor del Manifiesto comunista.
China, cómo extrañarse, se viene sirviendo de las instituciones multilaterales occidentales para su propio beneficio. Como ha detallado Michael Collins en un informe para el Council on Foreign Relations, PekÃn ha ampliado su presencia en la Organización Mundial de la Salud (OMS). "Las contribuciones chinas a la OMS han subido un 52% desde 2014, hasta unos 86 millones de dólares", consigna Collins.
Esto es en buena medida debido al aumento chino de las aportaciones basadas en el desarrollo económico y la población de cada paÃs. No obstante, también ha incrementado poco a poco sus aportaciones voluntarias, desde los 8,7 millones de 2014 a los aproximadamente 10,2 de 2019.
Al igual que hizo la URSS, China parece estar levantando un gigantesco aparato de control. Lo llaman "la policÃa de internet". Trate de imaginar a la policÃa secreta de la Alemania Oriental, la Stasi, utilizando los más avanzados sistemas de vigilancia del mundo: eso es China en 2020.
Las dictaduras comunistas siempre acaban siguiendo el mismo guión. El escritor soviético BorÃs Pasternak fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, pero el régimen comunista le prohibió acudir a recogerlo. En China, el escritor, crÃtico literario, poeta y activista por los derechos humanos Liu Xiaobo fue galardonado con el Nobel de la Paz, pero nunca pudo recibirlo: murió bajo custodia policial en un hospital chino. La URSS tenÃa campos de trabajos forzados como los tiene China. El disidente Harry Wu, que estuvo 19 años en la cárcel, ha comparado los laogai chinos con el Gulag soviético y los campos nazis de concentración.
En la URSS, los escritores, polÃticos, generales y médicos que fueron silenciados y ejecutados en tiempos de Stalin fueron rehabilitados por los lÃderes soviéticos que sucedieron al georgiano. En China, el PC acaba de exonerar al doctor Li Wenliang, que advirtió del brote de coronavirus. Wenliang fue acusado de "hacer declaraciones falsas y perturbar el orden social" y forzado a rectificar; poco después falleció vÃctima del coronavirus, a los 33 años. Es un vergonzoso intento de las autoridades de blanquear su propia imagen.
En una columna publicada la semana pasada en el diario español El PaÃs, el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa escribió sobre el coronavirus:
Nadie parece advertir que nada de esto podrÃa estar ocurriendo en el mundo si China Popular fuera un paÃs libre y democrático y no la dictadura que es.
Vargas Llosa vinculó el brote epidémico con el desastre de Chernobyl de la época soviética. Ambas dictaduras censuraron y silenciaron información sobre la crisis. Como reacción, el régimen de PekÃn no sólo llamó "irresponsable" a Vargas Llosa, sino que proscribió sus libros en las plataformas chinas de e-books. Vargas Llosa advirtió a los "insensatos" occidentales de que no crean en China, "el mercado libre con una dictadura polÃtica", y afirmó que "lo que sucede con el coronavirus deberÃa abrir los ojos a los ciegos".
El riesgo es que, en vez de lo que sucedió con Chernobyl, que en parte llevó a la caÃda de la URSS, el régimen comunista chino salga reforzado, especialmente si, gracias a la crisis del coronavirus, el pueblo americano no da su apoyo en noviembre al primer presidente que ha desafiado abiertamente a China en los últimos 40 años.
El sueño occidental de un "renacimiento de la nación china" se ha convertido en una pesadilla global. Cientos de millones de personas se encuentran confinadas en todo el mundo; miles han muerto; las economÃa de Occidente están paralizadas, y algunas a punto del colapso. Las calles y las tiendas vacÃas son la norma.
Puedo que esto sea lo que los analistas denominan "el fin del orden liberal". Los comunistas chinos son hoy más capitalistas que marxistas, al menos al nivel estatal. El presidente Xi ha adoptado el "leninismo de mercado", una mezcla de economÃa dirigida por el Estado con una "terrorÃfica forma de totalitarismo". Occidente debe tomar conciencia de la duplicidad china.
Por Giulio Meotti
Traducción del texto original: The West Needs to Wake Up to China's Duplicity
Traducido por El Medio