Poco ortodoxa: ¿realidad o ficción?

En todo el mundo se está hablando de la nueva miniserie de Netflix llamada Unorthodox. ¿Es real lo que se muestra? ¿Son comportamientos judíos? ¿Es así toda la ortodoxia? Veamos.



Primero debemos aclarar que la autora, Deborah Feldman, cuenta su propia historia -con licencias narrativas-, ella es Esty. Esto le agrega verosimilitud a la obra pero le quita objetividad. Es un grave error tomar una experiencia particular y generalizarla.

La ortodoxia judía es un grupo heterogéneo de personas cuya aglutinación se basa en su apego a la halajá (ley judía). Está compuesto por distintos subgrupos diferenciados entre sí por cuestiones ideológicas con respecto a: la modernidad, el sionismo, el origen y el jasidismo. La ficción trata sobre uno de esos grupos: Satmer. El mismo fue fundado a principios de siglo XX en el pueblo del mismo nombre en Rumanía, frontera con Hungría y Ucrania (según la geografía actual).

Sus características son: la tendencia a evitar los últimos avancen tecnológicos, el acérrimo antisionismo ideológico, ashkenazim (por su origen en Europa) y jasidicos (continuadores de la escuela filosófica fundada por el Baal Shem Tov).

Su fundador y primer líder, Rab Ioel Teitelbaum, escapó de los nazis y refundó su comunidad junto a 70 seguidores (llamados jasidim) y en Williamsburg, Brooklyn (NuevaYork, EEUU). Ahí comienza la historia de Esty (y de Deborah).

La linea argumental principal se fusiona con la historia del casamiento de Esty con Yanky. Esto nos abre las puertas a un mundo bastante desconocido para el publico en general: las presentaciones, los noviazgos, el casamiento y la intimidad en el mundo judío ortodoxo.

La intervención de una tercera persona a la hora de la presentación de la pareja es de lo más normal. Puede ser un/a shadjan/it (casamentero/a) al estilo El Violinista Sobre el Tejado, un amigo en común, un conocido o hasta un rabino. Su función es simple: contactar a ambos. 

Uno de los pilares de una pareja sana, estable y duradera es la comunicación. Son las palabras las materializan nuestras ideas y nuestras ideas las que nos identifican. Dialogo es conexión, es entendimiento y es respecto. Algo que dista mucho de lo visto en la ficción. Las salidas de los “novios” tienen como fin que se conozcan, se cuenten objetivos de vida, se gusten y decidan si quieren formar un hogar juntos. Es imprescindible la aceptación de ambos.

Todo ser humano tiene características que lo hacen único. Cualidades que debe desarrollar a lo largo de su vida para poder alcanzar la plenitud. Una buena pareja se complementa y ayuda mutuamente para que cada uno concrete sus proyectos.

Luego llega el matrimonio y la intimidad. El judaísmo ve a ambas cosas como la plenitud de la pareja, para que asi el compromiso y la entrega sea total. La intimidad de la pareja es, como se escucha repetidamente en la serie, un mitzvá (precepto). Pero su objetivo principal no es la reproducción sino la unión de ambos y el disfrute.

El judaísmo es muy cuidadoso con darle al potencial del ser humano fines positivos. Es por eso que restringe toda acción seductora hacía terceros y la encauza hacia la intimidad de la pareja. El hombre usa sus herramientas de seducción sólo con su esposa y ella con él. El pelo femenino es considerado un elemento seductor y por eso se encuentra entre los elementos que se reservan para la pareja. La comunidad Satmer opta por el corte al ras durante algunos periodos de tiempo, lo que contradice los valores que antes mencionamos.

Otra dualidad expuesta en la serie es: lo piadoso y lo despiadado, lo santo y lo profano; que se ve especialmente en el personaje de Moishe. Rezando vehementemente y luego comportándose de maneras mafiosas y poco decorosas.

El judaísmo aspira a la integridad del ser. No se puede “estar con Dios y con el diablo”. Esa forma de conducta es antagónica a lo que Dios pide de nosotros. Al punto tal que el Talmud enseña que ante un comportamiento así, tampoco las buenas acciones son aceptadas. Cada uno es libre de elegir el camino que desea para su vida y no somos quién para juzgar al otro. Pero hay un principio que debe ser transversal a todos: la libertad. Que cada quien elija libremente lo que quiere y lo que no para su vida.

Fuente: http://www.judaismoacademico.com/2020/04/28/poco-ortodoxa-realidad-o-ficcion/