Estos serán los primeros desafíos del nuevo gobierno israelí

Están claros, aunque se postergó su presentación


Contrariamente a lo anunciado, el nuevo gobierno israelí no fue presentado este jueves 14 de mayo. Por la tormenta dentro del partido Likud, varios de cuyos miembros principales sienten que Netanyahu no ha sido leal con ellos a no darles puestos destacados, se debió postergar la asunción, por ahora al domingo 17.

No sorprende totalmente, ya que el armado del nuevo gobierno ha sido bastante escandaloso en varios aspectos. El primero, claro está, es el hecho que la alianza principal es entre Netanyahu y Beni Gantz, quien hasta hace unas semanas era su más férreo adversario. A ello se suma el hecho que también el partido laborista se sumó a la coalición, echando por la borda todas sus promesas opositoras. Será un gobierno enorme, con 34 ministros, por ende carísimo, el más costoso al parecer en la historia de Israel, incluyendo ministerios inventados que nadie tiene claro qué tendrán para hacer, con maniobras políticas que responden evidentemente a deseos de acercar a determinadas figuras para hacer número. Del otro lado del espectro político, se agregan las discusiones con el partido Yemina, que se halla a la derecha de Netanyahu, que parece queda fuera de la coalición.

Cuando el gobierno comience a funcionar, habrá terminado una época sin precedentes de inestabilidad en la política israelí, 500 días sin gobierno electo. Será el gobierno más grande en la historia del Estado, una coalición complicada con piezas de dos bloques antes enfrentados política e ideológicamente.

Por lo tanto, su primer desafío será garantizar su propio funcionamiento, desarrollar una relación de confianza interna que permita trabajar juntos y avanzar para atender diversas necesidades nacionales. No será una meta fácil de alcanzar. El analista David Horowitz, Director de la página israelí en inglés más leída, The  Times of Israel, recuerda que hasta hace pocos meses, Beni Gantz-que entró a la política hace algo más de un año con la declarada intención de sustituir a Netanyahu por las sospechas de corrupción en su contra- recalcaba que “no me puedo sentar con él” y que “le hace mal al país”. El propio acuerdo de coalición entre ambos es un reflejo de la mutua desconfianza, de mecanismos ideados para garantizar por ley que dentro de 18 meses, cuando Netanyahu tenga que dejar su puesto para que lo suceda Gantz tal cual acordaron, cumpla con el compromiso de rotación.

La explicación de Gantz de su decisión de unirse con Netanyahu al que antes quería sacar del camino, desmembrando así a su propio partido “Kajol Lavan” y violando su principal promesa de la campaña electoral, estaba relacionada a la pandemia. “Es una emergencia nacional y hay que combatirla juntos”, recalcó en referencia a la situación creada por el Coronavirus, señalando que en medio de ello, es imposible ir nuevamente a elecciones, lo cual habría sido la alternativa a la formación del gobierno.

En la práctica, el gobierno entra en funciones cuando la pandemia está –por ahora al menos- muy controlada y las cifras han bajado considerablemente. Sin embargo, las autoridades de Salud Pública recalcan que es imperioso prepararse para la eventualidad de una segunda ola, que combinada quizás con el invierno, dentro de unos meses, sea peor aún. Lo seguro ya ahora es que el nuevo gobierno deberá lidiar con la sumamente dura situación económica creada por el cierre de dos meses, uno de cuyos resultados ya reales es más del 27% de desempleo, más de 1.100.000 ciudadanos sin trabajo. Esto, además de numerosos independientes con negocios arruinados, deudas enormes y sin perspectivas rápidas de solución, a pesar de paquetes gubernamentales de ayuda.

En el documento con los lineamientos básicos del nuevo gobierno publicado esta semana, se anuncia explícitamente la formación de un gobierno de emergencia para lidiar con la pandemia, que formule un plan para enfrentar la crisis económica y elabore “una red de seguridad socio-económica” para la ciudadanía.

En el plano político a nivel regional e internacional, el tema del que más se habla en los últimos tiempos es el de la eventual anexión de partes de Cisjordania, zona en disputa con los palestinos. Sin embargo, no está claro en absoluto cuál es la intención exacta de Netanyahu al respecto. Según el acuerdo con Gantz, el tema puede ser planteado y concretado a partir del 1° de julio, pero en el documento de lineamientos básicos del próximo gobierno, esto ni siquiera está mencionado.

“No parecería que haya intención de concretarlo ya el 1° de julio, porque la pandemia, más que nada en Estados Unidos, ha determinado otro orden de prioridades”, dijo Oded Ravivi, Alcalde de la ciudad de Efrat, un asentamiento aledaño a Jerusalem, que considera clave que la legislación israelí sea declarada en todas las localidades judías de la zona. En una rueda de prensa llevada a cabo este jueves, en la que hemos participado, Ravivi recalcó la importancia de que Netanyahu cumpla con lo anunciado en términos generales al respecto-aunque aclara que el término anexión no es el correcto- y expresó la esperanza que “también podamos llegar a la paz y buena vecindad con los palestinos”.

El tiempo dirá  si Netanyahu realmente se dispone a concretarlo o si fue sólo un elemento de sus recientes campañas electorales y discusión política interna. Al respecto sería interesante recordar que aunque ha estado en el poder mucho más tiempo que cualquier otro Primer Ministro, Netanyahu nunca dio pasos para imponer la legislación israelí en los asentamientos. Tiempo por cierto ha tenido. Pero optó por no hacerlo, evidentemente por consideraciones políticas más que ideológicas. Usó el tema en las últimas campañas electorales, pero nunca lo concretó.

Si esta vez decide cambiar de rumbo y traducir sus palabras en acciones, su gran desafío será frenar una nueva ola de violencia palestina y un deterioro de las relaciones de paz con la vecina Jordania. La Autoridad Palestina ya ha aclarado que no aceptará este paso unilateral de Israel, y que si lo da, no se considerará comprometida con los acuerdos firmados décadas atrás.

Todo esto aparece en el documento formal del nuevo gobierno, en términos muy generales. “Partiendo de la creencia en el derecho inviolable del pueblo judío a un Estado soberano en la tierra de Israel, la patria nacional e histórica del pueblo judío, el gobierno atenderá todos los temas relacionados a la paz, la seguridad y la prosperidad de Israel”, dice el documento. Para ello, agrega, “el gobierno actuará para fortalecer la seguridad nacional” y “trabajar para lograr la paz”, así como también para “garantizar igualdad de oportunidades para todos los israelíes, fortalecer la economía y trabajar para tender puentes entre todas las partes de la nación y preservar el carácter judío y democrático de Israel…”.

El nuevo gobierno deberá trabajar para sanar heridas tras casi un año de gran polarización y división interna. La oposición, que incluye a los antes aliados de Gantz en su lucha, ahora terminada, para cambiar a Netanyahu, no sólo continúa  convencido de que hay que hacerle la vida imposible al Primer Ministro, sino que además, se siente traicionada por Gantz que cambió de bando.

Todo esto, faltando sólo  diez días para que comience el juicio a Netanyahu por sospechas de corrupción.

Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai