Desde hace ya bastante tiempo
el popular sitio de transmisión en streaming de películas, Netflix, viene
desarrollando producciones propias que recrean historias verídicas y ficciones sobre Israel y lo judío.
La serie No Ortodox- que tuvo
un alto impacto tanto entre judíos como no judíos - fue la cima de este
fenómeno que se extiende desde tiempo
atrás.
Se han podido ver así series
o películas que giran sobre dos ejes: el accionar asombroso del Mossad y otros
servicios de inteligencia y contraterroristas de Israel y aspectos poco
concidos pero estereotipados de la judeidad ultraortodoxa o por lo menos de una
rama de la misma: los jasidóm de Satmer.
En una rápida enumeración de
los títulos llevaría a enunciar en un orden no cronológico Fauda ( en sus tres
temporadas), Operación Terminal ( la captura de Eichmann), Operación Hermanos (
la extracción secreta de judíos de Etiopía), El
Espía ( la vida de Eli Cohen ), Shtisel ( una miniserie de 12 capítulos
de gran éxito), Cuando los Héroes Vuelan, Mesías ( muy poco conocida),
Hostages, Mossad ( documental), Tormenta de Arena ( sobre beduinos) y la
polémica No Ortodoxa.
La mayor parte de estas
películas o series fueron filmadas en parte en Israel y hay no pocos actores
árabes en las mismas. Inclusive en la dos vinculadas a la ortodoxia, sus
protagonistas no solo no son ortodoxos sino que además debieron aprender bien
el idish antes del rodaje.
Las producciones en general,
sin entrar en detalles, rescatan historias verídicas ( como las de Cohen,
Eichmann y otras) aunque algunas
adolecen de graves fallas y errores conceptuales en sus guiones. No es mi
intención juzgar las actuaciones. Contrariamente, Fauda, en sus tres
temporadas, es una serie impactante y atrapente que refleja con crudeza la dura
lucha de un cuerpo especial del ejército israelí en acciones preventivas contra
el Hamas y el Isis. La serie fue inicialmente criticada duramente por sectores
progresistas europeos y los palestinos que consideran de extrema dureza el
comportamiento de los soldados israelíes.
Sin embargo, sería primero Shtisel y No Ortodoxa en especial que
despiertan una gran curiosidad por saber como viven y sienten los judíos
ultraortodoxos, tan alejados de la modernidad y sus dispares valores.
Con Shtisel ocurrió algo bastante singular. Fue
vista y valorada con sin despertar gran polémica por parte de judíos
observantes y laicos. Es que la miniserie, muy bien lograda, penetra en los
sentimientos personales de los personajes más allá del rigorismo religioso.
La última de las
producciones, No Ortodoxa, causó una verdadera conmoción en especial entre no
judíos y judíos religiosos. Muchos no judíos tuvieron con ella una aproximación a una religión o forma
de vida anómala, extraña, lejana y que despertó en los antisemitas la excusa
que necesitaban para asociarla a la
pandemia.
Los judíos ortodoxos modernos
se sintieron dolidos porque a través de
una historia basada en hechos reales se
deforma y mitifica a todo el judaísmo raigal. La serie magnifica la
historia de Esty ( Debora Feldman en la vida real ), estigmatiza valores
milenarios, ritos y preceptos que la judeidad ortodoxa moderna considera solo
como parte de un grupo sectario y refractario de todo elemento cercano a la
modernidad. Todo esto generó en tiempos de cuarentena y pandemia, distintas
videoconferencias que tuvieron a rabinos e intelectuales laicos como
protagonistas principales logrando amplios registros de audiencia y pacífico
intercambio. No Ortodoxa cae en las deformaciones típicas en que se incurre al
atacar a la ortodoxia : el rol diferente de la mujer presentada como sufrida o
sometida, la inhibición absoluta hacia la sexualidad llegando incluso al
vaginismo ( un problema que afecta al 0,05 % de todas las mujeres del mundo
sin distinción religiosa), la
persecución mafiosa de la mujer y todo ello en el marco de un logrado
costumbrismo. Algunos de los estereotipos de la serie son tan burdos que hasta
los sectores liberales del judaísmo mantuvieron un respetuoso silencio ante una
corriente siempre criticada.
Quedará para los sociologos
interpretar porque a través de Netflix
se demuestra que lo judío y la seguridad de Israel es un producto rentable,
vende y despierta cada vez más curiosidad entre los no judíos.
Por ahora sólo queda esperar
que otra pronta sorpresa nos deparará Netflix en este abordaje de lo judío. Mientras tanto
sería bueno agarrar libros y artículos sobre la lucha de Israel contra el
terror y artículos sobre judaísmo y sus valores para poner las cosas en su real
dimensión. Es que el prejuicio es hijo de la ignorancia. Convendría tenerlo en
cuenta.