Coronavirus. Cuerpo y Mente. Por Dra. Silvia Lucia Natenson


La aparición, despliegue y propagación en el mundo entero del coronavirus, dio lugar al surgimiento de teorías que intentan dar respuesta a su origen y posibilidad de tratamiento, intentando explicar lo aún inexplicable y alentando esperanzas para hacerle frente a la problemática.

Muchas personas comparan “la guerra” con la pandemia del covid-19, pero en la guerra hay un enemigo visible, se sabe de donde proviene la amenaza, contra quien se lucha, ocurriendo en un momento de la historia y en un lugar geográfico determinado. A diferencia este virus, enfrenta a toda la humanidad a una catástrofe, a un ataque silencioso, mudo, invisible y desconocido que nos iguala frente a lo calamitoso y por más que las personas adopten medidas preventivas no hay certeza de poder evitarlo. Solo tiene nombre, pero su poder agresivo y destructor aún no tiene freno. Rompe las barreras del espacio y el tiempo sometiéndonos a la incertidumbre y en muchos casos, desconsuelo. Arrasando en el mundo entero se prolifera en el espacio, instalándose en el contexto social de todos los países. Sorpresivamente apareció, desorganizó nuestras rutinas diarias sin darnos tiempo para comprender la dimensión que cayó sobre nuestras vidas, alterando nuestra cotidianeidad. Muchos creen que son los países dominantes que lo desarrollaron para someter a los países mas pobres, o una diferente forma de guerra entre potencias, o la trasmutación celular de animales salvajes a personas, mientras otras piensan que a esta plaga solo puede detenerla Dios, dando lugar a un sistema de creencias. Mientras tanto y en todo el mundo, científicos e investigadores a pasos agigantados trabajan para encontrar la “Cúpula de Hierro” que lo detenga, porque no se sabe aún cuál es la mejor arma para vencerlo, ni cuándo llegará ese día. Hoy nos encontramos situados ante una emergencia que comparte características fantasmáticas y reales, en un devenir de preguntas sin respuestas, donde la certeza otorgó su lugar a la incertidumbre. Y el tiempo que hasta hace poco lo regíamos por las actividades en el mundo exterior, se perfila hoy por acciones en el hogar, reacomodando vínculos y funciones, dando espacio a la imaginación y creatividad. Tolerar el miedo, la incertidumbre de lo inmediato y mediato es nuestro desafío para no ser condenados a un sufrimiento que no posee una clara perspectiva final.

A pesar que se informa que el “pico de la enfermedad” aún en este pais no se manifestó, muchas personas se preguntan cuándo terminará la cuarentena, cómo será la vida después de la pandemia? Seremos los mismos? Qué cambiará? Seremos mas solidarios? Los nuevos hábitos incorporados se mantendrán en el tiempo hasta el descubrimiento de la vacuna preventiva?. O algo de lo actual perdurará en el tiempo? Cómo afectará en las personas esta vivencia traumática? Preguntas que aún hoy no pueden ser respondidas. Solo nos cave configurar nuestro presente para que la amenaza externa nos dañe lo menos posible en todas las aristas de nuestra vida.

Paralelamente nos aconsejan distanciamiento presencial con otras personas, barbijo, alcohol, etc. medidas necesarias y tendientes a disminuir los riesgos de contagio físico. Pero el miedo a la muerte, al dolor o enfermedad propia o de un ser querido y las vivencias psicológicas y subjetivas que ocasionan la pandemia y la cuarentena pueden convertirse en algunas personas en pensamientos tormentosos. Por ello, la conveniencia de participación de psicólogos quienes junto a los médicos infectólogos, podrían ofrecer herramientas tendientes a dar contención, amparo y claridad a las personas, modelando el exceso de información y desmesura de las acciones y apertura de caminos al pensamiento con el consecuente bienestar psicológico. Evitando posibles futuros desenlaces pos traumáticos, padecimientos psicosomáticos, depresión, crisis de ansiedad, adicciones, etc.Y borrando el matiz apocalíptico frente a la ausencia de vacunas y teorías aún sin certezas.

Doctora en Psicología Silvia Lucia Natenson Mat. Nac. 92
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