En nombre de mi abuela asesinada en AMIA

El emotivo homenaje artístico de Susy (Susan) Cuchacovich a su abuela Susy Kreiman (z”l)

La familia Kreiman. Susy (Z"L), a la izquierda
Siempre estuvieron conectadas, aunque jamás se conocieron. Fue imposible, porque la abuela  fue asesinada el 18 de julio de 1994 en AMIA y su nieta nació 6 años después.

Pero cuando Marianella, la hija de Susy y Ángel Kreiman , estaba por dar a luz a su primogénita, tenía claro que honraría la memoria de su madre asesinada, perpetuándola en el tiempo no sólo en el recuerdo sino en lo más hermoso: la vida de la nieta a la que sin duda habría estado feliz de conocer.


Junto a las fotos, a las historias que siempre se contaron en casa, a la presencia permanente dentro del enorme vacío, se busca cómo plasmar la memoria a otros niveles. Para Susy, la hija de Marianella, estaba claro que su abuela sería el tema de su proyecto final en Arte en el marco de sus estudios secundarios.

Marianella nos lo explica, ya que su hija prefiere no aparecer en cámara personalmente.


Pero Susy chica-ríe cuando la llamamos así- sí está dispuesta a contar. “Creo que siempre fui consciente del significado de llevar el nombre de mi abuela”, nos dice. “Pero siempre me costó cuando la gente venía a decirme que había conocido a mi abuela, porque yo no”.

Junto al dolor, está el orgullo. “Desde que era chica, mucha gente me decía ´tienes el nombre de tu abuelita que está en el cielo, y ella era una gran persona´, así que  siempre fue parte de mí”. Pero Susy no sabía qué responder.

La preguntamos si acaso cuando se comete algún atentado en Israel, eso la hace pensar en AMIA, una tragedia colectiva y al mismo tiempo, para su familia, un horror personal. “A veces sí porque pienso que otra gente va a vivir lo que vivieron mi mamá y mis tías cuando su mamá , mi abuela, murió”.

Sobre su trabajo artístico en memoria de su abuela, está satisfecha. “Siempre tuve la idea de mostrar la conexión que yo tengo con mi abuela, aunque nunca la conocí. No sólo por el nombre. Quiero que esté orgullosa de mí. Y también sé que llevo su nombre, pero soy una persona totalmente distinta”.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai