Por Jorge Rozemblum, Director de Radio Sefarad
www.radiosefarad.comGeneralmente se traduce Yom Kipur como “día del perdón”, pero es
un concepto incorrecto que habría que sustituir por el de “expiación”, que es
la eliminación de la culpa o pecado. Mucho antes de eso, el paso esencial es
reconocer estos cargos espirituales. Para ello, en las tradiciones de
diferentes comunidades judías, se llevan a cabo ceremonias en las que se reza y
suplica abundantemente. Los judíos del este de Europa (ashkenazíes) se
concentran en dicha labor desde el sábado anterior a Rosh Hashaná (el
inicio de año, que precede a Yom Kipur en 10 días, apodados “terribles”, por el
peso del trabajo interior a realizar), mientras que las comunidades de rito
sefardí anticipan e incrementan la deuda de oración y súplicas a todo el mes
anterior a Rosh Hashaná, llamado Elul. Durante el mismo, los varones
adultos madrugan para acudir antes del alba a la sinagoga y entonar allí las
llamadas “selijot”, literalmente, perdones (mejor, pedidos de
perdón a Dios). Por lo tanto, más que un Día del Perdón, una gran parte de los
judíos (los sefardíes de origen español y los que siguen el rito, pero son
originarios de países árabes), cumplen con un “Mes del Perdón”.
El mencionado “kipur” definitivo que queda sellado en el Libro de
la Vida proviene en hebreo del verbo que significa borrar o cubrir y debe
entenderse como una absolución de cualquier pena por medio de un animal
sacrificado, eliminando los obstáculos espirituales para obtener el favor
divino. Entre los antiguos israelitas, dicha expiación se lograba despeñando un
chivo (o macho cabrío) desde el monte Azazel, que desde entonces se ha
utilizado como seudónimo del diablo o ángel caído. En siglos más cercanos
algunos grupos judíos incorporaron la tradición del “tashlij” en
la primera tarde de Rosh Hashaná, por la cual se acude a un curso de agua con
peces y se sacude la punta de la ropa para simbolizar que quien lo hace echa
sus pecados al mar. También subsiste el rito de las “kaparot”, de
la misma raíz hebrea que kipur, de Yom Kipur, en cuya víspera algunas
comunidades judías sacrifican un pollo en señal de expiación, pese al número
creciente de opositores a este ritual, que consiste en hacer girar tres veces
por encima de la cabeza de un fiel a un ave de corral blanca, a la vez que se
recitan oraciones religiosas para que sus pecados se transfieran al animal.
A diferencia de la religión cristiana, el concepto del pecado en la
tradición judía es entendido únicamente como el alejamiento del hombre de la
voluntad de Dios. Por ello, los “pecados” cometidos contra los seres humanos
deben resolverse directamente con cada uno de los afectados y no rezando, ni
(tal como se acostumbra a hacer últimamente) pidiendo perdón de forma general
“a quien haya causado daño o se haya sentido ofendido”, sino disculpándose con
cada uno de los posibles afectados. Dado que suelen ser bastantes estos casos,
no conviene dejar todo el trabajo para el último momento. Tenemos todo un Mes
del Perdón para gestionarlo personalmente con nuestros semejantes.