Los jóvenes, claves en las manifestaciones contra Netanyahu

Miles de ciudadanos israelíes protestan desde hace ya 11 semanas consecutivas contra el Primer Ministro Biniamin Netanyahu. La realización misma de las manifestaciones, aunque han sido reconocidas por el gobierno, como no podía ser de otra manera, como legítimo derecho de la ciudadanía en un país democrático, han sido y siguen siendo objeto de polémica. 



(Video de KAN, radio y tv pública israelí, de su corresponsal Suleiman Maswade: Manifestantes rompen la cadena de policía. La Policía dice que los manifestantes, en su marcha, continúan enfrentandose a la Policía y alterando el orden público)

Por un lado, el propio Primer Ministro y sus allegados las han pintado como expresiones de “anarquistas” y de “izquierda radical”, afirmación desmentida totalmente por organizadores de algunos sectores participantes en las mismas. Se hacen presentes, es indudable, también sectores de izquierda radical, con pancartas propias de agendas que no son las originales de la protesta, pero no representan en absoluto la columna vertebral de las manifestaciones.

Por otro, aunque no se han tomado medidas al respecto, han sido varias las voces, dentro y fuera del gobierno, criticando el hecho que ante el deterioro en los números de la pandemia del Coronavirus, se limite los rezos en las sinagogas pero no la participación de miles en las manifestaciones. El hijo de Netanyahu, que es indudablemente un sumamente activo tuitero a favor de su padre, con un estilo especialmente desafiante, alega inclusive que se “ocultan” datos de contagiados en las manifestaciones para que puedan seguir llevándose a cabo, lo cual fue abiertamente desmentido por el Director General del Ministerio de Salud Pública Profesor Hezi Levy. Este aseguró que el ministerio no oculta nada, que no hay datos al respecto, pero sí opinó que toda aglomeración tiene un potencial peligroso de contagios.

También este sábado 5 de setiembre, al igual que todos los anteriores desde hace ya meses, miles salieron a manifestar. 

El punto central sigue siendo Balfour, o sea la protesta junto a la residencia oficial del Primer Ministro, pero también hubo otra cerca de la residencia particular de descanso en Cesarea y en decenas de puentes y cruces carreteros en diferentes partes del país.

Un elemento especialmente importante para los organizadores originales de las protestas, es la participación de los jóvenes. “Yo los veo y me siento orgulloso”, nos dijo el Brigadier General Asaf Agmon, retirado años atrás de la Fuerza Aérea israelí, convencido de “la importancia que esta nueva generación sepa luchar por lo que considera correcto”.

Gai Maich, de 27 años, originario del kibutz Gaaton que vive y trabaja hoy en Tel Aviv , participó varias veces en las manifestaciones. “Cuando llego a una manifestación, siento que hay en el aire vientos de ambio. La gente comienza a entender que su fuerza tiene valor y sale a la calle”, asegura. Es consciente de que durante mucho tiempo “uno tendía más a quejarse mientras miraba televisión”. Y agrega: “Pero ahora, tras algunas manifestaciones reales, el público ve que esto puede funcionar y comienza a participar. Y yo quiero ser parte de esto”.

Y no tiene dudas acerca de por qué tiene sentido, en su opinión, salir a protestar: “Me es muy importante lo que pase con mi país, con la justicia, la igualdad, la paz. Y ante todo, creo que hay que cambiar al gobierno. Tengo 27 años y desde la primera vez que voté, Bibi está en el poder.  No conozco ninguna otra cosa. Sólo oigo lo bueno y lo malo de lo que hablan los medios. Pero desde mi punto de vista, de lo que la vida me ha enseñado, sé que todo puede ser diferente.  No puedo saber con certeza que quien cambie a Bibi será mejor pero será diferente, y ese ya es un punto distinto para cambiar la situación”.

La pregunta es por qué cambiar.

“Las manifestaciones quieren  cambiar el poder, pero  también se llevan a cabo para mostrar el gran enojo que el público siente por la falta de determinación del gobierno, por la inestabilidad en la adopción de decisiones relacionadas al manejo de la pandemia”, explica. “El año pasado yo era independiente, no asalariado, y pagaba muchísimos impuestos al Estado. Y no es lógico que los independientes que pierden su trabajo por la pandemia y las decisiones del gobierno, no puedan vivir con dignidad. Somos de los primeros países del mundo en muchas cosas  y debemos ser los primeros también en la toma de buenas decisiones para el pueblo y para el público en general”.

Gai considera que Netanyahu no lo hace sino que actúa pensando en “cómo  salir del juicio en el que está involucrado por errores que cometió”.

El resumen de sus palabras, es para él una señal de esperanza: “Yo creo en el pueblo. Creo que si todos decimos que no estamos bien, las cosas cambiarán. Siento que soplan vientos de cambio, que se lo huele en el aire. Pero sólo si perseveramos en manifestar nuestra opinión y en plantearla hacia afuera, aquellos que deben preocuparse por nosotros y tomar las mejores decisiones para nosotros, entenderán que el pueblo quiere que se vayan.  La gente que viene a manifestar es gente con esperanza en que las cosas funciones y que la situación cambie por el bien del pueblo, como debe ser”.


También Guil Katz , de 24 años, que vive y trabaja en Tel Aviv, ha participado en varias manifestaciones, la primera hace aproximadamente un mes. “Fue una experiencia especial, se podía captar la energía de cambio en el aire”, nos dice. “Al igual que la mayoría de mis amigos, me abstuve de actividades políticas casi siempre. Prefería vivir mi vida tranquilamente, sin tomar realmente conciencia de todo el caos. Pero en la época del Coronavirus nos despertamos. Vimos cómo el gobierno deja de trabajar por los ciudadanos, vimos amigos y familiares perdiendo todo. Y dejamos de mantener silencio y salimos a manifestar. Quiero que mi voz se oiga”.

Guil considera que el problema de fondo, casi ineludiblemente, es que si durante años está la misma gente en la cúpula “el gobierno se corrompe y eso incide en la forma de tomar decisiones”. Y concretamente, ve la situación de tanta gente sin trabajo a raíz de la pandemia y considera que “el problema es que muchos perdieron la confianza en el liderazgo”.

Al manifestar, Guil se siente parte de algo clave para el país y la sociedad.

“Las manifestaciones en Jerusalem son valientes y emocionantes. La gente sale de sus casas, exige recuperar al país. A la última manifestación llegué con un cartel en el que decía “Una generación entera exige futuro”, y de eso se trata. Queremos un futuro en nuestro país, queremos esperanza, queremos un verdadero líder. No puede estar en su cargo alguien que está en juicio, es inconcebible”,asegura.

No oímos de los manifestantes-aunque evidentemente las entrevistas no son una estadística- una afirmación de que Netanyahu sea culpable de las sospechas en su contra, aunque hay sí quienes lo afirman ya ahora antes de finalizado el proceso jurídico. Lo que más destacan, es que mientras está en juicio, no es digno que rija los destinos de Israel. Y que después de tanto tiempo, hay que cambiar.

Asaf Sne, de 27 años, reconoce los logros políticos de Netanyahu, como por ejemplo la normalización de relaciones con los Emiratos Árabes Unidos, que está en curso. “Me alegra mucho la paz con los Emiratos, y no tengo problema en destacar que es un logro muy importante”, nos dice. “Muchos años sentí que tenía muchas cosas buenas para decir sobre Netanyahu como estadista., pero reconozco que hoy me resulta más difícil, porque siento que todo lo bueno que hizo empalidece frente a las cosas que considero que arruinó en el país y en el sistema de Derecho”.

Este joven israelí originario de Naharia que vive hoy en Tel Aviv, ha estado en manifestaciones en Tel Aviv y en Balfour en Jerusalem y piensa seguir yendo.

“Mi aspiración es a hacerlo todos los sábados de noche hasta que Bibi se vaya a su casa.Hace años me siento decepcionado y frustrado por la forma en que el gobierno maneja los asuntos del Estado. Siento que está cada vez más dedicado a sí mismo, a los intereses políticos y no a las necesidades de la ciudadanía. Y el principal símbolo de todo esto es el Primer Ministro Biniamin Netanyahu”.

En su opinión, “Bibi está ocupado hoy únicamente en su interés por el tema de su juicio y el temor de ir a prisión y creo que está dispuesto a hacer todo”.

Preguntamos si la pandemia ha tenido algo que ver en su posición. “El Coronavirus ha sido la gota que rebasó el vaso porque no manejó bien la crisis. Hay casi 900 mil personas sin trabajo, no  hay esperanza ni futuro. Y él está ocupado con que le devuelvan dinero de impuestos, con el nombramiento de jueces, con el Twitter. Creo que se ha pasado de la raya”.

Preguntamos cuál es su impresión sobre la participación en las protestas, si es algo uniforme, una cuestión partidaria solamente de un lado, o más amplio.

“Yo creo que una de las cosas más lindas de las protestas actuales son sus características populares”, responde. “Hay miles de personas, sin carteles de los partidos, sí muchos grupos diversos, y simplemente jóvenes que no estaban acostumbrados a manifestar y que sienten que ahora no pueden dejar de hacerlo. Cada uno prepara un cartel en su casa con lo que se le ocurre, o trae una olla para hacer ruido y así se protesta.  La gran pregunta es cómo traducir todo esto en fuerza y energía política, para que no se quede en la calle. Pero ahora, el camino es no menos importante”.

En las manifestaciones ha habido también expresiones por las que el Primer Ministro y su gente ha protestado, mostrándolo como extremismo e intolerancia, además de ser violentos en algunos casos. Asaf las rechaza: “No me gusta que digan frases Bibi traidor, seguro no llamados a violencia o poner su imagen junto a una soga en la horca.  Ese no es nuestro camino. Sí quiero manifestaciones democráticas  que puedan sacar a un Primer Ministro de su cargo, presionarlo para que se vaya”.

Le inspira optimismo el ver lo variado de la población que sale a manifestar, variado en edad y origen. “Soy optimista porque no tiene sentido desesperarse y ser pesimista. Creo que ya ayuda. Vamos a seguir. Tenemos que luchar por el cambio, por el bien de Israel”.


Por Ana Jerozolimski

Fuente: Semanario Hebreo Jai