Los siete sentidos cardinales de Israel

Israel es el único país en el mundo en que usted puede viajar en siete direcciones. Puede hacerlo en los tradicionales norte/sur/este/oeste, bajar que es como se llama a quien sale de Israel, y subir cuando usted entra a Israel. La última, y quizás la más importante es hacia su propio mundo interior o espiritual. Esto último se debe a que Israel está construido en base a tres pilares fundamentales que lo hacen tan especial:

Eretz Israel, es decir la tierra de Israel.

Am Israel, el pueblo de Israel y por último,

La Torá.

Los griegos y romanos trataron de destruirnos prohibiéndonos dedicarnos al estudio de la Torá y por medio de ésta el servicio divino. Los nazis intentaron destruirnos exterminando al pueblo de Israel. Los árabes y aliados, intentaron destruirnos robándonos Eretz Israel, es decir nuestra tierra. Sin uno de estos tres elementos Israel como concepto no está completo. Si los nazis hubiesen triunfado seguramente ya no quedarían judíos sobre la tierra. Si no tuviésemos esta minúscula porción de país, nuestro destino sería el de eternos parias errantes viviendo de las migajas que cada sociedad nos hubiese arrojado. Si tiene dudas al respecto, lo invito a que revise la historia de como vivieron los judíos siendo considerados subhumanos de quinta clase hasta hace unos siglos en las sociedades occidentales modernas. Si por siglos no nos hubiésemos aferrado a la Torá, ya habríamos sido asimilados por los demás pueblos y la idea de retornar a nuestra tierra, o de tener una identidad judía sería un lejano recuerdo que quizás estaría registrado en algún libro de historia olvidado.

¿Se puede opinar sobre Israel sin vivir en Israel?

Este es un tema que suscita acalorados debates entre los judíos de la diáspora y los judíos israelíes. Si bien cuando viajo al exterior y dialogo con los primeros, me parece que están hablando de un Israel que dista mucho del que yo conozco, o que si de entrar en conflicto bélico somos los judíos israelíes y nuestros hijos los que debemos pelear las batallas, me parece que lo grave sería que el judío de la diáspora no opinara sobre Israel por sentirse ajeno a él. Por mucho que hoy en día Israel ayude a los judíos que están fuera de sus fronteras, fue gracias a ellos que fue posible fundar nuestro actual estado. Creo que siempre debemos recordar que lo que hace grande a Israel no es que seamos muchos, sino que los judíos somos uno. Con nuestras diferencias, con nuestras historias familiares tan distintas, pero que estemos donde estemos nos sentimos un sólo pueblo, y peleamos por él, lloramos por él, y reímos y celebramos sus triunfos en todo ámbito posible. Nunca se ha borrado de mi mente el recuerdo de estando en un centro sionista en Santiago, leer en un cuadro colgado en la pared ”más vale depender unos de otros que pender uno junto al otro”.

Vivir en Israel es una experiencia y un privilegio. Como decía mi Rab de bendita memoria ”Uno en la Galut rema contra la corriente de la asimilación para no perder su judaísmo, pero en Israel la corriente lo lleva a uno hacía el judaísmo”. Tanto un carnicero en un matadero, como a veces los médicos y enfermeras se acostumbran tanto a ver el dolor que para poder soportarlo se hacen indiferentes a el. Lo mismo ocurre cuando vivimos en sociedades gentiles. Su literatura, cine, televisión y todo tipo de expresiones nos hace ver como lo más natural y aceptado hablar mal de los demás, el adulterio, el robo y muchos otros antivalores. En Israel también existen, somos humanos no ángeles, pero tenemos la opción de poder vivir en comunidades donde lo cotidiano es el estudio de la Torá, la vida modesta apartada del consumismo, la solidaridad comunitaria, el deseo de viajar a nuestro interior para corregirnos y ser mejores personas. ¿Entonces quien vive fuera de ellas es un malvado? Por supuesto que no, pero el nivel de profundidad con que podrá vivir según la voluntad divina será muy distinta de quien celebra Rosh Hashana como algo similar al año nuevo gentil, de quien entiende lo grave de la fecha y sus significados internos. Marie Curié, descubridora de la radioactividad, seguramente no habría muerto de cáncer de ser consciente de los efectos que los elementos radioactivos producen en el cuerpo humano.

Como sea, el derecho a escoger nuestro destino en forma individual ya está determinado en el hecho de que nacemos dotados de libre albedrío y señalado que ser judío no es pertenecer a una religión o no, sino a nacer con una relación única con nuestro Creador y ser parte de su pueblo. Eso hace que nadie puede considerarse mejor judío que otro, ya que el único que conoce nuestro verdadero valor es ÉL.

Que seamos todos y cada uno de nosotros inscritos y sellados en el libro de la vida.


Fuente: https://diariojudio.com/opinion/los-siete-sentidos-cardinales-de-israel/342625/