Manifestaciones contra Netanyahu, la gran preocupación del Likud

Hace ya varios meses que miles  y miles de ciudadanos israelíes manifiestan contra el Primer Ministro Biniamin Netanyahu, especialmente junto a su residencia oficial en la calle Balfour de Jerusalem. Hay protestas también en Tel Aviv, en puentes y cruces carreteros en diferentes partes del país y junto a la residencia particular de descanso en la ciudad de Cesarea.

La motivación original central de las manifestaciones fue protestar contra lo que muchos consideran ilegítimo moralmente, aunque sea formalmente legal: que al frente del gobierno esté alguien que se halla en juicio por sospechas de corrupción. A ello se agregaron las duras críticas a distintos niveles por el manejo de la pandemia.

Como en todo evento social de gran envergadura, hay de todo entre los manifestantes. Ha habido algún incidente violento-aunque quienes lo protagonizaron afirmaron que  ocurrieron por violencia policial- y casos en los que no se respetaron los parámetros del permiso policial. Pero contrariamente a lo alegado por Netanyahu y quienes le apoyan, estas protestas no son obra de anarquistas sino de ciudadanos que consideran urgente un cambio y recurren a su derecho democrático de manifestar. Entre los manifestantes hay también altos oficiales ya retirados de las Fuerzas de Defensa de Israel y jóvenes que hicieron su servicio militar obligatorio en unidades de élite en las que arriesgaron sus vidas para defender al país. Dicho sea de paso, hay también ex votantes del Likud que consideran que algo está fallando seriamente.

Pero el Primer Ministro, además de hablar de los manifestantes como “anarquistas” y “radicales de izquierda”, ha creado un discurso en el que son presentados como enemigos del pueblo, más que nada con la pandemia de fondo.

No siempre es él quien lo dice. A menudo son las figuras más allegadas a él en el partido Likud. Una de las declaraciones más increíbles en este sentido fue del diputado Miki Zohar, jefe de la coalición de gobierno. La verdad, lo escuchábamos y no podíamos creer el nivel al que se llegó: “Los manifestantes quieren destruir a Israel , quieren que todos se contagien del virus para crear caos y así tirar abajo al gobierno”. El propio entrevistador en la radio pública israelí, sorprendido por lo grave de la acusación, le dio pie para que cambie sus palabras, pero Zohar siguió en la misma línea. Lo escuché con mis propios oídos. Y ese es sólo un ejemplo.

Aunque contrariamente a lo alegado por Netanyahu las manifestaciones no son un “caldo de cultivo” de Coronavirus, personalmente consideramos que la situación actual justifica que los propios líderes de la protesta se pronuncien a favor de una suspensión de las mismas por un tiempo. No tienen que esperar que la Kneset o el gobierno les ordenen nada. Actuarían con sabiduría si por su iniciativa ellos mismos llamaran a la ciudadanía a abstenerse de llegar a Balfour a protestar, para no correr ni el más mínimo riesgo de que de allí salga algún contagio, aunque al aire libre el riesgo es mucho menor. Pero, la verdad, más por el riesgo de contagio, consideramos que deberían hacerlo porque en un momento en que la ciudadanía toda renuncia a muchas cosas debido a la pandemia, no pasaría nada si los manifestantes dijeran “aportamos lo nuestro, seguiremos luego”. Sería una clara señal de responsabilidad.

La pandemia parece haber salido de control en Israel, no por las manifestaciones contra Netanyahu, aunque el Primer Ministro las presenta ahora casi como el problema central. Además de la falta de disciplina suficiente por parte del público-sobre la que ya hemos escrito-las razones de la grave situación actual radican en graves errores del gobierno. Desorganización, abstención o grandes demoras en tomar medidas necesarias por consideraciones políticas sectoriales y mucho más. Lo confirmó este sábado de noche en una entrevista especial al Canal 12 de la televisión israelí la Profesora Sigal Sadetzki, ex Directora de Salud Pública en el Ministerio de Salud, quien dimitió hace varias semanas detallando todos los problemas que veía en el manejo de las cosas y advirtiendo a qué seria crisis se iba a llegar. Al preguntársele explícitamente si hubo demoras en decisiones o si decisiones necesarias para combatir la pandemia no fueron tomadas por consideraciones políticas, respondió con un “Sí” categórico y acusador.

En estos momentos hay una seria falta de confianza en las autoridades. Eso no ayuda a que la ciudadanía actúe debidamente, aunque a nuestro criterio, cada uno debería cuidarse para no correr riesgos, inclusive si ve que otros no lo hacen. Pero el mal manejo desde arriba y también el mal ejemplo-dos asesores de Netanyahu fueron captados violando la cuarentena tras su regreso de Estados Unidos pero el Primer Ministro no hizo nada al respecto- no aportan nada. 

Netanyahu reconoció que se salió demasiado rápido de la primera ola y que se abrió demasiado rápido el sistema educativo.  La gran pregunta es si ahora hay un plan ordenado para salir del cierre actual de modo que si bajan los números de contagio, no vuelvan enseguida a subir.

Consideramos que no menos importante que ese plan, es que cambie el discurso , que no se fomente la división interna aumentando las grietas entre los distintos sectores de la población. Y en eso, el pueblo todo también tiene responsabilidad. Cada uno debe ser solidario y pensar en el riesgo general, no sólo en sus intereses sectoriales. De lo contrario, ganará el virus. Y eso no puede ocurrir.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai