China reprime la libertad de culto de una comunidad judía local

 Una antigua comunidad judía en la ciudad china de Kaifeng ofreció diversos testimonios de la persecución a su libertad religiosa que sufren por parte de las autoridades. “El objetivo es que la próxima generación no tenga ninguna identidad judía", sostuvo uno de sus miembros.

La antigua comunidad judía de Kaifeng, China, celebra Janucá y enciende las velas en secreto. La policía puede llegar en cualquier momento y arrestarlos. Las autoridades en China no permiten practicar la libertad de culto y religiosa. Informes procedentes de Kaifeng, ciudad donde se aloja una antigua comunidad judía que data del siglo XI, indican que sus miembros sufren un acoso a su tradición. 

La comunidad cuenta con cerca de mil judíos y es considerada una de las más antiguas de China. Sus integrantes tuvieron que lamentar el cierre de escuelas judías y la demolición de edificios religiosos. La política de acoso contra su fe lleva algunos años vigente e incluso ahora la embajada de Israel en China rechaza formular comentarios respecto de tales informes, por temor a generar malestar en el gigante asiático. 

"Cada vez que celebramos una festividad tenemos miedo", contó Amir, miembro de la comunidad, durante una entrevista realizada por el diario británico The Daily Telegraph publicada en los últimos días. "A veces, mis amigos o yo somos llamados a interrogatorio. Desde 2015, bajo la dirección del presidente Xi Jinping, las autoridades comenzaron una campaña contra las 'influencias extranjeras' y las 'religiones malaventuradas", detalló.

"Es una política de gobierno: China no quiere reconocernos como judíos", expresó otro miembro de la comunidad. "Su objetivo es que la próxima generación no tenga ninguna identidad judía", añadió. 

En una investigación realizada por The New York Times años atrás, se informó que las autoridades chinas exigían a los miembros de la comunidad eliminar símbolos judíos como las mezuzot de los pilares de las puertas, e incluso prohibían realizar servicios religiosos en las sinagogas.

Una política de Estado

Junto a su política de cerrar templos budistas en el Tíbet y romper cruces de iglesias en el este de China, el presidente Xi Jinping dirige su lucha contra la religión y la influencia extranjera en la comunidad. El artículo de The New York Times relataba que las salas donde la gente solía reunirse para rezar en hebreo y mandarín se encontraban vacías. Un antiguo aljibe, el último vestigio de una sinagoga destruida hace años, fue tapado con cemento y tierra.

La organización Shavei Israel, cuyo objetivo es el fortalecimiento de las raíces judías y la conexión con Israel, pidió al gobierno israelí su intervención. Michael Freund, presidente de la organización sostuvo que "las autoridades reprimen cualquier acción que de alguna manera esté relacionada con el judaísmo. Pido al gobierno israelí y al Ministerio de Relaciones Exteriores en particular que trabajen con el gobierno chino para poner fin a esta represión", y llamó además a permitir la migración a Israel de aquellos judíos de China que deseen hacerlo: “Ser judío no depende del color de piel o la forma de los ojos”, concluyó. 

Un origen único

Durante cientos de años, la pequeña ciudad de Kaifeng, a unos 800 kilómetros al suroeste de Beijing, tuvo una comunidad judía pequeña y próspera: sin persecución, sin discriminación y sin restricciones. Las pruebas genéticas realizadas a los descendientes de judíos en Kaifeng encontraron una cierta afinidad genética entre ellos y los judíos de Armenia, Irán e Irak.

Las especulaciones históricas indican que los primeros judíos en China fueron comerciantes persas, que llegaron a Kaifeng (entonces la capital) por la Ruta de la Seda en los siglos VIII y IX. Marco Polo, el primer expedicionario europeo en visitar China, ya menciona en su diario a la comunidad judía de Kaifeng.


Fuente: Ynet