Entre los numerosos materiales que llegan diariamente al correo electrónico de todo periodista activo en Israel, hay comunicados de prensa , anuncios que a veces contradicen o desmienten a esos comunicados, nuevos mensajes explicando a los primeros…y fotos, que suelen ser el acompañamiento ideal para toda nota en la prensa escrita y en la red. Siempre es mejor publicar un artÃculo, cuando hay una imagen que lo avale, lo confirme, que demuestre que la cita mencionada realmente ocurrió, que el evento descripto no fue un invento.
Pero aquella vez, hace diez años, no pudimos usar las fotos . Aquella vez, al escribir sobre el terrible asesinato perpetradoaquel viernes 11 de marzo por la noche por terroristas palestinos en Itamar, un asentamiento al norte de Cisjordania, no pudimos agregar fotos. Tras horas de dudar al respecto, decidimos no hacerlo. Es que eran fotos llenas de sangre. De niños de 4 y 11 años hundidos en charcos de sangre, en sus camas o caÃdos al piso junto a ellas. De una bebita de tan solo 4 meses, degollada en brazos de su padre mientras ambos dormÃan.
Los mensajes llegan a nuestra casilla-hoy en dÃa también al celular-, los leemos de inmediato, a veces los borramos enseguida y otras los archivamos para futuras consultas. Esta vez, lo primero que hicimos, fue congelar la mirada llena de horror en la pantalla manchada de sangre….y preguntarnos retóricamente algo que a mucha gente oÃmos estos dÃas preguntarse en tono de clamor y protesta: ¿Cómo es posible? ¿Cómo alguien es capaz de hacer algo asÃ? ¿Cómo una persona puede entrar con cuchillos a una casa particular y pasar pieza por pieza buscando a quién matar, cortando la garganta de algunos y asestando cuchilladas en el pecho a otros? ¿Cómo alguien puede asesinar a sabiendas a una beba de cuatro meses?
Volvemos a mirar aquellas fotos y no podemos creerlo. Nos preguntamos si podremos publicarlas ahora, 10 años después. Y volvemos a decidir que no.
En aquellos tiempos, hace 10 años, semanas antes de aquel terrible atentado, se hablaba de un nuevo plan polÃtico que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu decÃa que estaba por anunciar , para desbloquear el estancamiento de entonces. Como bien sabemos, no hubo ningún desbloqueo y todo sigue estancado. Y siempre pensamos que hay responsabilidades compartidas. Pero no hay lo que dudar respecto a las intenciones de los responsables del múltiple degollamiento de aquel viernes por la noche: intentaron garantizar que cualquier discurso quede archivado en naftalina…No sea cosa que realmente se acerque el desbloqueo del proceso de paz.
¿O no habrá sido el atentado producto de la cancelación poco antes de varios obstáculos y puestos de control en las carreteras de Cisjordania, incluso en puntos donde han sido interceptados no pocas veces individuos en camino a atentados? Aclaramos…con esto no estamos criticando esas medidas de alivio de restricciones por parte de Israel. Aunque la población judÃa local en los asentamientos las critican, alegando que ponen en riesgo su seguridad, la intención de las autoridades al aprobarlas era intentar hallar un equilibrio entre la seguridad israelà y las necesidades de la vida diaria palestina. La crÃtica es a los terroristas…a esos que siempre ven en el alivio, la oportunidad para matar con mayor facilidad, no la puerta hacia una era mejor, de menos tensión y mayor prosperidad.
Aquel atentado nos recordó una visita que habÃa realizado años antes al Kibutz Metzer, habitado enteramente por gente de izquierda que mantenÃa excelentes relaciones con sus vecinos árabes, visita motivada por un terrible atentado que habÃa sido perpetrado allà la noche antes cuando un palestino habÃa irrumpido a una casa particular y habÃa asesinado a una joven madre y sus dos hijos pequeños mientras estaban leyendo cuentos en la cama.
Un kibutz de izquierda, de gente convencida de que la paz con los vecinos es la única opción. El atentado allÃ, fue motivado por lo mismo que llevó a los terroristas a asesinar en un asentamiento de derecha. Hoy, a pocos dÃas de haberse cumplido el décimo aniversario del atentado en Itamar, lo recordamos.
Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai