¿Cuánto durará el alto el fuego entre Israel y Hamás?


 Por Walter Bingham en The Jerusalem Post

Afortunadamente, Israel está empezando a recuperarse de los efectos de la oandemia. Se están levantando las restricciones y la vida vuelve lentamente a la normalidad.

Bueno, no del todo. La organización terrorista con sede en Gaza, Hamás, respaldada por Qatar e Irán, se encargó de que no tuviéramos ningún respiro. Hamás decidió poner a prueba la decisión de Israel de responder a un ataque. Con el pretexto de apoyar los acontecimientos en el barrio Shimon Hatzadik de Jerusalén (o Sheikh Jarrah por su nombre en árabe), donde un propietario judío está reclamando su propiedad a los residentes árabes que se niegan a pagar el alquiler, Hamás disparó unos 4.360 cohetes, además de ocasionales proyectiles antitanque, contra Israel. Por supuesto, esto no es nada nuevo, pero esta vez aumentaron la intensidad, el alcance y la precisión, alcanzando las zonas de Jerusalén y Tel Aviv. Hubo muchos daños y numerosas víctimas israelíes, incluyendo varios muertos.

La respuesta de Israel, aunque comedida, fue más contundente que en el pasado, con lo que parecen asesinatos selectivos de altos dirigentes de Hamás, así como la intensificación de los bombardeos aéreos sobre la infraestructura terrorista. Sin embargo, el consenso de la opinión pública israelí muestra su insatisfacción con la reacción de Israel. El enemigo interpreta como debilidad la continua reacción fragmentaria a los intermitentes ataques con cohetes de los últimos años y de ahí el aumento de la intensidad descarada de sus ataques.

El líder bicéfalo de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, alentó las revueltas árabes dentro de Israel cuando dijo: “No hay paz, seguridad ni estabilidad si no es con la plena liberación de la “ocupación” y su devolución al pueblo palestino; nuestro pueblo ha hablado y lo apoyamos. Queremos un futuro sin agresiones, sin asentamientos y sin colonos”. Continuó en una diatriba contra “el Estado ocupante”, azuzando las emociones de la población árabe israelí.

La comunidad internacional -y en particular el presidente de Estados Unidos, Joe Biden- ejerció una gran presión sobre Israel para que aceptara un alto el fuego con la mediación de Egipto, que entró en vigor tras el undécimo día de las hostilidades.

El peso de los ataques con cohetes contra Israel recayó en las ciudades de Ashkelon y Ashdod y en las comunidades situadas a pocos kilómetros de la frontera con Gaza. En una visita a Ashkelon durante los combates, pregunté al alcalde Tomer Glam cómo le gustaría que terminaran las hostilidades actuales. Reiteró dos veces que tanto él como la población de Ashkelon aceptarían cualquier decisión del gobierno.

Según mis averiguaciones, su respuesta no coincidía con la opinión de su sufrida población y la de la zona fronteriza con Gaza. Su temor -de que, como en ocasiones anteriores, Israel vuelva a capitular ante la presión internacional por un alto el fuego antes de que la tarea esté completa- se confirmó.

A Hamás se le ha vuelto a dar tiempo para recuperarse, reagruparse y rearmarse para estar preparado para otra ronda de ataques en el momento que ellos elijan, poniendo a Israel en la cuerda floja al tener que responder a su dictado.

La aquiescencia de Israel a las exigencias de Estados Unidos ha sido una rendición humillante y una victoria para Hamás, que ha demostrado su capacidad para perturbar la economía de Israel a voluntad. La iniciativa es de ellos, colocando a Israel en una situación de desventaja. Y por eso estamos en esta situación ahora y lo hemos estado desde la retirada de Gaza en 2005 e incluso antes. Esa retirada fue otra ocasión en la que Hamás interpretó que Israel no tiene estómago para mantenerse firme.

Los últimos ataques con cohetes fueron una táctica brillante para explotar los problemas políticos internos de Israel, un país sin un gobierno respaldado por el pueblo, un gobierno desunido y fragmentado. Qué mejor momento para que Hamás haya actuado. Sí, sufrieron daños considerables en su infraestructura militar, pero la acción humanitaria de Israel de avisar a los residentes de los edificios atacados también dio a Hamás tiempo para retirar el equipo clave.

A menos que Israel lleve a cabo una amplia ofensiva terrestre para buscar a los cabecillas de Hamás, destruir los restos del régimen terrorista para impedir que pueda recuperarse e instalar una administración militar temporal hasta que se restablezca la calma, veremos cómo estos ataques con cohetes se repiten una y otra vez. Durante ese período de administración, Israel tendría que ocuparse del bienestar de la población ordinaria de Gaza.

Se puede suponer con seguridad que hay una mayoría silenciosa de la sufrida población de Gaza que apoyaría tal medida. Como en todos los regímenes totalitarios, tienen que acatar la política de Hamás de boquilla o sufrir graves consecuencias. Allí nadie sabe quién es su vecino y oponerse significa arriesgarse a ser ejecutado.

Puedo ver similitudes entre la actitud y las acciones de los dirigentes nazis en los últimos días de la batalla por la defensa de Berlín y los dirigentes de Hamás en Gaza. Ambos permanecieron atrincherados en búnkeres bien equipados en las profundidades de la tierra, desde donde dirigen las operaciones; ambos estaban sacrificando a su población en la persecución de su infructuosa ideología.

En cuanto a la larga campaña de nuestro bienintencionado presidente Reuven Rivlin a favor de la coexistencia pacífica con nuestra población árabe, que esperaba que fuera su legado, se ha demostrado que es un espejismo que se manifestó en los últimos días de su presidencia de seis años.

La comunidad internacional tiene una gran responsabilidad en alimentar la situación actual por su apoyo a la llamada organización de ayuda UNWRA, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos. Esta organización opera bajo falsos pretextos mientras apoya a Hamás y, hasta cierto punto, cuenta con personal de Hamás en Gaza.

Ahora pregunto, ¿qué haría Estados Unidos si todos los días se lanzaran cientos de cohetes desde México contra sus ciudades y pueblos? ¿Cómo reaccionaría Alemania si fuera atacada con cohetes diariamente desde Holanda? ¿No tomarían represalias?

Y una cosa más. ¿Has oído alguna vez que un país en guerra llame por teléfono a los residentes de los edificios que tiene como objetivo una hora antes para que puedan salir? Eso, por supuesto, también dio a Hamás la oportunidad de sacar a sus terroristas y objetos importantes. En muchos casos, Israel lanzó primero explosivos inofensivos sobre el tejado para dar una última advertencia.

Las organizaciones de medios de comunicación Associated Press y Al Jazeera que tenían oficinas en un edificio que fue destruido tienen el descaro de afirmar que no estaban al tanto de las oficinas de Hamás en el edificio. Eso es poco realista, viniendo de periodistas cuyo trabajo es investigar todo lo que ocurre en esa pequeña franja llamada Gaza. Por cierto, ellos también tenían avisos y todo su personal fue evacuado sin problemas.

¿Los servicios armados de Estados Unidos o el ejército de cualquier otro país almacenarían armas en casas particulares, debajo de escuelas o incluso en jardines de infancia? Eso es un crimen de guerra, al igual que colocar lanzacohetes en los patios de las escuelas y entre las casas particulares. Sólo el cuidado y la precisión de la respuesta de Israel evitaron más víctimas. Por otro lado, Hamás disparó indiscriminadamente contra los centros de población de Israel con la intención expresa de matar a civiles.

¿Por qué, a pesar de esos muchos misiles, Israel sólo sufrió 12 muertos, mientras que en Gaza la cifra supera, según los informes, los 200?

Les diré por qué. Porque Israel protege a su población de los cohetes, mientras que Hamás protege sus cohetes con la población. Eso es un crimen de guerra. Israel construyó refugios antibombas y habitaciones seguras en la mayoría de los edificios, pero Hamás construyó túneles de ataque con sofisticados sistemas de comunicación y almacenes de armas. También mataron a mucha de su propia gente con cohetes errantes. Por eso tienen más víctimas. 140 de los muertos en Gaza fueron terroristas de Hamás y 20 civiles murieron por cohetes fallidos de Hamás que cayeron dentro de Gaza. En las zonas de primera línea de Israel, las clases se imparten en refugios antibombas; en Gaza, las escuelas son lugares de almacenamiento de armas.

Creo que debemos instalar una administración militar temporal: entrar en la zona y erradicar los restos de la infraestructura terrorista. Estoy seguro de que gran parte de la sufrida población de Gaza apoyaría esta medida. Espero que nuestro próximo gobierno israelí ya no permita que Hamás lleve la voz cantante (disculpen el juego de palabras), sino que tras el próximo cohete los elimine de una vez por todas.


El escritor, a sus 97 años, está inscrito en el Guinness de los Récords como el periodista y presentador de radio en activo de mayor edad. Presenta “Walter’s World” en la Radio Nacional de Israel (Arutz 7) y “The Walter Bingham File” en Israel Newstalk Radio. Ambos son en inglés.