El fósforo en la mano

 

Con sus líderes, ocupados en temas electorales, la violencia sectaria se ha apoderado de las calles de Jerusalén amenazando con extenderse al resto de la región.

Flavio Goldvaser

Analista internacional, Reside en Brasil - Escribe la columna La Mirada de Radamantis sobre política internacional.

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 “M” es una menor de 16 años que como todos los días suele retornar del colegio luego de una extensa jornada de estudios. El autobús la dejó como de costumbre sobre la ruta y se dirigió, recorriendo el mismo camino que hacía todos los días, hacia su casa en el Valle donde vive. Distraída, caminó mirando la ruta, los paisajes primaverales del valle mientras pensaba en sus amigas y un compañerito que por primera vez le había sonreído. H Barake la vio desde la carretera. Detuvo su auto, descendió y comenzó a perseguirla a pesar de que “M” trató de escapar aunque sus fuerzas no le permitieron huir. La diferencia de tamaño y contextura física eran muy grandes. Arrastrada detrás de unos matorrales, salvajemente golpeada y abusada sexualmente por el desconocido, quien cuando la niña trato de utilizar su celular para llamar a la policía, nuevamente la atacó con una piedra que le partió la cabeza.

“H” es una niña discapacitada de 14 años. El chofer que la llevaba todos los días al colegio decidió secuestrarla y llevarla a su aldea, donde fue abusada durante horas por al menos seis personas, todas mayores de edad, para luego arrojarla a la ruta donde horas después fue encontrada con vida. 

El de “K” es otro caso ocurrido en las últimas semanas en la misma región. K es una hermosa niña de 10 años con una discapacidad. Su cuidador, en otro hecho despreciable, decidió abusarla sexualmente…

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Todos estos casos podrían ser considerados aberrantes violaciones aisladas cometidas por personas con problemas mentales; pero la justificación de los hechos, según se desprende de las palabras de los procesados, es que esto es una etapa más en la lucha armada para la liberación de Palestina.

Hace ya casi dos semanas que las calles de la Ciudad Santa están viviendo todas las noches lo que se ha denominado “la rebelión del Tik-Tok”, que incluye manifestaciones masivas e intentos de linchamiento a judíos ortodoxos que caminan por las calles del barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Son golpeados por bandas de jóvenes que en el mejor de los casos los dejan hospitalizados con heridas leves. 

Se denomina rebelión del Tik Tok porque estos jóvenes se filman realizando los ataques para luego subir los videos a la red social.

Aunque estas no han sido las únicas tragedias individuales que se están viendo en las últimas semanas en Israel y que han provocado la movilización de jóvenes nacionalistas israelíes que han salido a las calles gritando muerte a los árabes, persiguiendo y golpeando en Jerusalén occidental a palestinos que paseaban por las peatonales comerciales de la ciudad.

Preguntándonos cómo comenzó esta nueva ola de violencia que parece no encontrar un final cercano; podemos decir que la violencia se ha apoderado desde hace ya varios años pueblos y localidades Árabes en Israel: Rencillas familiares, ajustes de cuentas, negocios de drogas, robos de vehículos y contrabando. Todos ellos se han cobrado solamente en el año 2020 más de 150 vidas. Los casos son numerosos y han sido reportados por los canales de noticias de todo Israel.

Mientras la violencia dentro de las comunidades árabes sólo escalaba, la policía no supo manejar lo que allí ocurría ni dar respuesta a los pedidos de los líderes árabes de encontrar a los culpables y que se imponga la ley del estado.

Era solo cuestión de tiempo para que la violencia interna saltase fuera de los pueblos y estallase con toda su fuerza afectando a la sociedad israelí toda. Esta violencia es la que se ha desatado en Jerusalén y hay gente, que exacerbada, ha prometido tomar la ley en sus manos con sectores que dicen sentirse abandonados a su suerte expresando que la situación les recuerda a los pogromos (matanzas en masa de Judíos) de la Europa de los Siglos XIX y XX. 

Violencia que comenzó como un problema policial; pero que podría transformarse en un complejo dilema de política internacional. Mientras todo esto sucede, los dirigentes políticos tanto israelíes como palestinos están distraídos y ocupados en su problema más inmediato: seguir en el poder. 

La Autoridad Palestina acaba de suspender por varios motivos las primeras elecciones generales en más de 13 años. Todas las encuestas dan como perdedor a la histórica conducción presidida por Mahmud Abbas y como ganador al movimiento Hamas (que gobierna en la franja de Gaza luego del golpe de estado de 2007 que dejó más de 200 muertos en luchas internas).

A fin de no perder más votos, Mahmoud Abbas optó por no llamar a la paz social ni poner fin a la violencia. Mientras Netanyahu, que se encuentra corriendo contrareloj para poder formar una coalición de gobierno que le permita seguir en el poder, ha ordenado a la policía sólo contener por medios pasivos a los manifestantes palestinos y no provocar víctimas, para no perder el apoyo de los partidos árabes que le permitirá formar gobierno.

En este complejo marco político, Hamas desde la Franja de Gaza y como medio de presión tanto a Israel como a la Autoridad Palestina, lanzó esta semana y en una sola noche 30 cohetes contra poblaciones limítrofes advirtiendo que de no permitirse votar libremente en todos los territorios palestinos incluyendo Jerusalén, o en caso de represión violenta, están dispuestos a lanzar una ofensiva militar. Todo esto a efectos de ganar más votos en las elecciones palestinas.

Parece ser que los líderes políticos de la región no se encuentran a la altura de los problemas de sus habitantes y considerar a sus poblaciones víctimas colaterales en sus juegos de poder.

Nos encontramos con un cerillo encendido en medio de un depósito de dinamita, donde un pequeño tropezón puede iniciar una reacción en cadena que será muy difícil de apagar.