Con sus líderes, ocupados en temas electorales, la
violencia sectaria se ha apoderado de las calles de Jerusalén amenazando con
extenderse al resto de la región.
Analista internacional, Reside en Brasil -
Escribe la columna La Mirada de Radamantis sobre política internacional.
“M” es una menor de
16 años que como todos los días suele retornar del colegio luego de una extensa
jornada de estudios. El autobús la dejó como de costumbre sobre la ruta y se
dirigió, recorriendo el mismo camino que hacía todos los días, hacia su casa en
el Valle donde vive. Distraída, caminó mirando la ruta, los paisajes
primaverales del valle mientras pensaba en sus amigas y un compañerito que por
primera vez le había sonreído. H Barake la vio desde la carretera. Detuvo su
auto, descendió y comenzó a perseguirla a pesar de que “M” trató de escapar
aunque sus fuerzas no le permitieron huir. La diferencia de tamaño y contextura
física eran muy grandes. Arrastrada detrás de unos matorrales, salvajemente
golpeada y abusada sexualmente por el desconocido, quien cuando la niña trato
de utilizar su celular para llamar a la policía, nuevamente la atacó con una
piedra que le partió la cabeza.
“H” es una niña discapacitada
de 14 años. El chofer que la llevaba todos los días al colegio decidió
secuestrarla y llevarla a su aldea, donde fue abusada durante horas por al
menos seis personas, todas mayores de edad, para luego arrojarla a la ruta
donde horas después fue encontrada con vida.
El de “K” es otro caso
ocurrido en las últimas semanas en la misma región. K es una hermosa niña de 10
años con una discapacidad. Su cuidador, en otro hecho despreciable, decidió
abusarla sexualmente…
Mark Zuckerberg habla
sobre las gafas de realidad aumentada
Todos estos casos podrían
ser considerados aberrantes violaciones aisladas cometidas por personas con
problemas mentales; pero la justificación de los hechos, según se desprende de
las palabras de los procesados, es que esto es una etapa más en la lucha armada
para la liberación de Palestina.
Hace ya casi dos semanas
que las calles de la Ciudad Santa están viviendo todas las noches lo que se ha
denominado “la rebelión del Tik-Tok”, que incluye manifestaciones masivas e
intentos de linchamiento a judíos ortodoxos que caminan por las calles del
barrio musulmán de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Son golpeados por bandas de
jóvenes que en el mejor de los casos los dejan hospitalizados con heridas
leves.
Se denomina rebelión del
Tik Tok porque estos jóvenes se filman realizando los ataques para luego subir
los videos a la red social.
Aunque estas no han sido
las únicas tragedias individuales que se están viendo en las últimas semanas en
Israel y que han provocado la movilización de jóvenes nacionalistas israelíes
que han salido a las calles gritando muerte a los árabes, persiguiendo y
golpeando en Jerusalén occidental a palestinos que paseaban por las peatonales
comerciales de la ciudad.
Preguntándonos cómo comenzó
esta nueva ola de violencia que parece no encontrar un final cercano; podemos
decir que la violencia se ha apoderado desde hace ya varios años pueblos y
localidades Árabes en Israel: Rencillas familiares, ajustes de cuentas,
negocios de drogas, robos de vehículos y contrabando. Todos ellos se han
cobrado solamente en el año 2020 más de 150 vidas. Los casos son numerosos y
han sido reportados por los canales de noticias de todo Israel.
Mientras la violencia
dentro de las comunidades árabes sólo escalaba, la policía no supo manejar lo
que allí ocurría ni dar respuesta a los pedidos de los líderes árabes de
encontrar a los culpables y que se imponga la ley del estado.
Era solo cuestión de tiempo
para que la violencia interna saltase fuera de los pueblos y estallase con toda
su fuerza afectando a la sociedad israelí toda. Esta violencia es la que se ha
desatado en Jerusalén y hay gente, que exacerbada, ha prometido tomar la ley en
sus manos con sectores que dicen sentirse abandonados a su suerte expresando
que la situación les recuerda a los pogromos (matanzas en masa de Judíos) de la
Europa de los Siglos XIX y XX.
Violencia que comenzó como
un problema policial; pero que podría transformarse en un complejo dilema de
política internacional. Mientras todo esto sucede, los dirigentes políticos
tanto israelíes como palestinos están distraídos y ocupados en su problema más
inmediato: seguir en el poder.
La Autoridad Palestina
acaba de suspender por varios motivos las primeras elecciones generales en más
de 13 años. Todas las encuestas dan como perdedor a la histórica conducción
presidida por Mahmud Abbas y como ganador al movimiento Hamas (que gobierna en
la franja de Gaza luego del golpe de estado de 2007 que dejó más de 200 muertos
en luchas internas).
A fin de no perder más
votos, Mahmoud Abbas optó por no llamar a la paz social ni poner fin a la
violencia. Mientras Netanyahu, que se encuentra corriendo contrareloj para
poder formar una coalición de gobierno que le permita seguir en el poder, ha
ordenado a la policía sólo contener por medios pasivos a los manifestantes
palestinos y no provocar víctimas, para no perder el apoyo de los partidos
árabes que le permitirá formar gobierno.
En este complejo marco
político, Hamas desde la Franja de Gaza y como medio de presión tanto a Israel
como a la Autoridad Palestina, lanzó esta semana y en una sola noche 30 cohetes
contra poblaciones limítrofes advirtiendo que de no permitirse votar libremente
en todos los territorios palestinos incluyendo Jerusalén, o en caso de
represión violenta, están dispuestos a lanzar una ofensiva militar. Todo esto a
efectos de ganar más votos en las elecciones palestinas.
Parece ser que los líderes
políticos de la región no se encuentran a la altura de los problemas de sus
habitantes y considerar a sus poblaciones víctimas colaterales en sus juegos de
poder.
Nos encontramos con un
cerillo encendido en medio de un depósito de dinamita, donde un pequeño
tropezón puede iniciar una reacción en cadena que será muy difícil de apagar.