Entre alto el fuego y paz . El abismo que separa a Israel de Hamas.

 En el momento de escribir estas líneas, siendo en Israel la 1 de la madrugada del recién comenzado jueves 20 de mayo, se habla de la posibilidad de un alto el fuego entre Israel y Hamas desde este viernes al mediodía. Si no se concreta eso, pues será un poco después,pero claro está que ese será el desenlace de la escalada actual,  que con 4 mil cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel en 9 días enteros, y la fuerte respuesta militar israelí contra blancos de Hamas, bien podemos llamar claramente de guerra.


En el mejor de los casos, se logrará un alto el fuego que dure muchos años.  Dependerá de cómo Hamas percibe su fuerza y lo que quizás vea como debilidad israelí en determinados momentos, y de la fuerza y determinación que irradie Israel. A mi modo de ver, si las respuestas a los ataques a la zona adyecente a Gaza van a ser como hasta ahora, ínfimos, Hamas volverá a tirar de la cuerda. No puede ser que durante años, la principal reacción a los disparos hacia las comunidades pegadas a la frontera, o a Sderot, fueron amenazas y declaraciones, no una política de reacción contundente .Si esto continúa, el fracaso de la tregua está asegurado.

Claro que mucho depende de cómo Hamas perciba no sólo la diimensión del daño que Israel le ha infrigido, sino su situación en general y la de la población palestina. Al respecto, el cuadro no es alentador.

El fanatismo y odio de Hamas no se manifiesta solamente en su deseo de destruir a israel-claro que no puede hacerlo- o al menos de dañarle lo más posible. La otra cara de ello- en realidad, otra parte de la misma- es el uso cínico y descarado que hace de su propia población civil, para atacar a la población civil israelí. Coloca cohetes y los dispara desde zonas civiles, cava túneles debajo de mezquitas y escuelas, se escuda detrás de sus civiles. Hace todo para exponerlos, ya que sabe que cada civil muerto complica a Israel en el escenario internacional.

 

 

Su irresponsabilidad para con su propia población, se manifiesta en lo aquí expuesto y en el hecho que ha dedicado todos sus recursos a su infraestructura armada, no al bien de la población. Desde el 2014, tras la guerra anterior, Hamas recibió 100 millones de dólares para reconstruir la Franja. Todo fue a los túneles y cohetes. Piensen un poco, presten atención al hecho que tras 10 días, Hamas sigue disparando casi sin cesar. Acumuló un enorme arsenal.

Israel dedicó todos estos años, a raíz de las guerras anteriores, a proteger a su población. Esa es la concepción por la cual existe la maravillosa Cúpula de Hierro, sin la cual todo sería diferente hoy. Hamas dedicó sus recursos y esfuerzos a armarse, no a su gente.

 

¿Los palestinos tienen alarmas? , me preguntó alguien en Twitter días atrás al comentar con evidente mala intención una descripción mía de lo que se vive bajo las alarmas. No las tiene porque Hamas no dedica nada al beneficio de su pueblo. Y claro que no las precisaría si Hamas no atacara Israel.

 

 

Con esta gente , o mejor dicho con esta concepción de mundo,no se puede llegar a la paz. Claro que tampoco se puede vivir haciendo la guerra.

Pero hay que tener clarísimo con qué bueyes aramos.

Años atrás, creo que fue en el 2014, Fathi Hamad, Ministro del Interior de Hamas en Gaza, declaró orgullosamente que “así como nosotros amamos la muerte, ellos aman la vida”. Lo que para nosotros es un elogio, para ellos es una debilidad. En ese sentido lo decía.

Es el mismo terrorista que hace unos días salió por la televisión de Al Aksa de Hamas exhortando a los árabes de Jerusalem a comprar cuchillos para matar judíos, y apareció en pantalla mostrando dónde cortar para matar rápido con efectividad.

Aclaremos: el “nosotros” que antes mencionamos, no se refiere sólo a los judíos sino a toda la gente de bien de concepción democrática y libre, que entiende a qué nos estamos enfrentando. Y que entiende que de la firmeza de Israel en la lucha anti terrorista contra Hamas, depende en gran medida la forma en que otros terroristas amenacen al mundo todo.


Por Ana Jerozolimski

Directora Semanario Hebreo Jai

Fuente: Semanario Hebreo Jai