Esperanza en la tierra de Sion

 

No conozco las letras de todos los himnos nacionales del mundo, pero lo habitual y lógico es que mencionen el nombre del país (por ejemplo, el de Alemania), el gentilicio (el de Francia) o la bandera (el de EE.UU.). En el caso de Israel, no aparece el nombre del estado (de hecho éste se adoptó varias décadas después de que se compusieran esos versos) ni sus ciudadanos, su bandera, o sus iconos (la estrella de David o el candelabro de siete brazos). De hecho, aunque fue utilizada como canción nacional desde la fundación del estado en 1948, no fue sino en 2004 cuando se estableció legalmente como tal.

Su letra actual incluye sólo la primera estrofa y el estribillo de una larga composición poética de Naftali Herz Imber escrita en 1878, antes de haber pisado esa tierra. Su poema se popularizó gracias a un joven de 18 años, Shimon Cohen, que en 1887 le acopló sendas melodías populares de su Rumania natal que se popularizaron, hasta ser adoptadas como himno del movimiento sionista en 1933.

Lo singular de su letra, no obstante, es que, tal como señalábamos al inicio, no menciona el nombre del país al que representa. De hecho, sólo hay tres palabras que se repiten: esperanza, tierra y Sion, el monte de Jerusalén situado al sur del emplazamiento de los Templos y el término que la Biblia utiliza como sinónimo de Jerusalén, como reafirman las últimas palabras del himno: “eretz Tzion Yerushalayim”, la tierra de Sion Jerusalén. El mensaje es claro: el anhelo por retornar a la tierra de Sion, a Jerusalén, fue la guía para un movimiento político nacionalista llamado justamente sionismo, no israelismo. Con estas coordenadas quizás se pueda entender mejor el empeño del actual Israel en establecer y mantener como capital a Jerusalén, pese a las presiones internacionales y Libros de Estilo en los que se estipula que la capital es Tel-Aviv porque es allí donde tienen su sede sus delegaciones diplomáticas.

Este año el calendario hebreo, por el que se rigen las festividades judías, es muy tempranero respecto al gregoriano, y nos trajo, por ejemplo, el Día de la Independencia con casi un mes de adelanto al 14 de mayo. Algo similar sucede con el Día de Jerusalén, cuando el 28 del mes de iyyar del 5727 (7 de junio de 1967), Israel recuperó la parte oriental de su capital finalmente reunificada, arrebatada y ocupada militarmente por el ejército transjordano (luego renombrado como jordano) desde la Guerra de la Independencia en 1948. Este año 2021, también esa efeméride cae más temprano, el 10 de mayo próximo, para recordarnos las únicas tres palabras repetidas en el canto de la reconstrucción nacional judía: esperanza en la tierra de Sion.

 

Jorge Rozemblum

Director de Radio Sefarad

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