El politólogo e internacionalista
norteamericano, fallecido en 2008, en su libro El Choque de Civilizaciones y la
reconfiguración del orden mundial, hizo unas consideraciones que trajeron mucha
polémica al ámbito académico, en general es rechazado por la literatura
progresista quien lo enmarca como un exponente del etnocentrismo occidental. Su
visión puede resultar un tanto pesimista y es el propio Huntington el que
aclara que no es una teorÃa abarcadora útil para sintetizar cuanto problema
haya en el planeta, sino simplemente un elemento a considerar.
Ciertos patrones que el autor plantea
podrÃan ser coincidentes con la realidad geopolÃtica sin que esto signifique en
modo alguno desechar otros análisis y es que en disciplinas que impliquen seres
humanos como lo son las Relaciones Internacionales, las teorÃas bien pueden
complementarse, sin necesidad de que una de ellas explique la totalidad de lo
que acontece.
El autor desarrolla con mayor
profundidad cuestiones como la disolución de Yugoslavia, el papel de EE.UU., el
ascenso de China o el comportamiento del islam en general, pero sobre Israel y
Palestina puntualmente hace solo algunas menciones a modo ejemplificador en las
casi 400 páginas que tiene su libro más famoso.
El caso de Yugoslavia es paradigmático
porque sirve para exponer una muestra de su visión: tras la Guerra FrÃa, los
ejes ideológicos que contenÃan una tensa calma se disuelven, reverdecen las
cuestiones identitarias y el paÃs tal y como estaba conformado comienza a ceder
terreno para dar paso al surgimiento de nuevas naciones. Esto no sin antes explotar
por el complejo entramado de los asentamientos (serbios viviendo dentro de
territorio croata y viceversa o bosnios en el medio), que dan cuenta de un
desparramo geográfico no siempre coincidente con la pretendida división
polÃtica.
El caso árabe israelà es
sustancialmente diferente, puesto que el desencadenamiento de la violencia no
estuvo dado por el fin de la Guerra FrÃa, sino que data de la Declaración de
Independencia de Israel en 1948 o incluso antes. Mucho menos puede decirse que
esta confrontación es una Guerra entre EE.UU. y la Unión Soviética por medio de
proxis, como muchos académicos nostálgicos desean creer, la propia Unión
Soviética apoyó la Resolución 181 de Naciones Unidas que dio lugar a la
Independencia de Israel y el apoyo eficaz de EE.UU. no fue ni constante a
través de los años ni incondicional. Demás está mencionar la inclinación socialista
que tuvo el Estado JudÃo en sus comienzos.
En esa declaración de Independencia se
hace un llamamiento a los árabes a pertenecer bajo las fronteras del Estado de
Israel y vivir codo a codo. Esta invitación se hizo inviable con quienes por
cuestiones de la guerra quedaron fuera de los márgenes del estado, pero se
plasmó con otros tantos árabes que hoy conforman alrededor del 20% de la
población israelÃ.
Este racconto es a propósito de
mencionar los enfrentamientos entre árabes y judÃos que se están viviendo en el
seno de dicha sociedad, la idea de que cualquiera es un enemigo y que la
pertenencia identitaria o religiosa hace imposible la convivencia se está
volviendo un escenario peligroso que golpea al paÃs desde dentro de sus
fronteras con una intensidad que no se veÃa en mucho tiempo. Esto no significa
que sea un fenómeno mayoritario, pero si algo que hay que atender. La ley que
declaró oficialmente a Israel como Estado judÃo, algo que ya ocurrÃa de facto,
tomó nota de este eventual escenario a los fines de impedir una eventual
disgregación territorial futura. Aun asÃ, cabe preguntarse que nivel de fuerza
coercitiva puede tener una ley cuando la realidad social se torna avasallante, en
otras palabras ¿hasta qué punto alcanza con la coerción sino va acompañada de
una conciencia social que permita la coexistencia?
Huntington (2001) dejó en vida
afirmaciones verdaderamente contundentes: “milenios de historia humana han
demostrado que la religión no es una “pequeña diferencia”, sino posiblemente la
diferencia más profunda que puede existir entre la gente” (p. 304).
A los conflictos religiosos los ha
bautizado como “Guerras de LÃnea de Fractura” y esgrime su carácter reincidente:
“Las guerras de lÃnea de fractura son guerras intermitentes que pueden estallar
con violencia imponente y después se reducen a un chisporroteo bélico de baja
intensidad o una hosca hostilidad, para más tarde volver a estallar otra vez.
Los fuegos del odio y la identidad rara vez se extinguen totalmente, salvo con
el genocidio.” (p.303).
Para ser justos, el autor también da
algunos lineamientos de cómo salir de un embrollo de estas caracterÃsticas, que
consiste en cuentas demasiado resumidas en buscar las partes menos fanatizadas
de ambos bandos, entre otras cuestiones que se harÃan demasiado extensas tratar
en este artÃculo.
Como no ocurrÃa antes los ataques de
Hamás han llegado al centro del paÃs con tremenda intensidad. Cualquier
solución fácil que se pretenda dar es pura demagogia y más en momentos en que
los misiles caen sobre las cabezas de los civiles y la crudeza de los hechos
parece superar al idealismo. Sin embargo, un cese del fuego algún dÃa cercano a
lo definitivo debe seguir siendo la meta porque es la única forma de garantizar
el derecho a la vida de judÃos y palestinos.
Referencia
Bibliográfica
Huntington, S.
(2001), El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial.
Buenos Aires, Barcelona, México DF: Editorial Paidós.