Irán: se bajan las máscaras. Por Natalio Steiner

 Las falsas elecciones que tuvieron lugar en Irán hace unos quince días , como era de esperar llevaron a la presidencia a Ibrahim Raisi,  uno de los más extremistas entre los candidatos.


Dadas sus posiciones y especialmente su historial asesino, como alguien que envió a miles de opositores políticos a la muerte mientras se desempeñaba como fiscal en Teherán en la década de 1980, el mundo aún puede extrañar a uno de sus predecesores: el negador del  Holocausto,  Mahmoud Ahmadinejad , que a pesar de su radicalismo extremo fue vetado por el líder máximo,  Ali Kamenei ( que ayer se vacunó contra el Covid con una vacuna de origen iraní)

La razón por la que fue elegido, y de hecho se le permitió postularse, a diferencia de otros 600 candidatos que fueron descalificados y eliminados de la lista de candidatos, es su absoluta lealtad al líder supremo, Ali Khamenei. El mandatario de 82 años no quiere sorpresas, sobre todo ante la posibilidad de que pueda llegar al final de su cadencia durante el mandato del presidente electo. Se menciona a Raisi como un posible sucesor y se deduce que en Teherán eligieron no solo a un presidente, sino también a un heredero del líder supremo de Irán.

De cualquier manera, Teherán ha optado por quitarse las máscaras y no elegir a un presidente sonriente y acogedor que engañará a la comunidad internacional, como lo ha hecho en el pasado. A partir de ahora, Irán hablará con una sola voz, directa, extrema y clara.

La mayoría de los iraníes han optado por no participar en el espectáculo organizado por el régimen, enseñando así sobre la frustración y la angustia y especialmente sobre la profunda desconfianza del sistema y su capacidad para generar cambios. Es asombroso recordar cómo hace poco más de 30 años, masas de jóvenes salieron a las calles en protesta contra el régimen del Sha, con la esperanza de lograr un cambio y asegurar un futuro mejor para el país. Su revolución fue “secuestrada” por el clero, que desde entonces ha gobernado el país con mano de hierro.

La situación del pueblo de Irán es mucho peor de lo que era en los días del Sha. El régimen del ayatolá, un régimen fallido y corrupto, que invierte los recursos del estado en misiles y armas nucleares, ha traído a los iraníes una vida de pobreza, angustia e incluso hambruna. A las penurias de Irán se sumaron los golpes que le infligió la administración del presidente Trump.

Pero la elección de Raisi por parte de los iraníes como presidente es menos importante que la elección esperada por la administración estadounidense de un acuerdo nuclear con Irán. Es sorprendente descubrir una y otra vez cómo cuando una fuerza maligna extrema y radical se encuentra casi postrada, hay quienes acuden en su ayuda y se acercan a ella. Esto es lo que hizo Israel en 1992 cuando firmó los Acuerdos de Oslo, que rescataron a Yasser Arafat de su decadencia, y esto es lo que están haciendo los estadounidenses ahora, trayendo la salvación al régimen de Teherán.

Sería interesante poder entender los vaivenes de la política internacional que permiten a importantes democracias occidentales ser seducidas por el engaño y la mentira.