Israel ante el nuevo gobierno: entre los preocupados y los esperanzados


 A menos que haya sorpresas de último momento, en cuestión de pocos días prestará juramento ante la Kneset el nuevo gobierno de Israel, con Naftali Bennett como Primer Ministro y  Yair Lapid como Primer Ministro alternativo. Al frente de una coalición heterogénea de 8 partidos, con miembros de derecha, de centro, de izquierda y un partido árabe. Por primera vez en la historia de Israel, habrá un Primer Ministro religioso, con kipá. Y por primera vez, un partido árabe será parte integral de la coalición, aunque por ahora opte por no tener ministros en el gabinete. Al parecer, sí un vice-ministro.

Es natural que parte de Israel esté feliz de cara al cambio y es legítimo que parte de la población esté no sólo molesta sino preocupada.  Claro está que los 52 escaños del bloque encabezado por el Likud de Netanyahu, quieren que él continúe en el poder, no sólo porque son parte formal de ese lado, sino porque están seguros que eso es lo mejor para el país.  Pero 52 no es mayoría. Ni de lejos. Los otros 68 escaños  no votaron por él.

El Likud dice una y otra vez que “nosotros ganamos” porque el partido obtuvo 30 escaños en las elecciones de marzo siendo el partido más grande de Israel. Pero bien saben que eso no significa que hayan ganado. Lo que cuenta, según el sistema político israelí, es quién logra formar coalicion.

Pero el problema principal es el mensaje que transmite el Primer Ministro Binimain Netanyahu, sabiendo al parecer que en cuestión de dias será, por primera vez en 12 años, jefe de la oposición. Intenta inculcar en la opinión pública israelí la noción que el gobierno “de cambio” es ilegítimo y peligroso para el país. Para eso, aunque el gobierno tendrá mayoría de ministros de derecha, en distintos matices-que trabajarán por cierto con los de centro e izquierda- lo presenta como “izquierda extremista”. Es nuevamente un intento de quitar legitimidad y demonizar a quien no está de su lado.

Lo que está ocurriendo es inaceptable. Del propio Netanyahu salen los mensajes que lindan con acusación de traición, aunque él mismo no utilizó esa palabra. Pero el aún Primer Ministro sabe bien lo que puede ocurrir cuando desde arriba se habla como él lo ha estado haciendo. Puede haber alguien que interprete en forma retorcida que las terribles críticas deben ser traducidas en una acción concreta.

La prueba está en que Nadav Argaman, el jefe del Shabak, el Servicio General de Seguridad, advirtió este sábado respecto a la atmósfera general de incitación  que se siente últimamente en la sociedad, especialmente en las redes sociales,aclarando que ha aumentado la envergadura y la gravedad de las amenazas.  El hecho es que tanto Bennett como la diputada Idit Silman de su partido, tienen que andar con guardaespaldas.  Y el asesor legal del gobierno, y muchos más.

Silman denunció que la siguen en el auto, que la acosan, que recibe terribles mensajes de amenazas deseándole la muerte, que se enferme de cáncer, que sus hijos mueran y mucho más.  Su hijo menor , de 6 años, se abstuvo durante varios días de ir a clase por el ambiente creado en el que todos le hablan de su madre como una traidora. En una entrevista concedida al canal 12 de la televisión israelí, Silman contó que un hombre se le acercó y le dijo que “entiendo perfectamente lo mal que se están sintiendo usted y sus hijos, pero no se preocupe, que en la primera oportunida que tenemos, los vamos a degollar”.

Silman, sin dar nombres, se dijo segura de que “esto está organizado desde arriba”.

Esto no significa que Netanyahu quiera que alguien cometa un magnicidio, en absoluto. Pero sí  que está combatiendo al inminente nuevo gobierno con una retórica irresponsable. Debe respetar el juego democrático israelí y no presentar la formación del gobierno de cambio como un gobierno ilegítimo que le robó las elecciones.

“El mayor engaño en la historia de la política israelí”, le llaman él y sus ministros. Repiten la misma terminología. Está claro que es un mensaje dictado desde arriba porque todos usan las mismas palabras.

Es absolutamente cierto que al unirse con Yair Lapid, jefe de la oposición y del partido Yesh Atid, el partido Yemina encabezado por Naftali Bennett, violó promesas electorales. Había dicho explícitamente que no se sumaría a una coalición con Lapid, que no haría rotación con él , lo prometió oralmente y por escrito. También había dicho que no estaría en un mismo gobierno con Mansur Abbas, el jefe del partido árabe Raam. De fondo, una profunda desconfianza en varios de los diputados árabes, por diversas posturas que han adoptado en distintas ocasiones.  Y finalmente, se unió a Lapid, formó con él gobierno, y también con Mansur Abbas. Claro está que no cumplió con lo prometido.

Por otro lado, Yemina también prometió hacer todo para evitar nuevas elecciones. Bennett había dicho públicamente, que si Netanyahu forma gobierno, él se incorpora. Pero Netanyahu no lo logró y la alternativa era ir nuevamente a las urnas. Bennett decidió impedirlo. Al mismo tiempo, Bennett también había dicho claramente que es hora de que Netanyahu se vaya del poder.

Casi de más está recordar que Bennett no es el primer político que no cumple promesas y compromisos contraídos en su campaña electoral. El propio Netanyahu lo ha hecho por cierto repetidamente. Sin ir más lejos, hizo todo para no cumplir con el acuerdo de rotación con Beni Gantz, el Ministro de Defensa. Prefirió no presentar el presupuesto nacional a aprobación del Parlamento, a pesar del serio daño que eso causaba a la economía nacional, para desmoronar el acuerdo de rotación. Y el acuerdo mismo con Gantz, que terminó no respetando, era una violación de una promesa anterior.

Uno de los mensajes más peligrosos en la ofensiva de Netanyahu es presentar al nuevo gobierno como quien venderá el país a los enemigos y arriesgará su seguridad. Un ejemplo concreto: la alianza con un partido árabe  que significa, según él, que “venden la zona del Neguev”. No dice nada de los 12 años de sus gobiernos, en los que ha habido un continuo deterioro en la imposición de la gobernabilidad en el Neguev, cediendo terreno a camarillas de delincuentes beduinos, sin que se haga nada al respecto.

Y sobre Abbas, fue Netanyahu el primero que negoció con él para sumarlo a su coalición. Según Abbas, todo lo que surgió en las negociaciones de coalición con Bennett y Lapid, ya se lo había ofrecido Netanyahu.

“Netanyahu, libera, suelta ya”, dijo Bennett, exhortando al Primer Ministro a entender que entra en funciones un nuevo gobierno y que así lo decidió el pueblo en las elecciones.  “No te vayas dejando la tierra quemada”.

Es un mensaje que inspira una profunda tristeza  porque no dignifica los primeros años de gobiernos de Netanyahu, cuando aún no creía que debería ser eterno en el poder.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai