La primera prueba de fuego del nuevo gobierno de Israel: la marcha de Jerusalem



Se sabe desde un primer momento que la heterogeneidad de la coalición de gobierno y la gran diversidad de posturas ideológicas de las facciones que lo componen, obligará a sus miembros a intentar esquivar los temas más espinosos y concentrarse en áreas en las que pueden trabajar juntos. Pero ineludiblemente, no todo depende de las iniciativas que salgan del gobierno. La realidad impone su dinámica.

Y este jueves llega la primera prueba de fuego: la planeada “marcha de las banderas” en Jerusalem. Hamas amenaza que habrá una nueva escalada si se “amenaza a Al-Aqsa”-deformando como suele hacer la situación- y advierte que si llevan a cabo lo que presenta como “provocación”, Israel será el “responsable”.

Entender el trasfondo

Cabe recordar que la marcha de las banderas-también conocida como el “baile” de las banderas, es una tradición que se desarrolló hace ya años, en la que miles de jóvenes que llevan banderas de Israel parten del centro de Jerusalem, entran por la puerta de Nablus al barrio musulmán de la Ciudad Vieja, en camino al Kotel, el Muro de los Lamentos. El significado: celebrar la reunificación de Jerusalem en la Guerra de los Seis Días en junio de 1967.

Su punto problemático, en los últimos años, es que el recorrido, que pasa por el barrio musulmán, crea un roce con los árabes de dicha zona. Eso, sumado al hecho que en la multitud de participantes ha ocurrido en más de una ocasión que hay jovenes que se comportan en forma indebida .

Este año

La celebración original de la ya tradicional marcha comenzó este año el 10 de mayo. Ya estaba decidido que por la tensión que reinaba en la zona, no pasaría por el barrio musulmán . Pero cuando ni había llegado a la Ciudad Vieja, sonaron las alarmas en Jerusalem, por el disparo de cohetes por parte de Hamas. La marcha quedó cancelada. Ese fue el comienzo de la seria escalada provocada por los ataques de los terroristas a los que Israel respondió con una dura ofensiva militar a blancos de Hamas y Jihad Islámico en la Franja de Gaza. La guerra terminó con un alto el fuego 11 días más tarde.

Hamas presentó lo sucedido como un éxito político de su parte, intentando fijar la ecuación de que la organización puede determinar qué pasa y qué no en Jerusalem, alegando que determinadas acciones de Israel-que presenta como provocación- son el problema.  La prueba de su seguridad al respecto es que días atrás, tras cancelarse por decisión de la Policía israelí la nueva marcha que estaba programada , Hamas dejó en claro en sus redes que esa era su victoria. Y el hecho es que a pesar del duro golpe militar que recibió de Israel en la reciente guerra-aunque nunca lo reconoció como tal- comenzó nuevamente a amenazar.

 

El dilema, entre responsabilidad y lucha anti terrorista

Quien tiene ahora este dolor de cabeza es el nuevo ministro de Seguridad Interna Omer Bar-Lev del partido laborista, alto oficial de las Fuerzas de Defensa de Israel en la reserva. Está abocado a ello desde que asumió y hasta decidió no realizar una ceremonia de traspaso de mando con su antecesor, señalando que los temas serios con los que hay que lidiar requieren que no se pierda tiempo en actos superfluos.

Por un lado, es sabio garantizar que el recorrido de la de la marcha, no  sólo este año sino en general, no sea entrar  por la puerta de Nablus ni pasar por el barrio musulmán. Permitir que miles de jóvenes judíos con banderas de Israel crucen el barrio musulmán , no nos parece inteligente. No aporta soberanía sino que exacerba tensiones en forma absolutamente innecesaria.

Pero actuar de acuerdo a las advertencias de Hamas, es inaceptable. No hay que pedir a los terroristas permiso para enarbolar banderas de Israel en la capital de Israel. Se puede pasar por fuera de las murallas hasta la puerta de Iafo y de allí recorrer el camino hacia el Kotel, el Muro de los Lamentos, a la oración que culmina la marcha.

A quienes condenan la marcha toda, siempre, como provocación, cabe recordar que fue concebida para festejar la liberación del santuario más sagrado del pueblo judío, que mientras estuvo ocupado por Jordania, estuvo vedado a los judíos.

Pero esto no quita que se pueda actuar con inteligencia y sensibilidad. No hay motivos para refregar banderas de Israel en la cara de los árabes de la Ciudad Vieja de Jerusalem. Y tampoco se puede permitir que Hamas imponga sus amenazas. El gran dilema, evidentemente-sobre el que es mucho más fácil escribir que hallar una solución-es encontrar el punto de equilibrio entre las dos cosas. A nuestro criterio, entrar por el barrio musulmán, está absolutamente de más. Y cancelar la marcha del todo, puede que calme la tensión este jueves, pero no hará menos que invitar a más terrorismo. Israel, creemos, no se lo puede permitir.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai