Resumiendo el difícil año de pandemia en Israel que parece haber terminado

 Con la enfermera uruguaya-israelí Claudia Poggi de Hadassah

Con los expertos y autoridades aún observando todos los números de la pandemia, atentos ante la posibilidad de nuevo estallidos eventuales –más que nada por el riesgo de que entren al país variantes resistentes a la vacuna- Israel ha vuelto casi plenamente a la normalidad. La sensación generalizada, aunque la gente continúa respetando el uso de mascarillas en espacios cerrados, es que la pandemia, de hecho, prácticamente se ha  terminado.

Para resumir el duro año vivido -un poco más de un año en realidad- conversamos nuevamente con la Licenciada en Enfermería uruguaya-israelí Claudia Poggi que en el último año dedicó numerosos de sus turnos a los departamentos de Coronavirus en el hospital Hadassah de Jerusalem en el que trabaja. Ahora, le alegra sobremanera haber vuelto plenamente a su puesto en la UCI de Neurocirugía.

Claudia fue elegida por Hadassah para viajar en la misión humanitaria que el hospital envió a Argentina para compartir la experiencia israelí en la lucha contra el Covid-19. Su participación, como era de esperar, fue un éxito rotuno, al igual que la del resto de los profesionales que viajaron. Ese tema lo trataremos en otra oportunidad.

Un hospital reorganizado, enfocado en la pandemia

P: Claudia ¿cómo se resume un año tan poco común, tan difícil, como el que Israel ha vivido en pandemia? Desde tu punto de vista, claro está, como enfermera. 

 

R: Es un poco difícil para mí resumir este año. He vivido momentos increíbles como enfermera, en distintos aspectos de mi profesión, desde que abrimos las  unidades de cuidados intensivos y con todo lo que vivimos dentro de ellas… Al inicio de todo esto, en marzo de 2020, se empezaron a abrir los servicios, reclutamos a todo el personal y entramos a funcionar en equipos de salud sin conocernos de antes con los nuevos compañeros de trabajo. Todo, claro, con un altísimo nivel de estrés, con una administración horizontal en la que todos teníamos una importancia por lo que estábamos aportando a estas unidades. A mí me hizo sentir casi como una cosa muy loca, muy rara, que gente que nunca trabajó junta se estuviera juntando con un mismo objetivo, algo muy fuera de lo común, donde las jerarquías dentro de la estructura no funcionaban como siempre. Se flexibilizó la burocracia y también los trámites formales para conseguir los materiales necesarios para cada cosa. Fue como saltearse pasos en cada etapa, para agilizar y ser lo más eficientes posible.

 P: No por trabajar en forma desordenada, sino para poder adaptar los formalismos de rutina a la nueva necesidad.

R: Exacto. La gente que trabaja en servicios médicos aplicamos protocolos, todo está escrito, hay que saber cómo hacer las cosas y cumplirlas, y lo que nos pasó un poco este año es que nos salimos de los protocolos, de todo eso que es el orden jerárquico…

P: Ahora te referís también a las relaciones dentro del equipo…aunque en Israel los formalismos de jerarquías son un poco relativos.

R: Es cierto. Te cuento que recuerdo varios momentos en los que en medio de todas las locuras de estrés que pasábamos ahí adentro, de repente llegaba mi jefe y yo estaba como en un ataque de querer que todo mejore, ver cómo se podían conseguir las cosas y sentir que las cosas no podían ser así, y me acuerdo que yo pensaba después, cuando me iba a casa, que los jefes se habían puesto en una postura muy calma y nos escuchaban, trataban de calmarnos y buscar rápidamente una solución. 

En la rutina hay una cantidad de protocolos respecto a quién es el profesor, el encargado y el que limpia, cada uno en su rol. Pero de repente te encontrabas al limpiador diciéndole a alguien con un cargo muy alto -uno de los doctores de los importantes de la unidad-: “No, no pase por aquí porque estoy limpiando”. 

P: Hermoso.

R: El respeto que tuvimos por las personas que limpiaron en estas unidades fue enorme. Yo  todos los días les decía: si ustedes no limpian, esto no funciona, porque el futuro de terminar con esta pandemia es que tengamos un sistema sumamente limpio adentro del hospital, limpiar al máximo cada rincón de esta unidad, toda la entrada, toda la salida. Ellos estaban muy concientizados de ese trabajo y nosotros les dimos un lugar super jerarquizado dentro de la unidad.

 Por eso digo que no había como una escala de quién era más importante: formamos un equipo sanitario en el que todos eran super importantes, el que venía a buscar el examen, el que tenía que correr para llevarlo, el que traía el volumen de la sangre… cada persona tenía un rol sumamente importante .

Los que estábamos adentro -en mi caso yo muchas veces hacía de encargada de la guardia- sabíamos darle la importancia a cada persona.

P: Y cada uno tenía muy claro, me supongo, qué debía hacer.

R: Sin duda. Si en la rutina está determinado que fulano hace un pedido y mengano lo trae del depósito, en el departamento de Coronavirus levantábamos el teléfono a pedir lo que precisábamos y todo llegaba rápidamente. Se  trataba de evitar todo lo que fueran obstáculos para mejorar o potenciar lo que estábamos haciendo dentro de la unidad. Creo que eso era realmente muy bueno. 

P: Uniendo esfuerzos para que todo funcione ágilmente.

R: Sin duda. Creo que este año sacó lo mejor de nosotros desde el punto de vista solidario. Todas las enfermeras que desde el principio dijimos “vamos a ser parte de esto”, entramos allí a trabajar, aunque no era una obligación. Claro que había que reclutar gente pero muchas también tuvimos la actitud de entrar ahí con el principio de que somos enfermeras y esto es lo que hay que hacer ahora. 

El aspecto emocional

P: ¿Dónde entra la parte emocional en las largas y duras jornadas de trabajo?

R:  A veces veíamos cómo el equipo se nos venía cayendo, la gente empezaba a preguntarse cuándo terminaría esto y uno se empieza a dar cuenta del cansancio que esto provoca y ya íbamos todos a levantar el ánimo… Una de las grandes funciones que teníamos los que estábamos ahí adentro era levantar el ánimo de los que empezaban a decaer.  

P: ¿El hospital los ayudó, les dio apoyo sicológico? Me imagino que la necesidad dependerá de cada uno, pero seguramente muchos lo necesitaban.

R: Sin duda ninguna. El hospital nos dio apoyo con todo el equipo de psicólogos que trabajó con nosotros, que eso fue espectacular también. Desde el comienzo de esta pandemia tuvimos psicólogos que nos estuvieron apoyando todo el tiempo para poder llevar adelante y manejar todo esto tan difícil. Cuando estás ahí adentro y te sentís mal, porque es demasiado lo que está pasando… de repente pasaba que había que reanimar a un paciente y había otro enfrente que había que reanimar también y de repente teníamos tres paros cardíacos en un mismo momento… una noche llegó a haber cuatro paros cardíacos en un mismo momento. 

Un momento de respiro de uno de los enfermeros, lidiando con gran tensión. (Foto: Aref Massalha)

 

Y vos decís, “tengo ganas de salir a tomar un poco de aire de todo esto” y no podés salir de ahí adentro con toda esa vestimenta, y cuando todo esto pasa corrés, y transpirás todo, y te deshidratás y… Uno se siente como que tenés un concepto de dónde estoy yo para cuidarme en todo esto. Nos olvidamos un poco de nosotros mismos, creo que eso también fue algo que pasó y que en algún momento más adelante lo llegaremos a analizar. Nos cuidábamos mucho si alguno veía a alguien que estaba haciendo algo, te tocaste la cara, no toques tus lentes, no pongas la mano por debajo del protector facial… Nos cuidábamos en el sentido de no tener contagios, y de hecho no tuvimos personal que se muriera ni muchos contagios, puedo contar los contagios dentro de la unidad con los dedos de una mano. 

 

P: Habrán tenido, me imagino,muchas vivencias especiales que sólo ustedes allí adentro podían entender.

R: ¡Seguro! Me acuerdo que yo muchas veces les preguntaba a las enfermeras si miraban Anatomía de Grey -a los que nos dedicamos a temas médicos nos encanta esa serie- y hay una parte en la que unos doctores, antes de entrar a la sala de operaciones, dicen “Oh! Somos unos héroes”. En días sumamente difíciles, cuando las enfermeras muchas veces llorábamos ahí adentro, me acuerdo que les decía: “bueno, ahora vamos a hacer la de Grey”. Nos poníamos delante de los ventanales que daban para las montañas y decíamos: “Somos unos héroes”, para darnos autoconvencimiento de que lo que estábamos haciendo era muy importante y no podíamos quebrarnos. El decirnos esa frase no era porque nos creíamos que éramos unos héroes, era para levantarnos el espíritu y no dejarnos caer, porque teníamos una cantidad de motivos para caer, pero no nos lo podíamos permitir. 

 

La mitad llena del vaso- la solidaridad israelí

P: Yo hablé del año difícil, pero está claro que la crisis también sacó a la superficiente la conciencia sobre todo lo bueno que se pudo hacer, precisamente por el sufrimiento con el que había que lidiar.

R: Sin duda. Me di cuenta del hospital maravilloso en el que trabajo, porque cuando uno sufre una crisis de salud como esta que estamos viviendo es importantísimo el país y el hospital en el que estamos, ahí conocemos todas las capacidades que tiene el hospital para cubrir todo ese gran caos que se empezó a generar cuando los números empezaron a aumentar. 

P: ¿Y cuál sería tu resumen a nivel general, mirando a la sociedad israelí?

R: Vi también la gran solidaridad de la sociedad israelí, cómo todo lo que había que conseguir se conseguía rápidamente, cómo desde afuera la sociedad de alguna manera nos estaba “mimando”. Recuerdo que cuando los restaurantes empezaron a cerrar durante unos días vinieron al hospital los chef y pusieron como unos camioncitos en la explanada de la emergencia; chef famosísimos que nos preparaban unas viandas de comida espectaculares. McDonald’s nos mandaba bolsas de almuerzos, empresas de chocolate nos enviaban regalos, un montón de cosas llegaban para darnos buena sensación y algo rico para los ratos en que salíamos de la unidad.  Me acuerdo de las cafeteras de Nespresso con las cápsulas, que llegaron donadas por Nespresso… 

P: Pequeños grandes gestos…muy fuerte.

R: Así es. Se movió toda una estructura dentro de la sociedad que de alguna manera quería decirnos: “ustedes están ahí adentro sufriendo todo lo que está pasando, nosotros vamos a darles algo para que al menos se sientan bien cuando salen de ahí”. Los chicos de las escuelas nos mandaban canastitas con cartas lindísimas y dulces… empresas nos mandaban tazas con frases muy lindas y bombones…, las empresas de cremas nos mandaban cremas para las manos… Creo que dentro de la sociedad israelí cada uno encontró cómo donar. Había algunas personas que nos mandaban tortas para el café, teníamos alguien que nos mandaba tortas dos o tres veces por semana… 

¿Qué quiero decir con esto? Que cuando son épocas difíciles como esta que se está viviendo es lindo saber que uno está en una sociedad donde la gente misma busca una manera de retribuir el trabajo que hacemos, sin tener que hacerlo. No tienen por qué, pero encuentran una forma linda de hacerlo. Querían agradecernos y eso tiene un valor enorme. La disposición de la gente ayudó muchísimo. 

 

Apoyo dentro del hospital

P: ¿Tuvieron que recurrir a fuerzas especiales dentro del hospital?

R: Sin duda. Vinieron voluntarios estudiantes de medicina y enfermería. Nosotros teníamos que cargar una cantidad de jeringas con todas las soluciones y los medicamentos para sedar a los pacientes en unas bombas de infusión que preparábamos. No sé qué cantidad de jeringas preparábamos en cada guardia. Muchas  enfermeras tuvimos problemas en los tendones de los dedos de las manos, cuando terminaba la guardia hacíamos una tendinitis, a tal punto que  hubo enfermeras que dejaron de trabajar varias guardias y algunas de forma permanente por el problema de las manos. Teníamos estudiantes de medicina que vinieron a ayudarnos con eso, con los pacientes que estaban más lúcidos, a charlar un poco con ellos y prepararles un té o ayudarlos a comer.

Había como una disposición ilimitada a dar algo de alguna forma. Vi la gran solidaridad del pueblo israelí. La  conocía pero me la confirmó esta situación de pandemia dentro del hospital.

 

“El bien morir”…y las crisis de los nuevos enfermeros

P: Claudia,ustedes luchaban por preservar la vida, pero también sabían que en muchos casos  lo único que podían hacer era acompañar en el camino a la muerte.Eso es extremadamente duro.

R: Durísimo.  Esta pandemia nos hizo replantearnos lo que es la humanización, todo ese proceso en el que nosotros acompañamos a personas muy graves y las ayudamos a “bien morir”, como decimos nosotros, pero también la humanización en otro sentido. Me refiero al hecho que en cuidados intensivos estamos  acostumbrados  a que cuando nosotros ventilamos a un paciente es un paciente que generalmente tiene una depresión respiratoria, lo cual influye un poco también en que se deprima también su conciencia. 

Acá los pacientes llegaban a la ventilación lúcidos por completo, con una saturacion de oxígeno de 60% o 55%, o sea que prácticamente  ya no tenían aire. Los médicos decidían ventilarlos, el paciente llamaba a la familia y a mí me tocó un terrible momento en que una madre llama al hijo de cuatro años para decirle que por unos días no va a poder hablar con él. Es que  los pacientes entraban a la unidad con su teléfono personal. Y recuerdo el momento en el que estábamos con todo el equipo ahí, con todas las drogas anestésicas, el médico con todo el equipo para intubarla, y nosotros esperando a que ella terminara de hablar con el hijo… Momentos sumamente fuertes, y después muchos de ellos son pacientes que se complican en esos procesos, que ellos mismos le dicen a la familia, en el caso de un hijo “por unos días no vamos a poder hablar”, en el caso del padre mayor que llama al hijo y le dice “No sé si vuelvo de esto”. Yo llegué a escuchar esas frases de pacientes que tenían la duda de si iban a volver, y muchos no volvieron. 

P: Se me hace un nudo en la gargante de solo escucharte con esa descripción…Impresionante…

R: Así es. Todo eso para el personal es como una puñalada. Vos te preguntás “¿pero qué es todo esto?!” Es que no es algo que hayamos vivido antes. Llamar a un familiar para decirle “me van a ventilar y no sé si vuelvo de esto”, porque veían las noticias y la cantidad de muertos, de ventilados por día, de pacientes complicados… Creo que esto tocó una parte de la humanización de la medicina que es muy fuerte. Como nosotros también teníamos que ponernos en lugar del paciente, aún con toda la urgencia que hay por ventilarlo, le teníamos que dar todo el tiempo que necesite para que haga todo lo que tiene que hacer antes de que lo ventilemos porque después no sabemos cómo sigue. Situaciones terribles desde el punto de vista humano.

 

P: Estremecedor. Sin duda, lidiaron con la muerte.

R: Muchas veces. El gran motivo para caernos era el número de muertos que teníamos en la unidad. Había días sumamente difíciles. Las enfermeras que tenemos muchos años en la profesión no es que nos vamos acostumbrando a la muerte, sino que vamos viviendo el proceso, como que a veces ya no tenemos más para hacer por el paciente y cuando llega el momento de la muerte le damos el momento digno de la muerte a la persona, con toda su dignidad y respeto al final de la vida. Pero lo que nos pasó con esta pandemia es que entraron a trabajar una cantidad de enfermeras recién graduadas que se orientaron en los servicios de cuidados intensivos, al corto tiempo de la orientación empezaron a entrar a la unidad de Corona y ahí seguimos orientándolas. Jóvenes, muy frescas, a las que todavía les faltaba el fogueo de la profesión, y yo siempre decía: es como haberles dado una puñalada, empezar una carrera con tanta ilusión y de golpe venir y esa frustración terrible que uno siente cuando se hace todo y el paciente no sale. Es una frustración que no es un sentimiento de culpa, es decir: “No pudimos”. Hasta ahora sigo charlando con ellas –también ellos, o sea había también enfermeros-y les digo que no se les rompa el sueño, la ilusión,ni  todo lo que los hizo abrazar esta profesión divina que tenemos, y no se dejen impresionar por esto que están viviendo, porque es algo que va a terminar. Esta semana tuve el placer de hablar con muchos de estos jóvenes y decirles: ¿se acuerdan que decíamos que esto se va a terminar? Se está terminando. 

El último paciente que salió del CTI de Hadassah (Foto: Aref Massalha)

 

P: Qué bueno que te tuvieron a vos cerca, que siempre sabés poner las cosas en el contexto debido, advertir cuando es imperioso y también dar aliente cuando sabés que hay para qué.

R: La verdad que sí. Creo que fue un golpe muy muy fuerte para todos estos jóvenes que entraron y yo veía cómo se me derrumbaban a veces en la mitad de la guardia, porque es muy duro ver cómo los pacientes entraban hablando, con una saturación de oxígeno baja, se ponían oxígeno de alto flujo, al otro día venían a la guardia, ya había que tomar la decisión de ventilarlo y muchos de ellos en pocos días se morían. Y ese proceso tan corto, de ver cómo una persona se deteriora y se muere tan rápido, nos es algo que en los CTI  vemos con tanta frecuencia. Los  pacientes entran muy graves, hacemos todo, van mejorando, a veces son períodos largos pero no vemos la muerte tan rápida, tan cerca. Creo que eso es un tema muy complejo. 

 

Morir solos

P: Las visitas de familiares a los enfermos empezaron en la segunda ola ¿verdad?

R: Exacto. En la primera ola fue terrible porque los pacientes morían solos, los familiares no podían entrar y nosotros ahí informando a la familia del fin del paciente por una tablet, algo que nunca me lo imaginé en mi vida, enfocando con una tablet al paciente para que el familiar viera que estaba terminando su vida… Para mí fue una de las cosas más terribles cómo las personas llegaban solas, se morían solas… Por suerte con el tiempo en la segunda ola ya empezaron a entrar familiares a ver a los pacientes y a despedirse de los pacientes, cuando ya llegaba el equipo médico a decir “No tenemos más lo qué hacer”, y esos son los momentos sumamente complejos. 

P: Claro que la familia era la que más sufría por su ser querido que se iba, pero también para ustedes era difícil lidiar con todos esos sentimientos.

R: Muy difícil, sin duda. Pero en todo este dolor que había ahí adentro, nosotros nos permitíamos llorar, que a mí se me empañaban horrible los lentes y les decía a mis compañeros que no puedo llorar porque después no me puedo limpiar los lentes, entonces me quedo un rato como toda nublada y eso me desesperaba. Pero era el momento en el que nos podíamos abrazar, porque con toda esta pandemia pasó que no nos abrazábamos con las personas, yo hasta con mi hija nos dábamos un saludo de no abrazarnos ni besarnos mucho. Ahí teníamos como una pequeña liberación, era la parte que nos permitíamos decir “bueno, acá lo podemos hacer”, porque estábamos todos vestidos y super tapados. Nos dábamos un abrazo, llorábamos juntos, y eso creo que le daba un toque muy humano a lo que estábamos viviendo y cómo nosotras como enfermeras sentíamos que todo eso era demasiado para nosotros, era muy fuerte, y humanamente si no hubiera habido adentro de estos servicios gente tan maravillosa, creo que hubiera sido terrible, había una gran contención. 

P: Claudia, me imagino que hay cosas de las que nunca se habla , que nunca salen hacia afuera…vivencias dentro del hospital que nadie conoce. ¿Les pasó también a ustedes?

R: Sí. Te conté que los pacientes venían solos y llegaban con su teléfono. Nos pasaba que una de las grandes cosas que tratábamos desde el punto de vista psicológico era que los pacientes se ventilaban y los teléfonos quedaban prendidos, o sea, no les daba el tiempo de apagarlos. Nosotros tampoco podíamos entrar a un teléfono que tenía un código, para apagarlo. Entonces a veces pasaba que en salas de tres pacientes dos estaban ventilados, los teléfonos estaban sonando toda la guardia, pero varios días, hasta que se le acababa la batería y nosotros decíamos “Ay, se acabó”. Cuando yo me iba a mi casa tenía en mi cabeza  los teléfonos que sonaban. O el caso de una paciente a la que le sonaba el despertador, por fuera de que sonaba el teléfono hasta que se le acabó la batería. A  las 9.15 sonaba el despertador que tenía programado en el teléfono. 

P: Ay dios mío….eso da la dimensión de una persona que vive, que tiene su rutina, gente que la busca…y se va.

R: Claro.Eso era para nosotros saber que atrás de ese teléfono había alguien que quería tener una noticia, quería preguntar, quería informarse o quería conectarse con esa persona. Y la desesperación de pensar que ahí había alguien que necesitaba una información y era todo el tiempo el teléfono sonando sin que la información llegara. 

Ese fue otro golpe duro, muy duro de manejo, porque ninguna enfermera se va a desconectar de esa situación y decir “No me importa que el teléfono esté sonando”. Estábamos todas deseando que las baterías se terminaran para que esos teléfonos no sonaran más. Una cuestión un poco difícil espiritualmente. 

El mensaje de esperanza

P: Y en medio de todo este gran sufrimiento, vos ya que destacaste lo bueno que aprendiste en la pandemia…¿qué mensaje de esperanza compartirías con los lectores para resumir esta entrevista?

R: La esperanza de la luz en medio de la oscuridad era que se llegue a la vacunación masiva y que de esa forma haya más inmunidad de rebaño en cada país y podamos comenzar a abrir el mundo. La gran ilusión es que estamos viviendo en este momento en Israel, y espero que esa realidad no cambie, que sigamos cuidándonos, que ahora podamos vacunar a los menores de 16 años y en pocos días también a los niños y adolescentes de 12 a 15, lo cual  también va a ayudar mucho, y que sigamos cuidándonos para no cometer errores que nos lleven a volver a despertar una cuarta ola.

P: Ahora, afortunadamente, podemos hablar en Israel del cierre de prácticamente todos los departamentos de Coronavirus en los hospitales de todo el país.

R: Exacto. Hace pocas semanas se liberó el último paciente de CTI, con lo cual se cerró la sala de CTI. Eso para nosotros es un logro increíble, para las enfermeras y los médicos que han estado luchando a brazo partido adentro de estos servicios poder ver que los estamos cerrando es realmente creer que esto ya está más controlado. 

Yo no puedo decir que esto ha terminado porque nosotros tenemos que pensar que las variantes, todas las mutaciones, siguen dando vueltas en el mundo. Hasta que no esté vacunada más población del mundo este problema no va a estar solucionado. Pero que nosotros fuimos cerrando servicios… es una ilusión que teníamos nosotros desde el principio. 

Por otro lado, volver las enfermeras a los lugares de los que salimos, a nuestro lugar de trabajo, salir un poquito de toda esta realidad tan chocante, tan triste que vivimos adentro del CTI covid es como respirar un poco más tranquilos, creo que esa es la sensación que nos da.

P: No tengo palabras Claudia querida. Gracias, gracias de todo corazón.

R: A vos Ana por el interés. 


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai