El Pentágono quiere olvidar la Guerra Global contra el Terrorismo

 La retirada estadounidense de Afganistán prevista este año, que probablemente se acelere ante el imparable avance talibán, marca el fin de una era. No sólo se trata de 20 años de presencia estadounidense en Asia Central, sino de 20 años en que la lucha contra fuerzas salafistas-yihadistas llevó a Estados Unidos a desplegar fuerzas desde el Sahel hasta el sur de Filipinas.

Los acontecimientos del 11-S quedan ahora muy atrás y, como veremos, los documentos y declaraciones oficiales marcan como objetivo dejar atrás la Guerra Global contra el Terrorismo (Global War On Terror o GWOT) para preparar sus fuerzas armadas para una nueva era de competición global entre potencias.

Un soldado del ejército estadounidense patrulla con soldados afganos para comprobar las condiciones en la aldea de Yawez en la provincia de Wardak, Afganistán, 17 de febrero de 2010. Fuente: The U.S. Army

Una larga despedida

En noviembre de 2011 el presidente estadounidense Barack Obama fue el anfitrión en su Hawái natal de una cumbre del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). En mayo de aquel año una operación militar había acabado con la vida del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden. Semanas después de la cumbre se llevaría a cabo la retirada oficial de las fuerzas estadounidenses desplegadas en Iraq desde la invasión de 2003.

Durante la cumbre de la APEC, Obama anunció que era hora de dejar atrás una era en que los asuntos de seguridad en Oriente Medio habían centrado la política exterior de Estados Unidos para “girar nuestra atención de vuelta a la región de Asia Pacífico”. Aquel giro fue bautizado como el “Pivote a Asia” y marcó el primer intento de Estados Unidos por dejar atrás la Guerra Global contra el Terrorismo (GWOT).

La década 2011-2021 se vio marcada por las consecuencias de la Primavera Árabe en la región Norte de África-Oriente Medio, la invasión rusa de Ucrania, el auge del Estado Islámico y la intervención rusa en Siria. Los sucesivos acontecimientos mostraron lo difícil que resultó para Estados Unidos desentenderse de las amenazas percibidas por sus aliados tradicionales en Europa y Oriente Medio para volcarse totalmente en la región Asia-Pacífico. En una entrevista de Jeffrey Goldberg, actual editor jefe de la revista The Atlantic,  le planteó al entonces presidente saliente, Barack Obama, cual era su relación con Oriente Medio a lo que contesto que se parecía a la frase de Michael Corleone (Al Pacino) en la tercera parte de El Padrino: “cuando creía que estaba fuera me arrastran dentro”.

El presidente Barack Obama agradece a una multitud de militares y civiles desplegados por su servicio a los Estados Unidos durante una visita sorpresa al aeródromo de Bagram, Afganistán, 28 de maro de 2010. Autor: DVIDSHUB

Si el “Pivote a Asia” tenía de forma nada velada a China como gran tema de fondo, la crisis de Ucrania sirvió de ruidoso retorno de Rusia a la arena internacional. Un año más tarde, Moscú intervendría militarmente por primera vez fuera de las fronteras de la antigua Unión Soviética después del fin de la Guerra Fría. Así se fueron consolidando China y Rusia como ejemplos de competidores a la par (“peer competitor”) o cerca de la par (“near peer competitor”).

Los discursos que marcan el camino

En 2018 la oficina del Secretario de Defensa estadounidense, entonces el exgeneral James Mattis, publicó el documento National Defense Strategy of The United States of America, que ya en su página uno afirmaba “la competición estratégica entre estados, no el terrorismo, es ahora la primera preocupación de la seguridad nacional de los Estados Unidos”. Aquel documento era la guía que debía definir la estrategia, la planificación, la modernización, el despliegue, etc. de las fuerzas armadas estadounidenses durante los siguiente cuatro años. A partir de entonces se sucedieron las declaraciones, discursos y documentos oficiales anunciando que Estados Unidos entraba en una nueva era de competición entre potencias y que sus fuerzas armadas debían adaptarse a ello.

Al año siguiente el entonces secretario de Defensa, Mark T. Esper, participó en la “Air, Space and Cyber Conference”, organizada por la Air Force Association en septiembre de 2019, con un discurso donde afirmó:

“[Mientras] los Estados Unidos estaban enfocados en las operaciones en marcha en Oriente Medio, nuestros competidores estratégicos estaban modernizando sus fuerzas armadas, aumentando su poder y expandiendo su influencia”.

Esto significa que “algunas de nuestras ventajas largamente mantenidas han empezado a disminuir” y que la “competición entre grandes potencias ha vuelto de nuevo a la escena global”.

En 2020 fue el turno del siguiente Secretario de Defensa estadounidense, Mark Esper, con ocasión de una visita a la United States Military Academy (USMA), más conocida como West Point. En su discurso a los cadetes les explicó que había dedicado los 16 meses anteriores a recorrer la región del Indo-Pacífico (véase anteriormente en The Political Room: “El Pentágono y el auge del Indo-Pacífico como nuevo centro del mundo”) visitando países como India, Tailandia, Japón y Corea del Sur.

El Dr. Mark Esper, Secretario de Defensa interino, posa para su retrato oficial en el estudio de retratos del Ejército en el Pentágono en Arlington.

En todos esos países había encontrado la misma preocupación por China y sus prácticas predatorias, el empleo de la trampa de la deuda y otras prácticas agresivas. El secretario Esper mencionó el documento National Defense Strategy y los tres niveles de dedicación para las fuerzas armadas que aquel establecía. El primer nivel lo formarían competidores como China y en menor media Rusia. El segundo nivel lo componen adversarios estatales como Irán y Corea del Norte. Y sólo en el tercer nivel aparecen los actores no estatales, denominados aquí Organización Extremistas Violentas (VEO en inglés). Para el secretario Esper será un desafío que ocupe a toda una generación hacer la adaptación de los conflictos de baja intensidad a los conflictos de alta intensidad.

Como vimos en "Hacia un mundo de guerras subrogadas" es muy posible que la competición entre potencias adopte la forma de conflictos irregulares en países periféricos, allí donde la competencia estratégica lleve a apoyar a bandos opuestos en conflictos internos. La gran duda es si el deseo del Pentágono de olvidar de una vez por todas las ambiguas y complejas campañas militares contra actores no estatales, como Afganistán e Iraq, significa que se olvidarán las lecciones aprendidas. De momento, como veremos próximamente, las fuerzas armadas estadounidenses están cerrando unidades como el Assymetric Warfare Group y dando de baja medios como las patrulleras costeras Mk. VI. La historia nos enseña que el proceso de olvido al que se lanza el Pentágono siempre tiene un amargo despertar.


Por Jesús Pérez Triana
Fuente: The Political Room