Si no actuamos podríamos convertirnos en “colonias de datos”, advierte Yuval Noah Harari

Las tecnologías de la información, concretamente la inteligencia artificial, podrían llevar al mundo a una franca distopía. Sin embargo, todavía podemos detener ese proceso. Al respecto, el escritor israelí Yuval Noah Harari habló para los clientes de una compañía financiera.

“Un nuevo tipo de guerra está creando un nuevo mapa del mundo”, un mapa formado por el flujo de los datos que podría convertir a esta región en una nueva colonia, esta vez, “una colonia de datos”, dijo Harari.

Durante poco más de una hora, el historiador y escritor israelí compartió algunas de sus ideas con un público que, gracias a la moderación de Cayetana Álvarez de Toledo, pudo hacerle llegar sus preguntas en una sesión dedicada a pensar sobre el futuro.

La exposición de Harari comenzó con un recuento del impacto que las pandemias han tenido en la población mundial a lo largo de la historia. A razón de la pandemia de COVID-19, Harari dijo que, a diferencia del pasado, ahora la humanidad está mucho más preparada y tiene más poder para enfrentar contingencias como esta.

Y si bien hemos visto los efectos catastróficos de la pandemia, para Harari lo que vivimos fue “un triunfo de la ciencia y una catástrofe de la política”, puesto que fueron decisiones políticas las que impidieron que controláramos mejor la emergencia sanitaria.

Son, sin embargo, otros los restos que estamos por enfrentar y que al pensador israelí más le preocupan: el calentamiento global, por un lado, y el auge de la tecnología digital, la inteligencia artificial y la industria de los datos, por el otro.

También la ingeniería genética figura entre las preocupaciones de Harari, quien ve un futuro en el que seremos capaces de convertirnos en la primera especie que pueda diseñar la vida de forma inteligente.

América Latina, como otras partes del mundo, ha tenido una historia larga y dolorosa de colonialismo”, recordó Harari. Dijo que así como España y Portugal se dividieron el “nuevo mundo” alguna vez, hecho materializado en el famoso Tratado de Tordesillas, ahora son un puñado de países y empresas tecnológicas quienes se disputan el control de los países menos favorecidos.

Según la visión de Yuval Noah HarariAmérica Latina y otras regiones del mundo pueden llegar a convertirse en “colonias de datos” para los países que producen y controlan la tecnología, la información y su flujo. Si antes las colonias aportaban las materias primas para que las naciones industrializadas produjeran bienes, ahora aportarán los datos de los que la inteligencia artificial se servirá para tener el poder que necesita.

Sobre la inteligencia artificial, Harari dijo que esta podría llegar a controlar al mundo. Nuestra creación será mucho menos parecida a nosotros que nosotros a otras especies de homínidos. Por eso, dijo, será importante regular a las tecnologías disruptivas.

Sin embargo, “va a ser muy difícil llegar a un consenso global sobre el cambio climático y va a ser incluso mucho más difícil llegar a un acuerdo global sobre las tecnologías disruptivas, como la inteligencia artificial, porque algunos países piensan que pueden ganar mucho de las nuevas tecnologías.”

Tanto el cambio climático como estas “tecnologías disruptivas”, dijo, acentuarán las desigualdades globales, lo que derivará en “ganadores y perdedores”.

Pero si la exposición de Harari podía prefigurar un futuro distócico y poco alentador, también hubo en ella algún espacio para el optimismo. “Quiero ser muy claro: todo esto no es una profecía, es simplemente una posibilidad. Todavía tenemos la posibilidad de mediar y tenemos muchas decisiones que tomar. Lo que van a hacer las nuevas tecnologías en la parte geopolítica a la especie humana depende no solamente de la tecnología misma sino de las decisiones que todos nosotros vamos a tomar en los próximos años.”

“Pequeños países como Costa Rica y grandes países como Brasil van a encontrar muy difícil oponerse” a potencias tecnológicas como China o EE. UU., y corporaciones muy grandes como Amazon o Alibaba, dijo. Sin embargo, “si muchos países actúan en conjunto como un bloque podrán tener un diferente futuro.”

Para nuestro futuro, dijo, lo más importante es recordar que los humanos somos los seres más adaptables del planeta. La vertiginosidad con que las tecnologías de la información progresan supone un reto para nosotros: cambiar y adaptarnos cada vez más rápido.

“A medida que la inteligencia artificial robe trabajos, nuevos trabajos surgirán, pero para ocupar esos nuevos trabajos vamos a necesitar reinventarnos a nosotros mismos cada década. Eso se puede hacer pero va a generar un estrés mental y social muy grande”, advirtió.

Harari dijo que muchas personas sueñan con utilizar la biotecnología para mejorar nuestro cerebro y capacitarlo para competir en una era dominada por la inteligencia artificial. Sin embargo, dijo, antes de ir al supermercado de compras, conviene ver qué hay en el refrigerador. “Antes de tratar de doblar una capacidad artificial de nuestro cerebro, sería mucho mejor cuidar el cerebro que ya tenemos.”

El autor de Sapiens: una breve historia de la humanidad dijo que hay dos formas de intervenir en nuestro cerebro: utilizar la ciencia para curar, por ejemplo, la demencia; o bien, utilizar esos mismos conocimientos para crear súper cerebros, con memorias que puedan competir contra las computadoras. Pero hay una tercera vía, dijo: ayudar a los seres humanos a realizar todo su potencial.

“Todavía no sabemos cómo hacer eso”, admitió, Y dio un ejemplo: “mientras existe un gran consenso científico respecto a qué es un agujero negro, no tenemos un acuerdo respecto a qué debería yo comer de desayuno. Pregúntele a dos nutriólogos y obtendrá dos respuestas diferentes.”

En temas de educación tampoco podemos ponernos de acuerdo, señaló. “Sabemos muy poco acerca de la mente humana e invertimos muy poco” en saber más, mientras invertimos fortunas en el desarrollo de la inteligencia artificial, lamentó.

Harari habló también sobre los riesgos sociales y políticos que una sociedad polarizada por el acceso a la tecnología y su producción puede generar. Dijo que los líderes autoritarios aprovecharán el descontento social producido por la exclusión y el desempleo que las nuevas tecnologías van a ocasionar.

También hizo una distinción entre el nacionalismo verdadero y un falso nacionalismo que utiliza los mensajes de odio, la discriminación de las minorías y de los extranjeros como argumento o bandera. “Se puede ser nacionalista y globalista”, dijo el profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, cuyos libros, traducidos a muchos idiomas, han fascinado a millones de lectores.

Fuente: ©EnlaceJudío