Recientemente, en Israel se produjo un pequeño debate sobre la decisión del presidente israelà Isaac Herzog de visitar la Cueva de los Patriarcas para encender la primera luz de Jánuca.
Para los palestinos, esto fue nada menos que un “acto de guerra”.
Según Palestinian Media Watch, la Autoridad Palestina (AP) declaró que el presidente “irrumpió en la Mezquita Ibrahimi y la profanó”, un acto equivalente a una “declaración de guerra”.
La mayorÃa de los israelÃes que se enteraron de la incitación de la AP, probablemente se encogieron de hombros o se divirtieron.
Sin embargo, la terminologÃa que utilizan los palestinos deberÃa considerarse con más cuidado porque es el lenguaje de la guerra. No solo se utiliza para incitar y reclutar al próximo terrorista, sino que está preparando a los palestinos para una larga guerra en la que Israel es el instigador.
Por eso, cada vez que un ciudadano judÃo israelà visita un lugar sagrado judÃo se considera un acto de guerra.
Cuando los judÃos suben al Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaÃsmo, se considera que “asaltan la mezquita”, cuando en realidad ninguno se acerca a ninguna estructura religiosa musulmana. Se limitan a pasear por el retablo general del Monte del Templo, de forma cuidadosamente orquestada para no ofender a ningún musulmán, mientras son vigilados por la policÃa israelà para asegurarse de que no rezan, ni beben de las fuentes de agua, ni permanecen demasiado tiempo en ningún lugar. Se les da un tiempo muy corto y cualquiera que rompa alguna de las reglas, en gran parte desconocidas, es sacado a toda prisa del Monte del Templo e interrogado por el personal de seguridad israelÃ.
Asaltarlo ciertamente no lo es.
Sin embargo, para los lÃderes religiosos y polÃticos palestinos, la mera presencia de un judÃo es una “profanación” y una invasión.
Esto no se limita a los lugares sagrados judÃos, sino a toda la Tierra de Israel. Los palestinos ven la soberanÃa judÃa en su tierra indÃgena y ancestral como una invasión. Para ellos, todo es visto como parte de una guerra continua y justa.
Para perpetuar este sentimiento entre el pueblo de que siempre están en guerra con el Estado judÃo, se difunde un constante bombardeo de antisemitismo a través de los lÃderes religiosos, educativos y populares.
Imad Hamato, profesor de estudios coránicos de la Universidad de Palestina en Gaza y presentador de un programa semanal de la televisión de la AP sobre el Islam, dijo en una ocasión “La humanidad nunca vivirá con comodidad mientras los judÃos estén causando una corrupción devastadora en toda la tierra. La humanidad nunca vivirá en paz o fortuna o tranquilidad mientras estén corrompiendo la tierra… Como dice Alá: «Cada vez que encendieron el fuego de la guerra [contra vosotros], Alá lo apagó»”.
En otras palabras, no se trata solo de una guerra santa contra los judÃos, sino de un servicio a la humanidad para extinguir al pueblo judÃo en su conjunto.
La incitación se filtra hasta los niños, que se supone deben llevar la antorcha de la guerra genocida para las generaciones futuras. El programa “Gigantes de la Resistencia” emitido por la televisión oficial de la Autoridad Palestina (AP) para los terroristas en las cárceles israelÃes emitió recientemente una canción cantada por lo que aparentemente parecÃa una dulce niña.
Sin embargo, la letra era todo menos dulce.
La hija de un prisionero, Husam Al-Dik, recitó en versos escalofriantes “Oh Palestina, los dÃas de Saladino volverán. Si supieras que la victoria que obtendrás será la de Hattin. Un judÃo profanó Jerusalén y se comportó de forma tiránica y violenta. Reunió a los perros del mundo dentro de ti y [colocó] un campamento militar en tu tierra. La resistencia es un arma y una roca, nunca perderás. La resistencia es un arma y una roca, Allahu Akbar”.
Este es un claro llamamiento a una guerra genocida, y estamos viendo los resultados.
La cantidad de ataques terroristas contra los judÃos ha aumentado en las últimas semanas. Los ataques con arma blanca, las embestidas de coches y el lanzamiento de piedras están aumentando, tal y como advierte la canción y la incitación general.
Sin embargo, deberÃamos dejar de utilizar términos como “incitación”, porque no captan la gravedad del lenguaje. El lenguaje utilizado es más que racismo, odio o incitación, es el lenguaje de la guerra.
Obsérvese el lenguaje utilizado por la niña. Nos centramos en cómo describe a los judÃos, y en su intención antisemita, cuando deberÃamos centrarnos en el panorama general que es el uso de los términos militares, como la victoria.
Este término es uno que ignoramos con demasiada frecuencia en Israel, porque se considera que no está de moda y que es mejor relegarlo a los libros de historia.
Este es nuestro mayor error. No es solo una palabra o un significado del que debamos tomar nota, sino uno que deberÃamos adoptar nosotros mismos.
No entendemos ni comprendemos que seguimos en guerra, simplemente porque el otro bando nunca ha renunciado a sus objetivos bélicos, que son la destrucción de la soberanÃa judÃa, por cualquier medio.
Lo hacen en las Naciones Unidas aprobando resoluciones que desconectan la historia judÃa y, por tanto, la legitimidad judÃa. Lo hacen a través de la diplomacia pública y los medios financieros en el movimiento antisemita BDS.
Sin embargo, su herramienta favorita autodeclarada sigue siendo la violencia.
Una guerra continua y eterna. Una guerra hasta la victoria, cuando un bando derrote al otro. Una guerra que se transmitirá de generación en generación.
Es una guerra porque los palestinos siguen haciéndola. Por desgracia, solo hay un bando que sigue luchando por la victoria final.
Esto tiene que cambiar.
Fuente: Jewish Press / Israel noticias
