En la última
quincena hemos vivido, en la comunidad judÃa , algunos momentos angustiantes,
dos de ellos relacionados directamente con la búsqueda de dos jóvenes niñas,
que por motivos completamente diferentes no llegaron o se fueron de sus casas
sin que sus progenitores superan donde estaban.
Ambos casos
fueron esclarecidos y según lo informado no tuvieron ninguna conexión con
hechos o actitudes antisemitas.
De acuerdo a
lo trascendido, por lo menos en uno de los casos, quizás el potencialmente más
grave, la joven niña tomó contacto con una persona por intermedio de las redes
sociales, y luego de un tiempo de relación virtual decidió conocerlo
personalmente.
Es sabido que en
las redes sociales (facebooks, Twiter, WhatsApp, Instagram, etc.) circulan
informaciones y mensajes engañosos que intentan atraer a personas a entablar
relaciones virtuales que luego las lleven a involucrarse en situaciones, como
mÃnimo, peligrosas y/o delictivas.
También es de
público conocimiento que ante la proliferación de teléfonos celulares que
permiten acceder a las redes sociales se aconseje a los padres estar muy
atentos a la manera que los utilizan sus hijos, y también, lo que en su momento
se sugirió hacer en la PC, bloquear las páginas inconvenientes.
Si bien está
sugerencia, la del bloqueo, puede llegar a ser la más efectiva, debemos tener
en cuenta que los jóvenes de hoy son, en general, bastante entendidos en el
manejo de estos aparatos, y pueden llegar a desbloquearlos.
Hay sectores
de la ortodoxia religiosa que llanamente
prohÃben a sus miembros el uso de teléfonos celulares que permitan el acceso a
las redes sociales. Si el bloqueo y las prohibiciones son realmente efectivas, no
generan más resistencias, es interrogante dificilÃsimo de responder.
Hace un año decÃa: “debido a la pandemia cobró gran
popularidad, el zoom, el programa de videollamadas y reuniones virtuales,
accesible desde computadoras de escritorio y computadoras portátiles, las tablets
y los teléfonos celulares”, durante los últimos doce meses no se discontinuó su
utilización, sino que se mantuvo, y es muy común ver que jóvenes, casi niños,
poseen su propio celular y/o sus tablets.
En esta
oportunidad el caso que motivó este comentario tuvo una resolución que podemos
considerar “buena” pues la joven niña apareció, pero como no siempre puede ser
asÃ, me pregunto dos cosas:
La primera, si
los padres estamos capacitados para poder influir en ellos para que no entren
en las páginas que pueden llevarlos a difÃciles situaciones; y la segunda si alguna
instancia comunitaria no deberÃa dedicarse a esta problemática, brindando el
correspondiente asesorando sobre la manera de tratar estas situaciones a los
padres y a los docentes formales y no formales de la educción judÃa, como
mÃnimo
Se me podrá
decir que es obligación del Estado prevenir, denunciar y combatir a quienes
utilizan las redes sociales para actividades delictivas o dañinas, y lo acepto,
pero al igual que ocurre con otras situaciones, en donde instituciones
comunitarias locales e internacionales actúan, porque en un campo tan peligroso
no deberÃan hacerlo, en donde además de brindar un beneficio a la comunidad lo
estarÃan dando a la sociedad argentina en general.
Creo que ha
llegado el momento en que este sea uno de los temas que la máxima dirigencia
comunitaria deberÃa comenzar, por lo menos, a considerar