¿Por qué los judíos siempre han sido el chivo expiatorio?

No existe sensación más humana que el miedo, el cual tiene una relación indisoluble con la ignorancia. Nos da miedo lo que no comprendemos. A lo largo de la historia, pocas nos han dado tanto miedo —justo por no comprenderla— como eso a lo que llamamos “el otro”.

La historia de la violencia humana siempre tiene como trasfondo la ignorancia y el miedo; tal vez en la antigüedad era algo inevitable, porque ignorábamos muchas cosas sobre el mundo y el propio ser humano. Pero hoy en día es injustificable. Tenemos a la mano todas las herramientas y recursos necesarios para superar nuestra ignorancia y, de ese modo, evitar que nuestros miedos se conviertan en violencia.

Cuando se fracasa en el intento por superar estas conductas atávicas, nuestra tentación natural es buscar a quién echarle la culpa. Y eso, por necesidad, siempre nos conduce a todo aquel que sea diferente a nosotros. Mientras más diferente, mejor; si nos enredamos en la ficción de que no tenemos nada en común con otro ser humano, o con otro grupo de seres humanos, el camino fácil de la ignorancia, el miedo y la violencia se presentarán ante nuestros ojos como una opción demasiado atractiva y tentadora.

A lo largo de la historia, el pueblo judío ha tenido que sobrellevar esa carga de ser “el otro”, tanto en la cultura occidental y cristiana, como en la islámica. Por ello, durante siglos ha sido el chivo expiatorio favorito en las leyendas populares, siempre impregnadas de grandes dosis de ignorancia.

Irving Gatell nos explica cómo funcionan estos mecanismos sociales, de dónde vienen, y reflexiona sobre lo que tenemos que hacer para combatirlos eficazmente, y darnos la opción como humanidad de descubrir y disfrutar el profundo valor de la tolerancia y la coexistencia.

Fuente: ©EnlaceJudío