Alon y su donación de médula ósea, apostando a salvar una vida

Debo comenzar estas líneas con una expresión de orgullo personal, que fue precisamente lo que me inspiró a escribirlas: Alon, mi hijo menor (23), donó recientemente médula ósea a fin de tratar de salvar la vida de una mujer con leucemia, para la que al parecer ese es el último recurso. Su decisión emocionó a toda la familia y la gran expectativa es que la donación funcione y la mujer-a la que Alon aún no conoce-y sus seres queridos, puedan vivir con normalidad. Más adelante, si el desenlace es positivo, la persona que recibió la donación decidirá si quiere conocer al donante, en este caso Alon.

A raíz de unas líneas que compartí en Facebook al respecto, me enteré al leer los comentarios, que una querida amiga de nuestros hijos, Lauren Spivack Fridman , también donó médula ósea un mes antes de radicarse en Israel, aún viviendo en Estados Unidos. Con ello salvó la  vida de una niña de 3 años. Afortunadamente, la donación fue exitosa y la pequeña Penelope hoy es una sana jovencita de 14 años.

Lauren y Penelope, en el primer encuentro entre ambas, pocos años después de la donación que salvó la vida de la niña

 

La historia de Lauren también será publicada aquí.

Por separado, publicaremos una entrevista especial con la Dra. Braja Zisser, creadora y Directora del Registro de Donantes de Médula Ósea Ezer MiTzion, que nos explica a fondo sobre su funcionamiento, alcance e importancia.

Que la vida es sagrada, lo sabemos. Tener el privilegio de frenar un peligro de muerte de otro ser humano, es una enorme bendición. A raíz de la historia de Alon, lo estamos viviendo de cerca.

“La verdad es que yo no sabía qué es médula ósea”, confiesa Alon. “Sabía que cuando me enrolé al servicio militar en Tzahal me pidieron una muestra de mi saliva, pero desde entonces pasaron 5 años y no lo tenía presente en mi memoria, ni me había interiorizado en lo que eso podía significar. Pero en setiembre del 2021 me llamaron de la organización Ezer MiTzion, me dijeron que de aquella muestra de saliva se había tomado mi ADN y habían visto que era compatible en un 80% con una persona que necesitaba médula ósea”.

Ezer MiTzion es una organización sin fines de lucro que creó y maneja el gran reservorio de muestras de ADN a las que se recurre en momentos de necesidad para ver si hay alguna compatible con una persona que necesita donación. Otra dimensión de su trabajo es en pro de niños enfermos de cáncer y sus familias, organizando actividades diversas para facilitarles su lucha y hacer posible que cada tanto puedan olvidarse de la misma y tener buenos momentos de recreación.

Recuerdo la emoción que se sintió en el seno de la familia cuando Alon nos contó sobre la llamada que había recibido. “Me preguntaron si estaba dispuesto a donar , me explicaron que es para un objetivo sagrado, así que no dudé y enseguida acepté, sin pensarlo dos veces”.

El proceso llevó algunos meses. Alon tuvo que hacerse ciertos exámenes para que hubiera certeza que era realmente compatible. “Tiempo atrás  vino una persona de Ezer MiTzion a casa a sacarme varios tubos de sangre y dijo que más adelante se contactarían conmigo. Y así fue. Cuando me volvieron a llamar, me confirmaron: ´eres compatible en un 100% con la persona que precisa esta donación de médula ósea, y si estás de acuerdo, nos gustaría avanzar con este proceso´. Por supuesto acepté sin dudar”. Del 80% de compatibilidad sobre el que le habían contado inicialmente, resultó que los exámenes mostraron una situación mucho más prometedora aún. Y era la única persona hallada con 100% de compatibilidad.

Poco después Alon fue a la central de Ezer MiTzion, donde le explicaron sobre todo el proceso, los riesgos y posibles efectos secundarios: debilidad, cansancio, dolores de cabeza y de espalda. Más adelante confirmó todo lo anunciado, pero con un analgésico común todo pasó con facilidad. “La verdad es que ese día estaba un poco nervioso y me aclararon que en cualquier momento, si así lo decido, puedo interrumpir el proceso”- conto Alon. “ Pero también entendí que eso puede significar que la persona muera. Tuve claro que sigo adelante, para poder salvar una vida”.

Desde cuatro días antes de la donación y hasta la fecha anunciada, 31 de enero, Alon tuvo que inyectarse  dos veces por día una sustancia que “lanzaría” la médula ósea al sistema circulatorio ,para poder luego extraerla del cuerpo sin problema.

“Llegó el día de la donación y ante todo me explicaron nuevamente cómo funciona todo, antes de conectarme a la máquina, para garantizar que pueda pasar el proceso con tranquilidad”, contó Alon. “Lo único que me preocupó un poco en ese momento era la aguja, más grande que la que se usa en análisis de sangre, pero afortunadamente mi novia Noa estaba conmigo todo el tiempo y era mucho mejor mirarla a ella, no a la aguja”, comentó con una sonrisa.

Alon y Noa, con el reconocimiento que Ezer MiTzio le entregó en agradecimiento por la donación

 

Desde el momento que la aguja ya está en su lugar, la persona sentada para la donación puede comer, tomar y moverse un poco , siempre y cuando permanezca sentada, sin mover por supuesto la aguja. Alon estuvo sentado durante cuatro horas y media con diversas vías conectadas a sus brazos, mirando televisión y conversando, sin sentir ningún tipo de dolor.

“Mucha gente piensa que en esta situación uno siente dolores , pero no es así. Todo potencial donante puede estar tranquilo. Lo único que molestaba un poco era una picazón, pero pasa rápidamente”, aclara Alon.”Todo el tiempo entraba alguien del personal a alentarme y hacer buenos comentarios. También me dieron una pastilla que preserva el calcio en el cuerpo, algo que se ve que puede verse afectado por el hecho de estar sentado tantas horas”.

Si la donación no hubiera funcionado debidamente por la vía común, la alternativa era extraer la médula ósea de la columna misma, lo cual requiere ya una intervención de otra  índole e inclusive anestesia.

Preguntamos a Alon, en la conversación familiar y también para esta nota, cómo resumiría el proceso y si alentaría a otros a hacer lo mismo . “Por supuesto”, asegura, “no hay que dudar. Valió la pena.Todo aquel al que le dan la oportunidad de tener el privilegio de donar, que lo haga sin pensar dos veces. Con eso sabes que puedes salvar la vida de alguien, sea de un niño pequeño, un hermano, madre, madre, abuela de alguien, no importa quién. Salvar una vida. ¿Qué más se puede pedir?”.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai