Seguramente parte de mi afición musical (que me
llevó a cursar estudios universitarios sobre el tema) provenga de casa, pero no
por un ambiente familiar cercano a la música clásica (de hecho, apenas teníamos
una decena de discos de ese género), sino por el talento para el canto
litúrgico judío de mi padre que, en sus últimos años, le llevó a oficiar de JaZán
(Jet – Záin – Nun) en varias sinagogas de Argentina y Paraguay durante
las Altas Fiestas (Rosh Hashaná y Yom Kipur). La propia palabra
hebrea que describe al sheliaj tzibur (literalmente, el representante o
voz de la congregación), encargado de liderar el rezo a través de su canto,
tiene una raíz compartida con la observación real o premonitoria (JiZui),
una visión por delante de la comunidad: incluso tiene un significado de
orientación adelantada (JaZé significa pecho, tórax).
Mis estudios de musicología no iban encaminados
a proseguir la tradición en ese sentido, pero, con el tiempo, fui pasando de
traducir y escribir artículos sobre ese particular a convertirme en algo
parecido a un periodista, aunque realmente siga siendo un intruso en ese
terreno. O no tanto, ya que, al menos en lo que al núcleo de los temas de
interés que manejo en una radio de temática judía, mi conclusión es que éstos se
disponen en círculos concéntricos según su grado de amenaza colectiva. En el
centro, como es lógico, todo lo que tenga que ver con las diversas expresiones
de odio o discriminación al judío y lo judío en el propio entorno geográfico;
el área circundante atañe a las amenazas contra lo judío y el judío más allá de
las fronteras, incluido en el mayor reservorio de correligionarios, Israel, el
estado judío, y las amenazas a la integridad física y moral de sus habitantes.
Seguirían otras amenazas intelectuales, como las que atentan contra las propias
tradiciones que solemos inyectar en nuestras vidas para hacerlas más integradas
a las sociedades y tiempos que vivimos.
El periodista de un medio judío es, como
etimológicamente lo es el JaZán, un vigía apostado en un frente (JaZit)
del conocimiento que le permite pronosticar (laJaZot) lo que viene o
puede llegar. A diferencia del astrólogo (JoZé kojavím), sus vaticinios
se apoyan en realidades terrenales, aunque puede que a veces se deje llevar por
un ideal (JaZón), más que por lo que le cuentan sus ojos y, en otras,
los posibles futuros se le aparezcan representados como en una obra teatral (maJaZé).
En definitiva, si el JaZán es quien lidera la voz cantante de la grey,
el periodista judío es quien debe avistar y avisar de los posibles peligros que
se ciernen en el camino, como icebergs que ocultan más de lo que enseñan.
[A 49 años de que se apagara la mágica voz del jazán
Móishe]
Por Jorge Rozemblum
Director de Radio Sefarad
www.radiosefarad.com