El Holocausto según Whoopi Goldberg

Por Julián Schvindlerman

“La afirmación de Whoopi Goldberg de que el Holocausto no fue una cuestión de raza tiene que ser la cosa más tonta que se haya dicho en un programa de televisión desde que Whoopi Goldberg dijo que la violación de Samantha Geimer por parte de Roman Polanski no fue una `violación-violación`” comentó Brendan O`Neill en Spiked. Efectivamente, la famosa actriz y comediante norteamericana tiene cierto historial de acotaciones desafortunadas, entre las que destacan su comparación, en 2019, de las instalaciones fronterizas estadounidenses con el campo de concentración de Terezin de la época de la Segunda Guerra Mundial, y su equiparación, dos años antes, de la actitud del entonces presiente Donald Trump hacia las mujeres con el trato conferido a las mujeres afganas por el régimen Talibán. Su nueva gaffe cayó a un nuevo nadir.

Hay, al menos, tres incorrecciones importantes en sus afirmaciones públicas de que “el Holocausto no se trata de razas”, sino que “se trata de la inhumanidad del hombre contra el hombre” y de que el genocidio impuesto por los nazis a los judíos fue un asunto de “dos grupos de gente blanca”.

Primeramente, aun cuando los judíos no se definen a sí mismos como una raza, sino como un pueblo y una religión, el Holocausto sí fue una lucha racial de nazis autopercibidos como arios “superiores” contra denigrados judíos “inferiores”. El nazismo armó una pirámide racial teórica en cuya cúspide estaban los pueblos arios y debajo de su base, los judíos, a quienes llamó untermensch (subhumanos). La ideología hitleriana abrevó de los infames trabajos de destacados teóricos raciales de los siglos XIX y XX, tales como El judaísmo en la música (1850) del compositor y pensador alemán Richard Wagner, Ensayo sobre la inequidad de las razas humanas (1853-55) del aristócrata francés Joseph Arthur de Gobineau, y Los cimientos del siglo XIX (1899) del escritor inglés Houston Stewart Chamberlain (naturalizado alemán al desposar a la hija de Wagner, Eva), entre otros. Para poder asegurar que el genocidio de los judíos no tuvo una matriz racial, como Goldberg hizo, uno debería tener que ignorar las tristemente célebres leyes raciales de Núremberg, la amenaza de Adolf Hitler de 1939 cuando prometió la “aniquilación de la raza judía” y toda la extensa propaganda racista promovida por Joseph Goebbels desde su consagración en el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, en Berlín en 1926. 

En segundo término, la idea de Goldberg de que la Shoa fue un acto de “inhumanidad del hombre contra el hombre” puede ser cierta filosóficamente, pero universaliza el sufrimiento judío injustamente. Por supuesto que hubo otros colectivos minoritarios atacados y masacrados por los nazis: desde prisioneros de guerra rusos hasta comunistas polacos, desde gitanos hasta sacerdotes, y desde testigos de Jehová hasta minusválidos. Pero la obsesión judeófoba nazi es innegable, tal como lo es la misma Conferencia de Wannsee de 1942, convocada para poner en marcha el plan de exterminio de los once millones de judíos que Hitler había puesto en la mira (logró asesinar a más de la mitad de ellos). ¿Cómo reaccionaria Whoopi Goldberg si un observador dijera que la esclavitud de los negros a manos del establishment blanco primordialmente sureño en Estados Unidos durante los siglos XVII-XIX no fue un asunto racial, ni una explotación inconcebible de negros por blancos, sino una muestra de inhumanidad del “hombre contra el hombre”? Este tipo de generalizaciones daña la particularidad del padecimiento de las víctimas específicas. Tal como célebremente postulara Elie Wiesel acerca del Holocausto: no todas las víctimas fueron judías, pero todos los judíos fueron víctimas.           

Por último, su mención de que al fin de cuentas tanto los nazis como los judíos constituían “dos grupos de gente blanca” es una aberración moral inaudita. Dejando de lado el hecho de que Hitler se alió con el Gran Mufti palestino Haj Amín al-Husseini con el propósito de aniquilar a los setecientos mil judíos de África del Norte y del Medio Oriente -que de “blancos” tenían muy poco- y centrándonos exclusivamente en los judíos europeos que Goldbgerg seguramente tenía en mente al pronunciar su frase, ello expone un prejuicio notable contra la concepción misma de que si uno es blanco, uno puede ser una víctima. Bajo el prisma del fanatismo woke contemporáneo, la única injusticia posible es la perpetrada por el “hombre blanco privilegiado”. Según la consigna del nuevo racismo, no hay victimización posible de blancos. O´Neill nuevamente:

“Parecen ver todo, incluso la historia, incluso el Holocausto, desde su propia comprensión auto halagadora, altamente americanizada, aprobada por Silicon Valley, del racismo de 2020 como consistente en la arrogancia blanca y el dolor negro y los desaires involuntarios y las 'microagresiones' cometidas por las masas racialmente inconscientes. Goldberg estaba proyectando esta visión alarmantemente ingenua e hiper-noveau del racismo en la historia, de modo que incluso el Holocausto comienza a parecer confuso porque ¿no fueron blancos en ambos lados?”.

La escritora neoyorquina Rebecca Sugar atribuyó el exceso de Whoopi Goldberg a cierto aire de superioridad moral y nula humildad intelectual. En The Wall Street Journal, anotó:  

“La ofensa de la Sra. Goldberg no es que sea antisemita, es que es una celebridad engreída con una plataforma. Como muchos otros en su posición, ella lo toma no como una responsabilidad sino como una oportunidad. Habla porque puede, no porque tenga algo informado que decir. Lo que ha leído o entiende sobre el Holocausto, sobre las ideas raciales en la Europa de los siglos XIX y XX, o sobre los judíos en general, probablemente no sea mucho. Sin embargo, de alguna manera estaba lista con entusiasmo para educar a sus coanfitriones y a su audiencia sobre un tema sobre del que no podría escribir un ensayo serio de dos páginas”.

Que este escándalo innecesario haya sido ocasionado por una mujer nacida como Caryn Elaine Jonshon, quien eligió un nombre artístico judío antes de adentrarse en Hollywood, es el broche más absurdo posible para este episodio olvidable.