Alivio y preocupación tras un nuevo atentado

Hace algo menos de dos semanas, fue muerta a balazos la joven soldado israelí Noa Lazar, combatiente en la unidad de los pasajes, en el puesto de control de Shoafat al noreste de Jerusalem. Udai Tamimi, un terrorista palestino, se acercó a un grupo de personas en el lugar, hirió a Noa y a un guardia de 30 años de gravedad, a otra persona levemente, y logró huir. Este miércoles por la noche , tras cometer un nuevo atentado-esta vez a la entrada de la localidad de Maalé Adumím- fue él quien no salió con vida.

Tamimi abrió fuego hacia los guardias en el puesto de control a la entrada de Maalé Adumím, por donde pasan numerosos vehículos civiles de la población, hirió a uno de ellos y fue baleado por los demás. Siguió disparando hasta que uno de los guardias lo eliminó. Llevaba consigo también una granada y un cuchillo.

Preocupó en su momento que Udai Tamimi haya logrado escapar, que durante 12 días no se le ubicaba y el terreno ardía con incitación en las redes y un fenómeno de creciente identificación radical con su figura, y preocupan ahora las escenas de las diversas marchas llevadas a cabo por palestinos armados en diferentes partes de Cisjordania (Judea y Samaria) en señal de apoyo.

 

 

 

Pero nada preocupa tanto como esto.

 

Claro está que aunque formalmente la ciudad está unificada, en la práctica conviven en ella diversos mundos. Numerosos habitantes de los barrios árabes no apoyan la idea de vivir en la capital de Israel. Y su identidad es absolutamente palestina. Pero en la práctica, se movilizan libremente en toda la ciudad, tienen derecho de acceso a cualquier parte de la Jerusalem de mayoría judía ubicada en la parte occidental, y pueden trabajar allí y recorrer sus centros comerciales sin problema ninguno.

Ver estas imágenes desde Shoefat y saber que con esta gente se puede cruzar cualquier habitante de Jerusalem en el correo, en una tienda o el mercado, es sin duda motivo de preocupación.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai